El Covid-19
y sus efectos colaterales en la sociedad peruana, han tomado el principal
protagonismo en la cobertura de todos los medios de comunicación desde que el
gobierno ordenara en el país el Estado de Emergencia y la inmovilización social,
el pasado 16 de marzo. Pero, ¿qué es lo que revela el quehacer de estos
programas informativos?
En los
noticieros televisivos diarios la expresión de las organizaciones sociales no
tiene un espacio reconocido, como sí lo han conseguido especialistas, médicos,
economistas, infectólogos, funcionarios públicos de alto rango, autoridades y
demás personalidades. La presencia de la sociedad civil ha sido escasa o nula,
al punto de no parecer importante; cuando su participación es tomada en cuenta,
no está dirigida a rescatar propuestas y alternativas sobre las acciones en
medio de la emergencia. Por ejemplo, en el noticiero matinal de Latina del 26 de mayo, una reportera visita el asentamiento humano Cruz del Calvario de San Juan de Lurigancho para conocer los esfuerzos que hacía la gente para
sobrevivir, en él los vecinos son presentados como un grupo de familias que
realizaban una olla común a modo de respuesta ante la falta de alimento.
El
entrevistado, presentado como “el señor Franz”, cuenta que estaba conversando
con otras instituciones privadas sin fines de lucro para buscar apoyo y,
además, propone que las autoridades pueden ver la forma de garantizar un
comercio ordenado que permita a las familias más pobres conseguir algún
recurso. Entonces, la reportera cambia de tema para hablar de la neblina en la
zona, del invierno que está por llegar, las casitas de material noble, y
ahondar en el campo emotivo del personaje a tal punto que este se quiebre en un
enorme primer plano. Antes de terminar la nota, casi por casualidad, se «descubre»
que la secretaria general del conjunto vecinal, María Mayo, estaba allí, pero
no fue presentada ni entrevistada hasta que se pidió un número de contacto para
que los vecinos reciban donaciones. De pronto, según las imágenes, la dirigenta
empieza a recibir llamadas que ofrecen apoyo al asentamiento humano y todo
concluye con el agradecimiento al noticiero por la ayuda.
Aquí apreciamos
cómo las organizaciones sociales y sus representantes no son consideradas una
fuente informativa a consultar, a pesar de que existen y son un soporte de
articulación vecinal en las periferias de Lima. Las juntas vecinales, vasos de
leche, comedores y quienes los presiden, no tienen oportunidad para manifestar sus
propuestas e interpretación de la coyuntura. Más aún, como en el ejemplo
anterior, el noticiero se erige como una suerte de héroe que ayuda a la
población marginada, cuando en realidad el trabajo de respuesta y articulación
social proviene de las mismas vecinas y sus representantes. Así, la capacidad
de movilización y cohesión de la ciudadanía a través de las organizaciones
sociales es casi invisibilizada y arrebatada por el programa informativo.
No cabe
duda de que en este caso se interpone la lógica del sensacionalismo mediático.
Es decir, apelar a las emociones de la audiencia, buscar conmoverla y también
vender el hecho noticioso. El sensacionalismo, antes que generar una reflexión
en el público busca el entretenimiento y la satisfacción de la necesidad de
informarse. De esta manera, la condición política y las acciones que están
realizando las organizaciones sociales ante la crisis (colectas, ollas comunes,
empadronamiento de familias en condición crítica y otras iniciativas) quedan
opacadas por el sensacionalismo que prefiere mostrarlos desde una condición de vulnerabilidad.
Por otro
lado, los enlaces “en vivo” han sido
uno de los métodos informativos a los que más tiempo se ha recurrido. Los
operativos policiales y recorridos a populosos mercados fueron el contenido
principal de los enlaces entre el estudio televisivo y el corresponsal. Justamente,
en uno de ellos de América Noticias
del pasado 6 de mayo, el corresponsal reportea en el mercado “La Paradita” de La Victoria e intenta conversar con
los vendedores ambulantes. A pesar de que los comerciantes le comentan al
reportero que tienen una familia que alimentar y que tampoco han recibido el
apoyo del Estado, el comunicador lo único que rescata es que la gente esté
vendiendo productos en la pista y que los carros pasen tan cerca que pueda
ocurrir un accidente, sin darle importancia al tema de fondo que subyace en
esta escena.
Armand Mattelart sostiene que cada vez que en la sociedad aparece un
fenómeno que desnuda las contradicciones del sistema en que vivimos, surgen
explicaciones que buscan ocultarlos. La propagación del Covid-19 y la
consecuente crisis originada en la mal llamada normalidad (normalidad no
significa que antes no existían otras crisis) son los hechos que han terminado
por evidenciar, aún más, la desigualdad social y económica imperante. Y los
medios de comunicación mayormente, cumplen ese rol de ocultar o no abordar las
desigualdades históricas.
De esta
manera, el discurso de los noticieros difícilmente aborda que más del 70% de la
economía es informal, que un amplio sector de la población vive de los ingresos
del día a día, que siempre existió un precario servicio de salud, que el transporte
urbano masivo nunca brindó condiciones mínimas de salubridad, que los mercados no
tienen sistemas adecuados de almacenamiento de alimentos, entre otros. Todos
estos factores resultan ser determinantes en la práctica cotidiana y explican
también por qué se ve una ola de personas que no pueden quedarse en casa.
Dos
artículos, uno publicado en la página web del Colegio de Sociólogos del Perú y otro en PerúNews.com,
rescatan la función de las organizaciones sociales en diversas situaciones
adversas del escenario peruano (epidemias, terrorismo, falta de alimento) y
cómo contribuyen a contener los efectos de estas sobre la población. Este tipo
de enfoque otorga el valor que las organizaciones sociales poseen y demanda su
presencia en la lucha contra los efectos del Coronavirus. Por tanto, la cobertura
mediática debería promover la participación activa, política y protagónica de
la sociedad civil, si lo que se busca es que los cerca de 149 000 infectados y
casi 4300 fallecidos por Covid-19 no sigan aumentando.
desco Opina - Regional / 29 de mayo
de 2020
descoCiudadano