viernes

Empezó la carrera electoral

 

Superado el intento de vacancia, empezó ya el proceso que nos lleva a las elecciones 2021. Como lo sostuviéramos en un artículo anterior, la confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo, seguramente continuará en una disputa donde lo más probable es que ambos continúen perdiendo. La agenda de la misma ya fue adelantada –desde la devolución de los aportes a la ONP hasta el presupuesto del próximo año y la elección del Tribunal Constitucional, pasando ciertamente, por la inmunidad parlamentaria– y tendrá, además, como telón de fondo, la multiplicación de las denuncias contra el mandatario. El tono será distinto, porque desde octubre los parlamentarios estarán en la competencia electoral que se sumará a la guerra de desgaste entre los dos poderes, que será un factor de «adelgazamiento» de las propias elecciones en tanto alternativa a las crisis que vivimos.

En este escenario, los distintos personajes de la carrera al Palacio de Pizarro, esto es un importante número de aspirantes a candidatos presidenciales sin partido y las organizaciones legalmente existentes que buscan aspirantes la mayoría de las cuales se ha negado sistemáticamente a los tímidos intentos de cambio establecidos por el referéndum de diciembre 2018, están en los metros finales de apuradas y sorprendentes negociaciones.

Son 24 partidos políticos –«franquicia» sería una denominación más justa para la mayoría así como 21 aspirantes a la presidencia muchos de los cuales, sin partido hasta hace unos días, que se encuentran en apuradas gestiones formales para cumplir con el plazo que vence el próximo 30 de septiembre, para que quienes deseen participar en los comicios de abril próximo puedan afiliarse a una organización partidaria. Los primeros necesitan a los segundos para sobrevivir y no perder su registro, mientas éstos requieren de aquellos para participar. Las elecciones generales del 2021 aparecen apenas como una estación que no despierta entusiasmo, a la que concurrirán varias marcas, muchos pretendientes sin organización y algunos aspirantes a la resurrección.

Alentados por las encuestas, que ya anuncian un temprano favorito que parece engreído de los medios de comunicación que se han esforzado en mostrarlo como alcalde, policía, bombero, empresario y hasta bailarín –apareció en la televisión 430 veces entre enero y agosto– buscan la simpatía de un electorado que, a juzgar por las mismas encuestas, evidencia por ahora, su disposición a buscar candidatos nuevos, pero también su distancia de los partidos políticos. Así, la encuesta más reciente de IPSOS Perú muestra que el 62% no simpatiza con ninguno y se declara independiente, mientras que el partido que encabeza las adhesiones, AP, alcanzaba apenas 6%, que probablemente se ha reducido después de su contradictorio papel en el intento de vacancia.

Tales resultados no deben llamarnos a sorpresa dada la situación de nuestros partidos y la pérdida de contenido de nuestra democracia. La última versión del Barómetro de las Américas (2018-2019) nos mostraba como el país de la región con menor apoyo al sistema político (41.7%), uno de los que mostraba mayor tolerancia a un golpe militar y aquél donde el 95% de los encuestados cree que la mitad o más de los políticos son corruptos. El Latinobarómetro por su parte, en el mismo período registraba que apenas el 11% de peruanos y peruanas se declaraban satisfechos con su democracia y el 13% confiaba en las instituciones, mientras el 85% consideraba que ésta era el gobierno de los poderosos para su beneficio propio. Para que no queden dudas, a inicios de la pandemia (marzo 2020), el INEI en su ENAHO recogía que los partidos políticos eran la institución que generaba menor confianza en la gente (3%), superados apenas por el Congreso de la República (4.3%).

Todo indica, en consecuencia, que el panorama que se avecina puede no ser muy distinto al actual. Es decir, un Congreso con bancadas enfrentadas al Ejecutivo y parlamentarios actuando a título individual al margen de los partidos que los llevaron a la avenida Abancay. Los cambios «pálidos» realizados para el próximo proceso electoral evidencian la inviabilidad de parches parciales y la necesidad de una reforma de mayor calado institucional.

Enfrentar esta situación de pandemia desde una sociedad desestructurada, desconfiada y polarizada, con personajes antes que actores, y en medio de una severa crisis económica, parece un desafío que nos desborda. Más aún cuando parte de los grandes grupos económicos pretenden que la nueva normalidad sea un retorno a su orden. En estas condiciones, nuestro futuro es definitivamente incierto. Hay que considerar que en el ineludible dilema entre democracia y autoritarismo que se está configurando globalmente, y que se planteará en nuestro proceso del 2021, se jugará una vez más la posibilidad de reconstruirnos.

