Para nadie es un
secreto la potencialidad productiva de la selva peruana, pero es poco probable
que el empresariado emergente de esta región se decida a invertir cuando la
inseguridad campea y los afecta.
Los medios de comunicación nacionales difunden reportajes
sobre la inseguridad ciudadana, pero poco o nada se dice sobre lo que ocurre en
las áreas rurales del interior del país, sobre todo en las pequeñas y más
aisladas jurisdicciones. En muchos de estos ámbitos, las extorsiones, los
asesinatos selectivos, los secuestros y robos tienen como víctimas a empresarios
(cafetaleros, ganaderos, fruticultores y empresarios madereros) de la selva
central, especialmente en temporadas clave como la de cosecha.
Los delincuentes
interceptan a sus víctimas en las carreteras o en sus propios fundos, aprovechando que la nula
vigilancia policial y la ausencia de señal de telefonía móvil en la zona,
dificulta pedir y brindar auxilio. Muchos de estos crímenes a productores quedan
impunes debido al escaso interés de las autoridades y a una opinión pública débil
e incipiente como para presionar.
La ausencia de
entidades bancarias en la zona agrava la situación, pues obliga a trasladar
grandes sumas de efectivo (para el pago de salarios e insumos) por largas y
desoladas vías.
A pesar de las
denuncias, los casos de extorsión quedan silenciados, lo que ha motivado más de
un pronunciamiento de las autoridades locales y regionales. Sin embargo, los
llamados no han tenido una respuesta adecuada por parte de la policía. La
cobertura policial en las pequeñas jurisdicciones de la Selva Central es mínima
y mal equipada. Los distritos con menor densidad poblacional cuentan con menos
de ocho efectivos, aunque los días de franco y otros permisos, limita aún más
su capacidad operativa.
La escasez de
recursos y equipos hace que los efectivos policiales dependan mucho del apoyo logístico
y de personal de unidades situadas en ciudades más grandes; lo que generalmente
dificulta el abordaje oportuno y adecuado de denuncias de mayor envergadura.
Asimismo, difícilmente las investigaciones policiales dan con resultados satisfactorios, dejando una sensación de
desánimo en la ciudadanía, que a futuro prefiere evitar las denuncias
correspondientes.
Como señala el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, «…se requiere un
enfoque intersectorial, intergubernamental e interinstitucional que involucre
la diversidad de las realidades regionales y locales en los ámbitos urbano y
rural, y promueva la activa participación del conjunto de actores públicos y
privados del país». Sin embargo, para el ciudadano
común de la Selva Central, las acciones de seguridad se reducen a la
erradicación de los cultivos de coca. Las demás acciones de prevención del
delito han quedado rezagadas; sin recursos necesarios para dotar de capacidades
reales a las autoridades competentes que atiendan la problemática. En medio de esas
precarias condiciones, se espera que los departamentos amazónicos contribuyan a
la economía nacional. Sin embargo, hoy por hoy, no existen las facilidades para
proteger las inversiones agropecuarias ni a los emprendimientos que deberían
iniciar la transformación productiva de la Selva Central.
Por ello, y sin perjuicio de que la policía y las autoridades cumplan con sus respectivas obligaciones, se hace necesario que la sociedad civil aborde también el problema, discuta y plantee acciones preventivas eficaces, participativas y democráticas para encarar la situación.
desco Opina
- Regional / 28 de agosto de 2015
Programa Selva CentralDescargar aquí