El fallo del Tribunal Constitucional en
contra de la llamada Ley Antitránsfuga parece ser lo único que podría alterar
la dinámica de la correlación de fuerzas en la “alta” política peruana. Si el
gobierno de PPK tuviera operadores políticos, estaría tratando de funcionar
como cuña para aprovechar las grietas que ya exhibe dicha bancada. Por su lado,
la bancada oficialista no se puede fortalecer y el único juego posible es tratar
de debilitar a los otros; dividir es una forma de hacer política, después de
todo. La decisión quedó en entredicho gracias a la indiscreción del oficialista
Gilbert Violeta, que ya reconoció su error. Difícil imaginar más impericia. Mientras
tanto, la huelga de maestros se acaba, más por desgaste que por virtud del
gobierno. La izquierda busca ubicarse en un lugar que tenga sentido, tanto
arriba como abajo.
En el Congreso, la facción de Nuevo Perú
se beneficia con el fallo del TC pero eso no la fortalece tanto como podría
parecer. En abstracto, le daría más capacidad de negociación o palanca para
negociar en el Congreso, pero las congresistas Glave y Huilca, por ejemplo,
tampoco son Mulder y Del Castillo. Las primeras, acaso más principistas y
alejadas de manejos, digamos, pragmáticos. Dicho sea de paso, Mauricio Mulder
se hace un flaco favor al declarar que el Congreso podría desconocer el fallo
del TC y luego, al decir que el TC “es un tribunal de pacotilla”. Lanzar
adjetivos destemplados, pese a ser una especialidad del congresista aprista, no
puede ser un recurso usado indiscriminadamente a riesgos de perder
credibilidad. De cualquier forma, solo las interpretaciones más interesadas y delirantes opinan que el TC trabaja para los ‘humalistas’. El gran riesgo del fallo del TC lo
percibe y lo escenifica públicamente Fuerza Popular (y sus aliados) y no el
Frente Amplio.
La cuestión de fondo, más allá de las
sanciones que se decidan para Gilbert Violeta, es que una decisión contra el “candado fujimorista” es perfectamente comprensible y justa. Lo
que se busca en el Parlamento es pluralidad más que la sujeción de muchos a
unas cuentas voluntades. Es muy forzado pretender que una iniciativa como esta,
una de las pocas cosas que ha hecho el fujimorismo como propuesta en el
Congreso, contribuye a fortalecer a los partidos más que, por ejemplo, la
transparencia a la que la misma bancada naranja es tan reacia.
Tanto esto como la otra amenaza para el
bloque de oposición fujimorista es Odebrecht. Todo esto se percibe como una
pelea ‘en las alturas’ con las cuales el muy socorrido y poco comprendido
‘ciudadano de a pie’, tiene muy poco que ver. Aunque no faltan quienes ven indicios de un activo encubrimiento de las consecuencias que podría tener
el caso para con fujimoristas y apristas, pareciera que estamos a merced de lo
que venga desde Brasil.
Más cerca a la calle estuvo la huelga.
Los ciudadanos y ciudadanas se han declarado informados de la misma y en
general de acuerdo con una agenda reivindicativade los maestros del Perú.
Como en el caso de la Salud, hay una clara conciencia sobre las fallas y vacíos
en cada sector. No obstante, las personas también se manifiestan a favor de la
evaluación, mostrando que la calidad es percibida como uno de los problemas
clave de un sector donde, otra vez, se pretendió que cada quién resuelva sus
problemas como pueda, recurriendo a una educación básica privada que no es
consistente para todos y todas.
La
izquierda política quedó un tanto descolocada por los radicales de
raigambre maoísta,
precipitando la caída de Patria Roja. Tras un primer momento donde fue
necesario mostrar apoyo a lo que la agenda traía como justas reivindicaciones de derechos de los maestros y maestras, al tiempo que se recusaba los adjetivos que podían resultar en un proceso de estigmatización, tanto desde el Gobierno y algunos medios de comunicación.
Ahora, se trata de concebir los derechos
en su totalidad, incluyendo el de los alumnos y alumnas a recibir una educación
pública de calidad. También es momento de no dejarse llevar por el entusiasmo
que trae cualquier movilización ciudadana. Acaso de ser un poco más realista y
comprender que este es el tipo de sindicato de maestros que vamos a tener al
menos por los próximos años. Pareciera que la izquierda tiene capacidad de reaccionar, al menos en el discurso por una concepción de derechos más
abarcadora. El deslinde con grupos interesados en avanzar sus posiciones de
poder y vinculados a Sendero Luminoso, seguirá siendo una labor permanente.
Puesto que el juego de “arriba” parece
que se mueve en base a actores que ocultan sus verdaderas intenciones del ojo
público, pese a lo altisonantes que son algunos congresistas, no se debe
sucumbir irreflexivamente al entusiasmo por toda movilización ciudadana
solamente porque es más accesible al propio campo de acción. La izquierda debe
recuperar la capacidad de conectarse con las demandas de las mayorías pero con
discernimiento para ver cómo se impulsa la capacidad de avanzar puntos en la
propia agenda.
El desmontaje de la descentralización,
por ejemplo, tiene mucho que ver con el actual escenario de la educación. En el
esquema de inicios de este siglo, se suponía que Educación y Salud iban a ser
competencias transferidas al final, cuando los gobiernos regionales y locales
hayan demostrado capacidades. El gobierno de García desplomó todo el esquema al
radicalizar la transferencia sin acreditación alguna. La izquierda se embarcó
en la reforma descentralista con muy buenos argumentos y razones y podría ser
momento para ponerla en debate nuevamente, de cara a las elecciones regionales
y locales de 2018, señalando y nombrando a quienes se esforzaron por
reconcentrar todo el poder arriba, donde el poder parece ser solo un medio para
que la plata llegue sola.
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