jueves

Marcha metropolitana por el derecho a la ciudad



El pasado 21 de julio se realizó en Lima la Marcha Metropolitana por el Derecho a la Ciudad impulsada por la Unión de Estudiantes de Arquitectura de Lima (UDEAL). Ellos, desde el año 2015, desarrollan una lucha ciudadana que busca devolverle a la ciudad el sentido de planificación y organización del territorio frente al «obrismo» de proyectos sobrevaluados, aislados y realizados sin consulta por la gestión municipal del alcalde Luis Castañeda Lossio.
Lima, con cerca de 10 millones de habitantes, es la quinta ciudad más poblada de América Latina luego de Ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires y Río de Janeiro. Como centro político, cultural, financiero y comercial del país, constituye el símbolo histórico del centralismo peruano. Una reciente encuesta identifica la inseguridad ciudadana, seguida del desorden en el transporte público y la corrupción de autoridades y funcionarios municipales, como los tres principales problemas que enfrenta la ciudad.
La convocatoria de UDEAL expresa el descontento de muchos ciudadanos ante una ciudad sometida durante años a intereses ajenos a la población, en la que predomina la improvisación, la falta de voluntad política y principalmente la corrupción. Esta vez al salir a las calles –una vez más– para marchar exigiendo el derecho a la ciudad se ha desplegado una plataforma de exigencias ante la ausencia de prevención de cara a los desastres, contra la insistencia en la ejecución de obras improvisadas con fallas estructurales y sobrecostos, y la burda privatización de espacios públicos como parques y playas. Se suma una lista que incluye problemas que se acumulan como la falta de voluntad para mejorar el transporte público, la ausencia de un plan urbano integral para Lima, el abandono del patrimonio histórico, la falta de transparencia en la gestión de la ciudad, la pasividad ante la informalidad y la fuerte corrupción, además de una clamorosa ausencia de voluntad para atender el problema de vivienda social. Todas ellas son demandas, que de acuerdo a la ley, son competencia de la Municipalidad Metropolitana de Lima, aunque el alcalde Castañeda se niegue a asumirlas como tarea en este, su tercer mandato.
Es oportuno recordar que Lima ha crecido impulsada por familias de todas las regiones del país llegadas a la ciudad buscando mejores oportunidades (acceso a empleo, educación, salud, justicia, etc.). Son peruanos forzados a acomodarse en espacios reducidos del centro de la ciudad y obligados también a conquistar la tierra a través de la organización y la participación comunitaria como en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Su trabajo cotidiano para sostener a sus familias, dio paso a la construcción de sus viviendas y barrios, escuelas, caminos y espacios públicos que han sido hechos por los propios habitantes. Esta Producción Social del Hábitat, denominada así por la Coalición Internacional por el Hábitat (HIC) referida a todos aquellos procesos generadores de espacios habitables, componentes urbanos y viviendas que se realizan bajo el control de auto-productores y otros agentes sociales que operan sin fines de lucro, son procesos de producción y gestión social del hábitat que se dan tanto en el ámbito rural como en el urbano, y pueden tener origen en las propias familias actuando individualmente, en grupos organizados informales, en empresas sociales como las cooperativas, o en las ONG, entre otros. Las variantes autogestionarias incluyen desde la auto producción individual espontánea de vivienda hasta la colectiva que implica un alto nivel organizativo de los participantes y, en muchos casos, procesos complejos de producción y gestión de otros componentes del hábitat.
El proceso abierto por UDEAL en Lima con la participación de más de cincuenta organizaciones e instituciones de toda la ciudad, se suma así al proceso latinoamericano en marcha en otras ciudades y países de la región por construir una plataforma común de lucha en pro del Derecho a la Ciudad, articulando demandas y organizaciones en torno a los problemas que expresan los intereses colectivos, sociales y económicos, de manera especial los de grupos vulnerables y desfavorecidos de nuestras ciudades, respetando las diferentes culturas urbanas y el equilibrio entre lo urbano-rural.
La marcha UDEAL constituye así un paso demostrativo de los avances en el proceso de agregación de intereses urbano-ciudadanos al movilizar a mucha gente y sus organizaciones que reaccionan ante el abuso o la ausencia de responsabilidad de las autoridades municipales de nivel local y metropolitano. Se aprecia ahora una nueva situación en la que se construye un tejido social dinámico y diverso conformado por vecinos procedentes de diversas partes de la ciudad que confluyen en la exigencia creciente del respeto al “Derecho a la Ciudad”. Se levanta una propuesta política surgida de la ciudad misma que reivindica la posibilidad de que la gente vuelva a ser dueña de su hábitat urbano. Nosotros ya nos sumamos y seremos muchos más.

