Entre
el 26 de julio
y el 11 de agosto se desarrollarán
en la ciudad de Lima los XVIII Juegos
Panamericanos y Parapanamericanos, evento deportivo internacional donde
participarán delegaciones de 41 países de América, calculándose que tomarán
parte de él un promedio de 10 000 deportistas en las diversas disciplinas,
además de público asistente extranjero y prensa internacional que viene a la
justa deportiva más importante del continente americano. Se calculó originalmente
una inversión de 5000 millones de soles, entre obras en las sedes deportivas,
así como en las vías por las que transitarán quienes participarán en los
juegos, según detalla el Plan Maestro de los Juegos Panamericanos 2019. Sin
embargo, para marzo del 2019, la inversión se recalculó a un monto menor que el proyectado originalmente, generando de esta manera un ahorro de alrededor de 1000 millones de soles.
El Plan Maestro
señalaba en sus recomendaciones que se necesitaba planificar la finalización de
las sedes con una antelación de seis meses previos al inicio de los juegos,
pero la mayoría de ciudadanos que transitamos por la ciudad, vimos que a poco
de iniciarse el evento deportivo aún se está trabajando en la mayoría de obras. La Contraloría General de la Republica
advirtió en el mes de mayo que de las dieciséis obras viales planteadas para este evento, ocho no se culminarían dentro
del plazo establecido, siendo proyectos a cargo del Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento y de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
A
pesar de los retrasos y las diversas críticas que podamos hacer frente a un
proceso en el cual hay responsabilidades de dos gestiones metropolitanas y dos
gobiernos nacionales; podemos referir que la infraestructura desarrollada en el
marco de los Panamericanos, será un legado para los actuales y nuevos
deportistas, quienes podrán beneficiarse de las instalaciones. En ese contexto
se requiere la acción colectiva de la ciudadanía a través de sus organizaciones
para cuidar la inversión pública, de manera que no se conviertan en lo que comúnmente
se denomina «elefantes blancos». Para ello será necesario pensar en el mantenimiento
y articulación urbana de aquellas obras que, de la noche a la mañana, se han
construido sin ningún criterio social o cultural del territorio en el cual se
ha intervenido.
Pero
vayamos más allá de planteamientos de vigilancia ciudadana o de mejora de
entornos urbanos y pensemos en como el país (a través de nuestros gobernantes) ganará
prestigio internacional y visibilizará a Lima como una ciudad moderna,
sostenible y equitativa para sus habitantes. Ojala en el futuro podamos tener
importantes inversiones como por ejemplo, para promover el acceso a vivienda
adecuada para familias de escasos recursos; en ese sentido con una inversión de
4000 millones de soles, se podría facilitar el acceso a 176 748 familias al
Bono Familiar Habitacional que es
la modalidad del Programa Techo Propio dirigida a las familias que tienen un terreno propio o aires independizados inscritos en Registros Públicos, sin cargas ni gravámenes, para construir su vivienda.
Es decir, se podría cubrir con
creces a través de este tipo de programa, la demanda efectiva de vivienda que
el Fondo Mi Vivienda ha identificado en 163 000 unidades habitacionales para Lima y el Callao.
Este simple ejercicio nos puede ayudar a ver que, si se trata de
prioridades, la inversión pública, se debe de orientar a resolver los graves
problemas que afectan a las mayorías empobrecidas de nuestras ciudades. Queda
pendiente ver si para el próximo año, podemos cambiar el lema «Jugamos todos» por
el de «acceso a vivienda adecuada para todos» o, también, a salud, educación y
justicia para todos.
desco Opina - Regional
/ 26 de julio de 2019
Programa
Urbano