 

 

desco Opina / 25 de setiembre de 2020

lunes

Después del intento de vacancia

 

Si alguien cree que luego del fallido intento de vacar al presidente Martín Vizcarra (algunos hablan de conspiración) el juego ha terminado, se equivoca. Digamos que hemos visto las dos terceras partes de una pelea pactada a quince asaltos. Estamos ante una pelea donde lo más probable es que ninguno gane; una pelea entre estos «adversarios» cuyas características principales no son solo su falta de «profesionalismo», sino también su visible mediocridad.

Faltan apenas dos meses para iniciar la carrera electoral y unos siete meses para que se realicen las elecciones generales lo que, seguramente, mantendrá a los partidos ocupados tanto para ganar votos como para resolver sus problemas internos y las candidaturas. Lo que importa ahora, sobre todo para el Presidente, es «sobrevivir» hasta julio próximo y así entregar a otro la banda presidencial; y en cuanto a los partidos del Congreso, su problema de ahora en adelante se llama votos, en medio de una contienda electoral que hasta el momento es impredecible, como lo es también el final de la pandemia del Coronavirus que hoy azota al Perú y al mundo.

En este contexto cabe preguntarse qué definirá de ahora en adelante la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo cuando la posibilidad de la vacancia presidencial ha disminuido. Es decir, cuáles serán los futuros «escenarios de confrontación» los próximos meses entre ambos poderes; como los denomina Jonathan Castro, periodista autor de la nota en El Comercio:

El primero es la insistencia en la devolución de los aportes de la ONP. El viernes pasado, cuando estaba en debate la vacancia presidencial, el Ejecutivo observó la norma aprobada por el Congreso «sobre la devolución de aportes a la ONP hasta S/ 4300». Para el Ejecutivo esa norma es inconstitucional ya que implicaría un gasto del Estado de más 16 mil millones de soles. Si el Congreso insiste en aprobar esta ley y se niega a una salida negociada con el Ejecutivo, lo más probable es que se derive al Tribunal Constitucional (TC) –al igual que la ley de peajes– para que éste defina su constitucionalidad, lo que demorará varios meses con lo cual pasará a ser una bandera de varios partidos en las próximas elecciones.

El segundo es la ley de presupuesto. Ideas de un sector del Congreso como aumentar impuestos a los más ricos, eliminar privilegios tributarios a las grandes empresas, dar mayor apoyo económico a los medianos y pequeños empresarios (incluido el agro) e iniciar una estrategia que signifique la implantación del llamado «bono universal», serán parte del debate en el Legislativo que terminará antes de fin de año, pero que continuará en las próximas elecciones.

El tercero es la modificación de la inmunidad parlamentaria y de los altos funcionarios. En este punto, como señala Jonathan Castro, el problema es que, si bien el Congreso decidió eliminar la inmunidad parlamentaria por delitos comunes, no lo hizo por delitos de función. A ello se suma que se «suprimió el antejuicio de ministros» y que estableció «que el presidente puede ser acusado por delitos comunes contra la administración pública durante su mandato o con anterioridad». La fecha límite para aprobar este punto en segunda votación, es diciembre de este año.

El cuarto tema es la elección por este Congreso de seis de los siete miembros que conforman el Tribunal Constitucional. No hay que ser zahorí, como se dice, para concluir que este TC, el actual o el renovado, jugará un papel crucial respecto a las futuras controversias entre el Ejecutivo y el Legislativo. Leyes como las de la ONP, la inmunidad de los parlamentarios y del Presidente, si se aprueban, así como otras que El Comercio llama «proyectos populistas en el terreno económico» como regular el cobro en entidades educativas en el marco de la emergencia o definir «el control previo de las operaciones de concentración empresarial», serán motivo de controversia. Por eso, no es extraño que mucho antes de que se produjera el debate sobre la vacancia presidencial, determinados sectores, tanto de derecha como progresistas, afirmaran que el actual Congreso no estaba en capacidad de elegir a los nuevos titulares del TC.

El quinto y último aspecto que también podría convertirse a futuro en un escenario de confrontación (y que no lo encontramos en los escenarios propuestos por El Comercio), es la investigación de los audios de Palacio. De un lado debe decidirse la creación de una comisión investigadora en el Congreso (esperamos multipartidaria) sobre los audios dados a conocer por el cuestionado congresista Edgar Alarcón, la asistente administrativa presidencial Karem Roca y por algunos medios de comunicación; por otro lado, estarán los resultados de la investigación que la propia Fiscalía viene haciendo sobre los mismos.