desco Opina - Regional / 27 de julio de 2017
Programa Urbano

viernes

Cuando la cama me da vueltas



Sorprendiéndonos una vez más, el gobierno acudió en auxilio del fujimorismo y de parte importante de la oposición, que se debatía afectada por una oleada de disputas internas y divisiones que alcanzaban a la mayoría de sus tiendas. El partido naranja sumido en la pugna –ya abierta– entre Keiko por un lado, y Kenji y Alberto por el otro; el Frente Amplio disminuido a su mitad original, buscando algún mecanismo «ingenioso» que les permita quedarse con las cuatro comisiones que tuvieron en la legislatura ya concluida, mientras el APRA y AP, atrapados en las disputas que han prolongado sus elecciones internas. 
En ese escenario, la decisión gubernamental de retirar de la Procuraduría ad hoc a Katherine Ampuero, que arrastró la salida de Julia Príncipe de la Procuraduría General y del Consejo de Defensa del Estado, apareció como un salvavidas que les permite llegar al 28 de julio, recuperando su tono vocinglero en los más de los casos y claramente altisonante y provocador desde el fujimorismo. El «veranillo» que infructuosamente trató de crearse tras el diálogo entre PPK y Keiko, parece que terminará una vez más en lo mismo. Más allá de si la decisión del gobierno fue correcta o no, y nosotros creemos que era indispensable el retiro de ambas, llama poderosamente la atención la falta de pericia evidenciada por la Ministra Pérez Tello, teóricamente una de las pocas políticas del gobierno.
La manera en la que se anunció su salida, por televisión y no a través de una resolución y un comunicado previos, dejó a la titular de Justicia en manos de los dimes y diretes en los que ambas abogadas han demostrado experiencia larga e importante capacidad histriónica. Apoyadas mayoritariamente por los medios, han devenido en supuestas víctimas de la lucha contra la corrupción y la defensa de su autonomía, que estaría tocando las puertas del gobierno. En otras palabras, ambas son hoy día parte de la munición de grueso calibre de la que se alimentan muchas de las figuras políticas que aparecen sistemáticamente sindicadas de vinculación con actos de corrupción, empezando por un Alan García, ya experto y cuajado en encontrar la corrupción en otros como la mejor manera de alejar los reflectores que nunca llegan a afectarlo.
El resultado es claro. Los declarantes de siempre tendrán amplio espacio en los medios y los recurrentes analistas de todos los días, tendrán papel y cámara para especular sobre la precariedad y los pecados del gobierno. La primera, como lo demuestra el hecho, es evidente. Los pecados también, pero parece no existir un interés real en llegar a ellos, como lo evidencia el caso Chinchero, por ejemplo. Por debajo, varios intuimos que el retiro de ambos personajes de la Procuraduría –basta recordar que la doctora Príncipe en más de una ocasión ha evidenciado su corazón estrellado– es parte de la evidente trama en la que están comprometidos el Ministerio Público y la Procuraduría, para lograr el necesario «control de daños» que ocasionaría Lava Jato.
De esta manera, el salvavidas lanzado a los partidos, les permitirá esconder sus problemas y sus miserias por un nuevo período. Keiko Fujimori podrá olvidar por unas semanas la posible libertad de su padre o la probabilidad de que cumpla condena en su domicilio, lo que la llevaría a un indeseado escenario de compartir y competir por el liderazgo naranja; las reacciones de los conversos (Alcorta, Galarreta y Salaverry) a los tweets del exmandatario son muy claros al respecto. Alan García seguirá durmiendo tranquilo sin preocuparse, una vez más, por el trance en que ha puesto a su exánime partido y riendo porque ahora el corrupto puede ser PPK. En el Frente Amplio, finalmente, pueden empezar a especular sobre su eventual recomposición para mantener las Comisiones congresales que tuvieran en el pasado. En todos los casos, la política reducida a estatutos, reglamentos y sanciones para disimular la falta de propuestas y su desvinculación de la gente, situación que pretenden prolongar, enterrando la reforma electoral.
Mientras tanto, la economía parada, al extremo que el nuevo ministro del sector, acepta ya que este año no crecerá lo poco que habían previsto… pero el próximo año será mejor; los corruptos, preocupados por la corrupción de los otros; la gente expresando en la calle sus malestares –médicos, maestros y otros trabajadores–, los piuranos marchando porque no tienen recursos para su reconstrucción, cocaleros y un largo etcétera más, cada uno por su lado. La incertidumbre es cada día mayor en un contexto en el que no hay actores fuertes. En un escenario así, ¿podemos esperar algo del discurso del 28 de julio?


