El largo periodo de crisis en la
presidencia nacional, que incluyó el indulto al exdictador Alberto Fujimori, la
dimisión de PPK y la asunción de Martín Vizcarra, relegaron a un segundo plano
la convocatoria oficial a elecciones regionales y locales.
Los grandes medios masivos de comunicación, esos que copan portadas y
noticieros televisivos de alcance nacional, no le dieron mayor cobertura en sus
agendas y, al parecer, terminado el mundial de fútbol, estás elecciones recién
adquirirán visibilidad.
Este etéreo clima electoral también fue
alimentado en las mismas regiones, pues a diferencia de años anteriores, la
propaganda de los candidatos ha sido muy reservada; tanto así, que recién el 19
de junio –fecha límite para la presentación de listas de candidatos ante el
Jurado Electoral Especial (JEE)– hemos podido conocer a todas y todos los
interesados en gobernarnos los próximos cuatros años. Se pensaría que esta
discreción era para guardar las formas electorales, pues los candidatos se
tenían que ajustar a los designios de las elecciones internas, pero vistos los
acontecimientos, esta autorregulación respondió más bien a negociaciones
políticas que se han dado hasta el último momento previo a la inscripción, para
alcanzar un lugar en la liga electoral. Recordemos que, por mucho tiempo, se
vieron pintas de candidatos sin partido que los avale, es decir, candidaturas
en oferta al mejor postor. Al menos en Arequipa, vimos varios casos para los
sillones municipales.
El Jurado Nacional de Elecciones ya
publicó las listas regionales inscritas. En el sur hemos encontrado nuevamente
una atomización de propuestas electorales, siendo Arequipa una de las regiones
con más candidatos a gobernantes (21 en total), seguidos de Madre de Dios (19
candidatos), Tacna (18), Cuzco (17), Apurímac y Moquegua (13 en ambos casos), y
Puno (11).
¿Por qué tanto interés? Podemos ensayar
una respuesta: además de la gran fragmentación política existente a nivel
nacional, Cusco, Arequipa, Moquegua y Tacna, figuran entre los diez
departamentos que recibieron mayor renta de las industrias extractivas entre el
2004 y el 2014, y en la lista de los diez departamentos con mayor inversión minera los dos últimos años. Sin duda, esto genera
expectativas en toda la ciudadanía, incluyendo desde luego a quienes aspiran a
controlar espacios estatales para, desde allí, presumiblemente, intentar
acceder a estos recursos con fines personales o grupales. Por ello, es
previsible que esta tendencia se mantendrá en los próximos años. En el caso de
Madre de Dios, hay además muchos intereses tras la explotación de recursos como
la madera y el oro.
Si bien algunos de los ajustes de la ley
electoral han dejado a muchos candidatos fuera, no nos garantiza la calidad de
las propuestas de los aspirantes a nivel regional, pues no es exigencia que los
candidatos tengan una militancia comprobada en los movimientos regionales o
partidos políticos que los promueven. Entonces, nuevamente tendremos una
mayoría de propuestas de gobierno sin un respaldo político para llevarlas
adelante, y autoridades que no tienen el deber de responder a sus
organizaciones por las malas decisiones que tomen ni tampoco cuadros técnicos
partidarios detrás de sus planes de gobierno. El mentado fortalecimiento de los
partidos políticos y movimientos regionales, nuevamente quedará postergado,
quien sabe si hasta el próximo proceso electoral regional post Bicentenario.
Otra característica de este proceso, es
que vamos a tener candidatos que harán campaña a la par que siguen sus procesos
judiciales, o investigaciones fiscales. Tal es el caso de Walter Aduviri Calizaya,
del Movimiento de Integración por el Desarrollo Regional (Mi casita) en Puno, condenado en julio del año pasado a 7 años de prisión y al
pago de 2 millones de soles como reparación civil por delito de disturbios por
el famoso Aymarazo; o Alfredo Zegarra Tejada, del Movimiento Regional Arequipa
Renace, investigado por tráfico de terrenos y depredar la campiña de la ciudad
durante su última gestión municipal.
Con este panorama ¿qué le queda a la
ciudadanía? Pues echar mano de la información disponible de las hojas de vida de los candidatos,
de sus planes de gobierno, y estar atentos a las denuncias de la prensa seria,
pues la prensa, en ocasiones, ha hecho más por el control político que el mismo
Jurado Nacional de Elecciones, órgano encargado de fiscalizar las candidaturas.
Ciertamente, en el Perú de hoy, los medios para obtener información sobre los
candidatos aún son restringidos para la mayoría de la población, pues no todos
saben cómo navegar por la red o no tienen acceso a este servicio, o la conexión
es deficiente, como en las zonas rurales. Aun así, tenemos el deber de ser más
responsables con nuestro voto.
Ante el descrédito de la política y los
políticos por la profundidad y amplitud de la corrupción, estas elecciones
también deberían ser entendidas como una oportunidad para exigir a todos los
postulantes, propuestas concretas para enfrentarla y hacer de esto un factor de
distinción, de modo que los electores tengan mayor información al momento de
decidir su voto. La ausencia o debilidad de partidos políticos, el desencanto,
la desafección y desconfianza ciudadanas son, sin embargo, grandes obstáculos,
aunque hay iniciativas de vigilancia y de exigencia de rendición de cuentas que
deben ser potenciadas.
desco Opina - Regional / 28 de
junio de 2018
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