Hace pocos días los noticieros
daban cuenta de los desmanes de los colectiveros informales de Lima Metropolitana.
Los colectivos interprovinciales también se sumaron a esas protestas, basando
sus demandas en los proyectos de ley de formalización que quedaron en el disuelto Congreso. Curiosamente
–o exprofeso– todos estos proyectos fueron elaborados por la bancada de Fuerza Popular. Pocos medios dieron cobertura al paro de este
sector de colectiveros y menos aún analizaron la real situación del transporte
interprovincial del país que da cabida a la generalizada informalidad.
El Ministerio de Transportes y
Comunicaciones (MTC) a través de la SUTRAN, organiza campañas de sensibilización
para el uso del servicio de las empresas formales y se dedica a hacerse visible
monitoreando las unidades que parten de las terminales. Estas campañas son al
parecer deficientes; de otra forma no se explica por qué buses formales previamente
controlados por esa instancia, terminen a un costado de las pistas con fallas
mecánicas.
Existen normas, pero las capacidades
del Estado y las voluntades de autoridades, funcionarios y de los mismos
propietarios son incapaces de hacerlas respetar o no están dispuestas a ello.
Así, no faltan empresas interprovinciales «formales», cuyas unidades no cumplen con las
exigencias para el transporte de pasajeros. Esta informalización evidencia los
bajos niveles de fiscalización del transporte, limitado a las terminales, pero
sin controlar otros asuntos relevantes como las horas del conductor al volante
ni las condiciones mecánicas de las unidades.
Existen muchas unidades de
transporte que operan sin el debido y oportuno control mecánico, cuyos dueños
son empresas «pantalla» que se cierran en 3 o 4 meses o que cambian de razón
social para evadir impuestos. Sus choferes no descansan el tiempo adecuado, los trabajadores no están
en planilla, tienen un sueldo menor al del mercado o se les paga sólo cuando
están de servicio, lo que los obliga a sobrepasar las horas de trabajo permitidas
para manejar, poniendo en riesgo la vida de los viajantes. No es raro observar buses
que, llegando a la terminal, inmediatamente después embarcan nuevos pasajeros, mientras
sus conductores descansan incómodamente en su interior.
Por otro lado, muchos percances
de los buses son fruto de las irresponsables maniobras de sus conductores, el exceso de velocidad, la inexperiencia
o sus propias condiciones psicológicas. Por ello, no es extraño el alto número
de accidentes en las carreteras con víctimas fatales en los últimos dos meses.
Otro tema a resaltar es la
calidad de los servicios ofrecidos al pasajero: buses que salen con retraso o
simplemente no lo hacen, servicios higiénicos en estado deplorable, cinturones
de seguridad ausentes o deteriorados, etc. Si INDECOPI interviniera, mucho de
lo ofrecido e incumplido ameritaría sanción de publicidad engañosa.
En conclusión, la informalidad
del transporte interprovincial y la mortandad que este provoca se solucionará
con un Estado con capacidad efectiva para fiscalizar y controlar a las empresas
prestadoras del servicio. Tanto el Gobierno Nacional, como los gobiernos
subnacionales, en las competencias que les corresponden, deben actuar para
mejorar la calidad y seguridad del transporte de pasajeros y carga, lo que sin
duda demanda contar con los recursos financieros y profesionales mínimamente
adecuados.
Entre otras cosas, el MTC debe
evaluar a las empresas y someterlas a procesos de acreditación en plazos
perentorios, estableciendo condiciones para renovar las autorizaciones. La Policía
Nacional debe jugar también un rol importante en el control del servicio –sobre
todo en las carreteras–, y los usuarios deben exigir calidad en el mismo y
denunciar irregularidades y presumibles actos de corrupción que permitan la
operación irregular e ilegal de las unidades de transporte. Mientras tanto –y
tal como está la situación– seguiremos escuchando hilarantes, pero trágicas
confesiones de los colectiveros informales: “suba
nomás, porque nosotros llegamos más rápido y matamos menos”.
desco Opina - Regional
/ 13 de diciembre de 2019
Programa
Regional Centro - descocentro