Motivados por el nuevo proceso
eleccionario nacional próximo y en medio de un panorama incierto sobre lo que
nos deparará la gestión de nuevas autoridades en el país, vemos que se han
producido algunos cambios que podrían ser importantes. Varias autoridades
electas, han dejado sus cargos como el caso del gobernador regional de La Libertad.
Aquí en Lima ha sido el alcalde metropolitano
quien ha renunciado para tentar el sillón presidencial del país. Todo estaría bien, si
las gestiones de ambos funcionarios destacaran con referencias positivas a
resaltar lo que nos haría esperar que el nuevo espacio para el cual tientan sirviera
para replicar o mejorar lo hecho. Lamentablemente, los resultados de ambas
gestiones son pobres, dejan mucho que desear, y los “logros de sus gestiones”
palidecen ante la creciente inseguridad
ciudadana
y obras inconclusas en
las que se ha dispendiado mucho dinero público.
Percibimos, en el caso de los municipios
de Lima, que enfrentamos gestiones que en forma generalizada se han
caracterizado por autoridades de muy limitada capacidad en los distritos. Así,
en Lima Metropolitana, a dos meses de culminar el año, solo nueve alcaldes distritales
han logrado apenas ejecutar el 60% del presupuesto asignado a obras para este
2025. Mientras
tanto el forado que tiene el presupuesto de Lima por presupuesto comprometido a
futuro para pago de deuda contraída, está en la misma cuenta en rojo de los
trenes gastando vanamente 22 millones de dólares para importar chatarra ferroviaria
con toda impunidad.
Cabe preguntarse dónde radica el
principal problema para cumplir con las metas programadas; parte de la
respuesta la vamos a encontrar si indagamos por los mecanismos de vigilancia, control
y seguimiento vigentes. La participación ciudadana está marginada y no se le
tiene en consideración para garantizar que las obras se ejecuten atendiendo criterios
de calidad y contando con los aportes y participación de la comunidad en
general, para determinar el nivel de
satisfacción que se tiene sobre su realización y resultados.
Sin embargo, lo que vemos es la implementación
de distintos proyectos apurados bajo la modalidad de fast trak, hechos
sin mayor estudio evidenciando –sin vergüenza y con descaro– un afán de
marketing electorero y nada más. Incluso en obras con oposición del vecindario
y carentes de fundamentos
técnicos,
que terminan siendo grandes elefante blancos sin mayor utilidad o peor aún,
obras que ponen en peligro a la comunidad a la que deberían servir.
Por ello, no es menos importante la
tarea de educar y capacitar a los ciudadanos en sus derechos y obligaciones a
vivir en ciudades, en grandes metrópolis como Lima, que deben ofrecer niveles
crecientes de calidad para sus habitantes como ocurre en muchos lugares de
Sudamérica, por ejemplo.
Vemos con estas renuncias, malas
prácticas de nuestras autoridades, que nos conducen a vivir en ciudades que en
lugar de mejorar son cada vez peores. La forma como producimos las ciudades y cómo
somos laxos o estrictos para exigir mecanismos de control más adecuados, nos están
conduciendo a situaciones de creciente violencia y colapso que pueden medirse.
Un terrible ejemplo en Lima Metropolitana, es el hecho de que un 60 % de las licencias
de construcción otorgadas no pasan por una verificación técnica, según informa
la Contraloría General de la República.
La escasa participación ciudadana y la
poca fiscalización que se ejerce para construir una ciudad con crecientes
estándares de calidad para la mayoría de sus habitantes es un grave problema
que nos afecta a todos en medio de la pasividad. Este momento de reemplazo de
unas autoridades por sus herederos debe servir como una nueva oportunidad para
que exijamos un mayor control urbano de nuestras ciudades y promovamos iniciativas
que mejoren su calidad en los espacios públicos colectivos, áreas verdes, los
servicios públicos, la transitabilidad urbana y la generación de empleos
adecuados. Y, por cierto, la calidad de las viviendas en las que habitan precariamente
millones de limeños.
desco Opina - Regional / 24 de
octubre de 2025
descoCiudadano
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