Un sismo de gran magnitud remeció Caylloma el 14 de
agosto, dejando seriamente afectados a los pobladores de varios distritos de la margen
derecha del Cañón del Colca, así como la infraestructura agrícola y
edificaciones públicas. El Gobierno Regional y otras instituciones estatales
respondieron con prontitud a la emergencia. La alerta llegó al Gobierno
Nacional, que sin tardar decretó el estado de emergencia en doce distritos afectados para
iniciar con la reconstrucción.
Para
evitar que la cadena de solidaridad se tuerza, el alcalde provincial de Caylloma, Rómulo Tinta, hizo una advertencia a tiempo
para que la ayuda sea canalizada adecuadamente. Este ha sido un punto a favor
del Centro de Operaciones de Emergencia Regional, en cuyos almacenes se están
guardando las donaciones para repartirlas según las necesidades de los
distritos. El Gobierno Nacional también ha sabido responder con efectividad,
distribuyendo la tarea de elaborar las
fichas PIP (Proyectos de Inversión Pública) para la rehabilitación de la infraestructura hídrica dañada a las diferentes instituciones adscritas al MINAGRI, labor vital
para la supervivencia de los pobladores del Colca, dedicados en su mayoría a las
actividades agropecuarias. El Ministerio de Educación está enviando aulas
prefabricadas para reponer la infraestructura educativa afectada, y el
Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, también está haciendo lo
mismo con lo que respecta a las casas dañadas.
Podemos
decir entonces, que la emergencia ha sido respondida con efectividad, y
Caylloma se está reponiendo rápidamente de los daños causados por este fenómeno
natural. Sin embargo, un punto de vital preocupación merece una profunda
discusión una vez pasada la urgencia de atención a los damnificados: cómo se
realizará la reconstrucción de las viviendas, con qué materiales, en qué
condiciones.
Recientemente, el INGEMMET ha levantado información en la zona y ha identificado más de
30 fallas de origen tectónico en el Cañón del Colca, descartando el origen
volcánico de los constantes movimientos telúricos que se producen en esta área.
La intensidad del último sismo, que causó tanto daño, no fue el de un
terremoto, pero su cercanía a la superficie, la debilidad de las casas de
adobe, el terreno blando donde se han levantado y las fallas tectónicas de la
zona, ponen en evidencia la fragilidad de la población del Colca, todo lo cual
es necesario tomar en cuenta en los futuros trabajos de reconstrucción.
¿Qué hacer para adelante? ¿En qué consistirá este
programa de vivienda? Todavía son interrogantes que no se han resuelto.
Diversas universidades vienen probando la construcción de viviendas resistentes
a los movimientos telúricos e incluso han estado trabajando en modelos del
llamado adobe estabilizado. ¿Serán tomados en cuenta? ¿Pueden ser una solución
a largo plazo? El gobierno tendrá que ver la mejor alternativa, tomado en
cuenta que la prioridad son los pobladores antes que las iglesias, por más
monumento arquitectónico que sean.
La participación de la población afectada en la discusión
y planteamiento de las alternativas de reconstrucción va a ser decisiva y
contribuirá a hacer sostenible el esfuerzo, ya que los especialistas en la
materia deberán incluir en los futuros diseños las aspiraciones y demandas de
la gente. En este sentido, el proceso no puede tener solamente una dimensión
técnica sino también política, es necesario que está discusión sea
participativa.
desco Opina - Regional / 26
de agosto de 2016
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