El explosivo crecimiento urbano
generado en los últimos tiempos, trae como consecuencia que actualmente muchas
ciudades afronten serias dificultades derivadas de los efectos del cambio
climático en curso. ¿Cómo adaptarse al mayor número de tormentas, inundaciones,
tsunamis, sequías, olas de frío y de calor y, posiblemente de escasez de agua? Cada vez se hace más evidente el reto de
encontrar las formas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,
(mitigación) apuntando a desacelerar y, en definitiva, detener el ritmo del calentamiento
de la Tierra provocado por la acción humana.
En este
contexto durante los siguientes días se realizará la «Vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – COP 20», y la «Décima Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto – CMP 10» y Lima
será sede de este trascendental evento de interés mundial. Los convocados son los
gobernantes de los países industrializados (los que más contaminan), de los
países en vías de desarrollo y, participa también, la sociedad civil organizada
internacional que defiende el derecho de todos y todas a un medio ambiente
libre de contaminación.
Muy poco
se ha comentado acerca del Protocolo de Kyoto y sobre la reunión que sucederá en simultáneo a la COP
20. La ONU aprobó en 1997 el Protocolo de Kyoto, que fue ratificado por 156
países y, finalmente, rechazado por los mayores contaminantes del mundo, con Estados
Unidos a la cabeza. La prórroga de este acuerdo se produjo durante la COP 18,
dándole vida por ocho años más, aunque Rusia, Japón y Canadá, entre otros, no
han accedido a este nuevo compromiso, con lo que la lucha contra las emisiones
de CO2 de los participantes suponen ahora apenas el 15% de las emisiones
globales. Esperamos que este nuevo encuentro sirva para que los gobiernos que
más contaminan el planeta se decidan a avanzar en la adopción de medidas
concretas para sumarse a reducir la contaminación que nos agobia.
La COP 20 tiene el reto de avanzar en las negociaciones entre los
gobernantes y empresarios para que éstos en realidad dejen de destruir el
planeta. El peso principal recae ciertamente sobre los países industrializados
que son los causantes del mayor porcentaje de contaminación a nivel mundial y
cuyo compromiso real es muy débil con esta causa. Así, la COP 19 realizada en Varsovia fue decepcionante y sus resultados fueron calificados como un rotundo fracaso al no haber ni siquiera llegado a establecer un acuerdo
mínimo que caracterizaba a las anteriores conferencias. Hasta hoy, los países
industrializados se niegan a reconocer su responsabilidad en la generación
de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas desde
la Revolución Industrial y, consecuentemente, se niegan también a asumir compromisos
ambientales. Con tal de salvaguardar sus ganancias de corto plazo a costa de la
destrucción del planeta y la afectación de vidas humanas, intentan salvar sus
responsabilidades con formulismos de ampulosas declaraciones y gestos teatrales,
sin asumir de verdad las tareas concretas que les corresponde.
La realización de
ambos eventos en el Perú, a los que se suma, por parte de la sociedad civil, la
realización paralela de la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, se
convierte en un momento importante para la humanidad toda. La sociedad civil
busca empoderarse y seguir construyendo, a través de la movilización ciudadana,
un actor político y social capaz de hacer contrapeso a los gobiernos (como el
peruano) que finalmente defienden a las empresas, sus intereses de acumulación y
no a sus ciudadanos.
La COP 20 será sin duda, un
espacio para evidenciar los desequilibrios ambientales causados por el egoísmo
y el afán de lucro de una minora, y debería serlo también para la acción
política a través de la articulación social de las organizaciones y movimientos
locales y globales que defienden el derecho a vivir en un ambiente saludable.
Es por ello que la Marcha de los Pueblos a realizarse el 10 de diciembre, nos
convoca a los peruanos a participar allí de manera protagónica en el afán de expresar
la conciencia ambiental de los habitantes de miles de ciudades, países y nuestro
único planeta.
De hecho está demostrado
que somos y seremos uno de los países más afectados por estos eventos
climáticos, pero esta información no ha calado aún como debiera en la conciencia nacional.
Nos corresponde como anfitriones de los representantes de los pueblos del
mundo, insistir en la necesidad de establecer medidas para que el clima no siga
cambiando, y más bien, para que el sistema de poder mundial haga suya la necesidad
de preservar la vida de la gente común y corriente y no solo atienda a la demanda
por mantener las cosas como están, que es la que en verdad sostienen las
grandes empresas transnacionales. Si no lo hace nuestro gobierno, deberíamos
manifestarlo con fuerza todos nosotros.
desco Opina - Regional / 28 de
noviembre de 2014
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