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lunes

El sur posaislamiento


Las medidas de aislamiento social dictadas por el presidente Martín Vizcarra para contener el contagio masivo del nuevo coronavirus han sido saludadas, no solo por grandes sectores en el país, sino por expertos en otros lados del mundo. También queda claro que Perú no podrá escapar de la recesión económica mundial que se viene, ciertamente con sus particularidades: una economía con el 72 % de informalidad, dependiente en un 60% del mercado externo y cadenas económicas frágiles en provincias y, simultáneamente, uno de los países con mayores márgenes de decisión por su situación económica.
El 13 de abril no volveremos a la normalidad, como muchos están pensando. El aislamiento social continuará y las restricciones para la movilidad interna también, sobre todo porque la mayoría de contagios del virus están focalizados en la capital y hay solo un departamento que aún está libre del virus (Puno) de los libres del sur que había hasta la semana pasada (Apurímac, Moquegua y Puno), mientras el número de casos confirmados en otros departamentos del sur son bajos y están controlados. La incertidumbre por los contagios está haciendo que algunas provincias del sur comiencen a cerrar sus accesos, salvo para el transporte de alimentos, como Sánchez Cerro (Moquegua), o que estén con las alertas al tope, como Santa Lucía (Puno), por el transporte ilegal de pasajeros en estos días de confinamiento.
Si bien estamos seguros que no tendremos problemas de desabastecimiento alimentario, pues felizmente en el sur tenemos un movimiento agrícola y pecuario muy dinámico a pequeña y gran escala, hay sectores económicos que se verán afectados. Por nuestro quehacer institucional nos preocupan dos en particular: el turismo rural y la producción alpaquera.
Respecto al primer sector, sin duda el Valle del Colca será grandemente afectado. Aún no es claro a qué se dedicarán todas las personas que han invertido en diversos negocios de servicios al turista, como casas vivenciales, restaurantes, guías, artesanías etc. En estos días vimos un ejemplo de adaptación a los nuevos tiempos: los habitantes de la isla de Uros retornando a sus actividades ancestrales para vivir mientras la actividad del turismo está detenida. ¿Cómo harán otros emprendedores del turismo rural en otras partes de Arequipa, Cusco y Puno? En breve lo sabremos. Aún no se avizoran políticas de nivel regional que puedan atender este problema. Es momento de revalorar la importancia de la pequeña agricultura, que predomina en el Valle del Colca y que tradicionalmente abastece a la ciudad de Arequipa, para que se constituya en una alternativa de compensación a la previsible caída del turismo.
Pero, sin duda, el golpe más duro lo recibirá el sector alpaquero. En la Macrorregión sur se calcula que hay 64 800 familias dedicadas a la crianza de camélidos sudamericanos domésticos (Cenagro 2012). Ya a finales del año pasado, el precio de la fibra había caído estrepitosamente a 8 soles la libra, luego de estar a 18 soles al comenzar el 2019. Es muy probable que muchas compras del extranjero se cancelen, teniendo en cuenta que el principal mercado de la fibra se concentra en China, Italia y Estados Unidos, tres de los países más golpeados por las consecuencias del covid-19. Tenemos el antecedente de la crisis financiera del 2008, cuando el precio de la fibra cayó a 3 soles la libra de fibra blanca y su recuperación tardó varios años. Se debería esperar que entre las medidas que el gobierno viene organizando para enfrentar la crisis, se considere a este sector con políticas para las compras estatales de fibra y la mejora del sistema de comercialización de la carne de camélidos que abastece el mercado interno.
En el caso de la fibra de alpaca, esperamos que las misiones comerciales en los países compradores cumplan un rol dinámico en la promoción y recuperación de este mercado y brinden información acerca de su evolución y que, complementariamente, se impulsen las compras estatales de fibra como se hizo en anteriores oportunidades para la confección de chompas escolares, por ejemplo. En el caso de la carne, serán importantes las acciones del Minagri para mejorar el sistema de comercialización con un rol muy activo del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) para potenciar este recurso como fuente de ingreso de los criadores, previniendo así su descapitalización con una saca planificada. Nos queda pendiente la pregunta ¿Cuál será la reacción del empresariado dedicado a la confección con estas fibras?, la respuesta es incierta.
La ministra de Economía, María Antonieta Alva, anunció recientemente que el gobierno está preparando un plan para contener y reactivar la economía, que por lo poco que se conoce se centrará en facilidades a las empresas para acceder a préstamos, que seguro ayudarán a sobrellevar la crisis a grandes empresas y a algunas pequeñas, pero hay otros sectores (empresas familiares, asociaciones productivas) que quedarían fuera del plan. También se anunció un incentivo a las empresas para que no despidan personal, solventando el 35% de la planilla de trabajadores que ganen menos de 1500 soles. ¿De qué les sirven estas medidas a las personas a las cuales se les cierra el mercado?
Se vienen tiempos feroces.