Si bien como se ha dicho al inicio es difícil que se vuelva a plantear la vacancia presidencial, debe quedar claro que el futuro político del Presidente, de las relaciones entre el Ejecutivo y Legislativo, y hasta del propio país, resultan inciertos. Una guerra de desgaste entre ambos poderes también es un debilitamiento de las propias elecciones futuras como alternativa a la crisis política, económica y sanitaria. Es decir, unas elecciones donde lo único que imperará será la incertidumbre y la desconfianza de la política y de los políticos. La otra posibilidad sería un acuerdo, como el año 2000, en base a que lo más importante en estos meses es que haya elecciones transparentes e igualitarias, con reglas claras y autoridades electorales independientes y competentes; es decir, que sea el pueblo el que decida, finalmente, qué sector y qué partido nos debe gobernar y sacarnos de esta crisis.

 

desco Opina / 21 de setiembre de 2020

viernes

La apertura en Arequipa, un cambio en la estrategia

 

A diferencia de sus pares en el sur, Arequipa fue una de las pocas capitales que dejó atrás la cuarentena focalizada. Entramos a la fase dos con todos los temores incorporados, hay mucha gente que aún no se atreve a salir a esta nueva normalidad citadina llena de bocinazos y colas en los grandes malls de la ciudad; y es que el rebrote está a la vuelta de la esquina. Algunos especialistas de salud calculan que sucederá a los 15 días contados desde el levantamiento de la cuarentena, pero ya no nos encuentra desprevenidos, algo ha cambiado en la ciudad a pesar de que la ivermectina no ha cesado de producirse y que se sigue repartiendo y recetando como aspirina.

Hace muy poco, reactivamos el Acuerdo Regional por Arequipa (ARA), un espacio de diálogo promovido por el Colectivo Macro Sur desde el 2015 –que reúne a diversos líderes del sector público y privado– para conversar sobre diversos temas relacionados al desarrollo de la región. El ARA organizó el foro “Comando Covid y Participación Interinstitucional”, cuyo objetivo fue conocer de cerca cómo los diferentes esfuerzos colectivos están confluyendo en la estrategia para combatir el Covid-19 en la región y cómo otros similares se pueden acoplar en esta lucha.

Gustavo Rondón, jefe del Comando Covid en Arequipa desde finales de julio, comentó las novedades de la estrategia empleada , que comenzó con una sistematización de las acciones de los anteriores comandos y propuso un nuevo organigrama de funcionamiento en donde se incluyó a la población. Este punto, aunado a la convocatoria al sector privado, la iglesia, así como a la academia y colegios profesionales en el comité de expertos, ha marcado un cambio positivo dentro de la estrategia que se venía aplicando en Arequipa.

Entre finales de agosto y los primeros días de setiembre se han instalado dos plantas de oxígeno en hospitales, gracias a la empresa privada y la Iglesia. Se han entregado carpas hospitalarias en Camaná y Mollendo, ciudad donde también se inauguró una planta de oxígeno. Estas inversiones, sumadas a la inyección del Gobierno Nacional en salud, han suplido de alguna forma las falencias en el sistema de salud regional.

Con el virus todavía latente, no cabe duda que la estrategia central ahora es la prevención. El Comando Covid ha solicitado a los municipios reactivar sus campañas preventivas en barrios, pero sobre todo les ha recordado que está dentro de sus atribuciones el regular y controlar el aseo, higiene y la salubridad de los establecimientos privados de uso público. Rondón comentó que también ha tenido diferentes reuniones con asociaciones de empresarios para la correcta activación de los protocolos ante la inminencia de la fase tres.

Se perciben mejoras en el flujo de comunicación a nivel regional para las campañas de sensibilización, pero aún falta construir un sistema de seguimiento adecuado de los contagiados y de las personas que lograron superar la enfermedad.

La apertura como estrategia está funcionando, quizá el perfil político del nuevo Comando Covid ha permitido que así sea, pese a las diferencias con el gobernador regional y los dislates a los que nos tiene acostumbrados. Se acabaron los chivos expiatorios, cada ciudadano y ciudadana debe asumir su responsabilidad en esta etapa, sin perder de vista a sus autoridades locales. Ahora más que nunca, la participación ciudadana y el trabajo colectivo y solidario han cobrado un nuevo valor. No vale quejarse sentado, no vale dejar de actuar.

 

 

desco Opina - Regional / 18 de setiembre de 2020

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