Luego de culminada la segunda vuelta electoral y de conocerse el triunfo del candidato de la Alianza Regional Todos por Pasco, Ing. Klever Meléndez, se hace necesario evaluar algunos aspectos de esta etapa del proceso electoral de la región. Sin lugar a dudas, lo más resaltante ha sido la reducción de los entusiasmos de la gran mayoría de los electores. Si en la primera vuelta los ímpetus de los simpatizantes de los candidatos a los gobiernos locales dieron colorido y soporte correligionario a los eventos proselitistas, en la segunda vuelta, luego de conocidos los nombres de los alcaldes y consejeros regionales electos, no se produjeron movilizaciones ni mítines masivos de respaldo a las candidaturas a la presidencia regional. Las explicaciones a esta situación podrían ser muchas, pero la más factible es la incapacidad de los pobladores de seguir dando soporte a sus simpatías, ya que al prolongarse el proceso electoral por dos meses más, no sólo los candidatos tuvieron que asumir nuevos gastos para continuar con sus afanes electorales sino que, los ciudadanos debieron evaluar el impacto de los días de la extensa campaña en sus vidas privadas, más allá del compromiso cívico que sienten por los intereses de su región.
La guerra sucia se mantuvo como una constante desde la primera vuelta, los golpes bajos, denuncias y acusaciones sin confirmar no dejaron de difundirse por volantes y medios radiales, afectando a uno u otro candidato. A ambos candidatos se les ha acusado de paternidades extramatrimoniales e incluso sin reconocimiento de filiación paterna, esperando que un supuesto «efecto Zaraí» perjudique su imagen y sus aspiraciones presidenciales. De ser ciertas esas denuncias existirían censurables cuestionamientos morales, pero ningún impedimento legal para continuar en la competencia electoral. De todas formas sigue siendo una tarea pendiente de solución la visibilización previa de las cualidades morales de los candidatos a los cargos de elección para evitar que los niños –materia de las denuncias– sean puestos en vitrina sin considerar los efectos sicológicos que puedan ocasionárseles a futuro.
Las estadísticas finales de la segunda vuelta, nos muestran que mientras el candidato de Somos Perú creció en un 37% en relación a la primera vuelta, el candidato de Todos por Pasco, merced a la capitalización de simpatías con los líderes de las otras listas que compitieron en la primera vuelta, duplicó en un 102% su respaldo electoral (de 31,740 dio el salto a 64,041 votos). Lo curioso del festejo lo dieron los simpatizantes de las listas que en la primera vuelta quedaron fuera de carrera y que para esta segunda vuelta electoral se aliaron con el ingeniero Klever Meléndez. Sus emotividades eran dignas de quienes asumirían la gestión regional. Aparentemente perciben que «los votos y servicios prestados» para esta segunda vuelta electoral, les otorgarán ciertos derechos dentro de la administración entrante. Sin embargo, en vísperas de un proceso electoral general en donde cada uno de ellos cogerá sus propios rumbos y simpatías presidenciales, es probable que esta alianza construida en base a enemistades políticas comunes y no sobre coincidencias programáticas, se vea resquebrajada antes de culminar el primer semestre de gestión; con lo cual no existirían condiciones que garanticen la gobernabilidad regional ya que todo indica que este triunfo no corresponde al crecimiento de un nuevo liderazgo regional, pues aparentemente responde a un «endose de votos» sin ningún acuerdo concreto.
Vistas así las cosas, menudas complicaciones tendrá que asumir el ingeniero Klever Meléndez para llevar adelante una buena gestión regional, en donde no ha quedado nada claro cuáles son sus compromisos con sus ocasionales aliados; pero ante todo no debe de olvidar que ahora su responsabilidad es armar un equipo de trabajo con capacidades técnicas que le asegure cumplir con las expectativas de los pasqueños, por encima de cualquier compromiso político o personal.
Programa Selva Central
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