desco Opina - Regional / 6 de abril de 2020
descosur

viernes

A propósito del coronavirus


Como era relativamente previsible, el Presidente Vizcarra anunció la prolongación de la cuarentena y el estado de emergencia en el país. La tragedia global que vivimos a partir del Covid-19 recién está empezando y es claro que en el mundo tenemos para rato con una crisis que llena a la humanidad del planeta de inseguridad e incertidumbre, en la que se combinan una pandemia que parece fuera de control, el consiguiente colapso de una economía que en el último año no lograba esconder ya los malestares de las poblaciones de distintas sociedades ante las desigualdades y exclusiones que alienta, así como un escenario en el que en la mayoría de países se ha tenido que llamar a policías y militares para garantizar el aislamiento de la gente.
En nuestro país, la oportuna respuesta del Presidente y el Ejecutivo, les ha permitido construir un liderazgo que era indispensable para enfrentar la situación. Más allá de sus debilidades políticas y de capacidad de gestión, lidiando con carencias estructurales en un sistema de salud que es la última rueda del coche en un Estado ya bastante precario y con una institucionalidad pobre y carente de especial legitimidad, las primeras decisiones fueron correctas y apostaron por aplanar la curva del incremento de los casos, tratando de disminuir el ritmo de contagios y asignando de la mejor manera posible los pocos recursos disponibles.
Decretado el aislamiento social, el gobierno tuvo la sensibilidad de preocuparse por distintos sectores vulnerables. El denominado bono 380 –destinado a los pobres urbanos– sin duda fue una decisión importante, como lo fue la ampliación de su cobertura; pero es obvio que no alcanza, más allá de los problemas para su gestión. Vastos sectores informales, los trabajadores independientes, las familias rurales y la migración venezolana son parte de sectores que hay que atender, máxime cuando el aislamiento y la emergencia se prolongan indefectiblemente.
La velocidad de la respuesta no obstante sus limitaciones, el liderazgo evidenciado entonces, así como la comunicación diaria del mandatario y sus ministros con la ciudadanía, explican los resultados de la última encuesta: 87% de aprobación del Presidente, 95% de acuerdo con el aislamiento, 96% con el toque de queda y 83% convencido de que el aislamiento se prolongaría después del 30 de marzo, como efectivamente ya se estableció. Ello, pese a la ostensible debilidad del gobierno que simultáneamente, presionado por la gran empresa, decidió exceptuar a la minería y la agroindustria de las medidas de aislamiento social y se limitó a pedirles a los bancos contemplar el tema de deudas e intereses, no obstante las millonarias utilidades que declararon el 2019. La asertividad presidencial le granjeó reconocimiento incluso entre sus críticos.
Si la responsabilidad y la disciplina social de la gente nos sorprendieron a muchos, dado el peso dramático de la informalidad y la fragmentación social en el país, el comportamiento abusivo de varias grandes empresas, no todas ni la mayoría por cierto –incrementando desmesuradamente los precios de sus pasajes, obligando a sus trabajadores a laborar, pretendiendo terminar el vínculo con ellos o alterando tramposamente sus precios–, evidenció su fe en que salvo el negocio y la ganancia en cualquier situación, lo demás es fantasía. Del primer impacto de la crisis y distintos sectores haciendo compras masivas «de pánico», a solidaridades elementales, ciertamente hubo un cambio importante, que coexiste con la anomia e irresponsabilidad (más de 20,000 detenidos por no acatar el toque de queda).
En este escenario, la prolongación de la cuarentena, que resulta imposible no compartir, nos pondrá frente a nuevos e inmediatos retos. El Ejecutivo tendrá que lidiar con un Congreso que quiere hacerse sentir y no deja de parecerse al anterior, que deberá aprobar las facultades extraordinarias que está pidiendo para seguir manejando la crisis; también tendrá que lidiar con las grandes limitaciones de la coordinación intergubernamental y las capacidades de los gobiernos subnacionales –los aliados más constantes del gobierno– que empiezan a tomar algunas decisiones propias, generando alguna confusión entre la gente.
Más importante aún. Tendrá que gestionar las necesidades, temores e incertidumbres de millones de peruanos, los más vulnerables frente a la crisis, a quienes la prolongación del aislamiento los pone en una situación más difícil y dramática aún que la que vienen sobreviviendo estos quince días. En materia de seguridad, tendrá que seguir lidiando con lo difícil que nos resulta respetar la ley, por un lado, pero por el otro, ejercer la autoridad, respetando derechos elementales de la gente, como lo ha evidenciado un caso reciente en Sullana –un detenido que infringió el toque de queda, innecesariamente golpeado por un militar– que mereció la patética reacción de otra autoridad, el alcalde provincial, defendiendo la acción.
En un plazo mayor, es claro que en el futuro, en el mundo y el país, las cosas no podrán seguir siendo lo que han sido. La «normalización» de lo que estamos viviendo puede llevarnos más fácilmente de lo que creemos a formas de vigilancia «digital» que nunca imaginamos –fue la estrategia de China y Corea del Sur– o a formas de aislamiento nacionalista y defensa irrestricta de supuestas soberanías, como lo insinúa el discurso de Trump.

desco Opina / 27 de marzo de 2020