desco Opina / 21 de julio de 2017

lunes

Carne de camélidos, la carne del futuro



Tradicionalmente, las carnes de alpaca y llama han sido objeto de una severa discriminación. Señaladas como «carne de indios» sufrieron la misma marginación que el poblador andino en la cultura nacional. En algún momento, como consecuencia de los prejuicios y la desinformación, se llegó a sostener que su consumo provocaba la transmisión de la sífilis o hasta hace poco, que era portadora de triquina, ambas suposiciones totalmente descartadas por los estudios científicos realizados por universidades del país y el extranjero. Tan prolongada fue la marginación que recién en el año 1995 la carne de los camélidos sudamericanos domésticos es incorporada en el Reglamento Tecnológico de Carnes.
Por el año 2004, el Estado Peruano creó el Sello de Calidad de la carne de alpaca y llama con el propósito de establecer los estándares para la comercialización del producto, la trazabilidad del mismo y con ello su acceso a mercados más competitivos, lo que nunca llegó a implementarse. Como vemos, no basta la creación de un sello, la designación de una fecha conmemorativa, o nombrar a una de estas especies como producto bandera, sino que hay mucho por hacer e invertir en el sector de los criadores de camélidos para lograr resultados. Estas tareas todavía siguen siendo una deuda del Estado con el sector.
A mediados de la década del 90, desco implementó una campaña de revaloración de la carne de alpaca en el sur y centro del país, consiguiendo la participación de expertos de nuestra gastronomía, como Cucho La Rosa (mentor de la cocina novoandina) y del Colegio Médico en Arequipa. Esta campaña generó abundante información que fue difundida en medios de prensa nacional, lo que dio como resultado que la carne de alpaca alcanzara «ciudadanía» y comenzase a aparecer en las cartas de reconocidos restaurantes.  Hoy por hoy, tiene una gran demanda entre los turistas que visitan el país, y es uno de los ingredientes estrella en los restaurantes turísticos.
Se superó así la tradicional práctica de ocultar su utilización en la preparación de diferentes platos indicando que se hacían con cordero cuando en realidad se empleaba alpaca o llama. Sin embargo, la discriminación cultural no desapareció del todo, mientras la carne de alpaca adquirió «ciudadanía», la valoración negativa de la carne de camélidos se trasladó a la carne de llama, lo que ha dado lugar a un nuevo fenómeno mediante el cual la llama, al ser beneficiada para el consumo, se convierte en alpaca y así en los mercados solamente podemos encontrar la oferta de carne de alpaca. Sobre este punto, cabe precisar que en el país anualmente se comercializan alrededor de 12 mil toneladas de carne de alpaca y 5 mil toneladas de carne de llama.
La semana pasada, descosur nuevamente ha salido al ruedo para promocionar no sólo la carne de alpaca, sino también la de llama, lanzando la campaña “Buena Carne”, con el propósito de revalorar su consumo e incrementar su demanda con miras a una mejora en la economía de los productores altoandinos. Para lograrlo, Buena Carne va a difundir abundante información sobre este producto.  
Uno de los puntos fuertes de esta renovada campaña es la difusión de las propiedades de la carne de alpaca y llama: un alto contenido proteico que supera a todas las demás carnes unido a un bajo contenido de grasa. Por la naturaleza de su alimentación, que proviene exclusivamente de pastos naturales, sin el empleo de agroquímicos, que se riegan con el agua de lluvia o los deshilos en la cordillera, estas carnes están destinadas a ser la carne del futuro. Especialmente ahora, tras el escándalo de Pura Vida, los consumidores peruanos están prestando más atención a lo que se llevan a la boca.
Se requiere de modo urgente la reformulación de las políticas públicas para estimular la investigación en el desarrollo de productos y subproductos de la carne de camélidos para la explotación de todo su potencial, invirtiendo las prioridades actuales que privilegian a la carne de pollo, con un alto contenido de insumos importados (casi el 100% de su alimentación se importa). El Estado debería prestar más atención a los guardianes del Ande, los productores de alpacas y llamas, ya que aún están invisibilizados los beneficios que acarrean sus labores pastoriles y de conservación en la pradera altoandina, entre ellas, la protección de las nacientes de la cuencas hidrográficas que nos dotan de agua y hacen posible la vida en nuestras principales ciudades costeras.
Es la hora de saldar la deuda histórica con los recursos que nuestra cultura originaria aportó a la humanidad con la domesticación de estas especies.

desco Opina - Regional / 14 de julio de 2017
Programa Regional Sur