viernes

Un gobierno con poco oxígeno


Como era previsible, los temblores empezaron a acechar al nuevo gobierno apenas días después del voto de confianza a su Gabinete. El Presidente de la República debe haber descubierto ya, que el nuevo «estilo» de comunicación con la gente –viajes, visitas y gestos que lo acercan a la gente de a pie–, tiene un techo muy bajo. Más bajo todavía, cuando desde su propio equipo, se hacen méritos para evidenciar su debilidad y su falta de norte en temas que son cruciales para el país, como lo demuestran dos hechos recientes.
El triste espectáculo para desprestigiar al Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) promovido por el congresista Edwin Donayre, apareció como el «disparador» de una campaña, seguramente organizada desde el fujimorismo, destinada a construir la nueva narrativa que necesitan del conflicto interno y de su rol; reescribiendo la historia reciente del país y sellando en el camino su alianza con sectores militares y empresariales, distintos grupos católicos y evangélicos ultramontanos, así como algunos periodistas, para allanar el camino neoconservador y autoritario que buscan entronizar el 2021. Más lamentable aún la deplorable reacción de la Ministra de Cultura que en su afán por lavarse las manos, terminó inclinándose en el Congreso ante un grupo desbocado de congresistas, que hicieron evidente la operación en curso. Perdió ella, pero también el gobierno todo, que se desentendió del ataque.
Simultáneamente, tuvimos la minicrisis provocada por el Ministro de Economía tras su presentación el martes 15 ante la Comisión de Economía, donde adelantó que se pensaba cobrar el Impuesto a la Renta a partir de un ingreso mensual menor al actual para ampliar la recaudación en 600 millones de soles anuales, que provocó un corto circuito en el Ejecutivo, ante la multiplicación de las críticas. El Premier y el propio Presidente, finalmente, tuvieron que salir al frente y echarle agua fría al responsable del sector que pretendía levantar menos del 0.1% adicional del PBI, en un escenario en el que el mismo Fernando Tuesta advirtió que las exoneraciones tributarias, que benefician a los más ricos, alcanzan los 16 500 millones de soles, mientras la evasión,  supera los 60 000 millones. El daño, sin embargo, ya estaba causado.
Con un gobierno que muestra tan pronto tal debilidad e impericia, cabe preguntarse por su futuro inmediato y por las fortalezas que contribuyan a su sobrevivencia, máxime cuando las protestas y paralizaciones contra las medidas adoptadas con el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), se iniciaron ya en el sur. Antes que ajustar números más o menos, el gobierno debió exponer el desastre tributario que encontró, las enormes trampas que representan los contratos con excepciones tributarias que se realizaron en el pasado con las grandes empresas –no sólo las mineras–, mostrando que en esas condiciones ningún país puede enfrentar la pobreza y la desigualdad. Su debilidad «de origen», pero también su compromiso con el modelo, lo llevan a evitar esta confrontación eminentemente política, optando por «administrar» la cosa pública buscando imposibles equilibrios minimalistas.
Todo indica que el capital mayor del Ejecutivo radica en las debilidades de las principales fuerzas políticas del país, interesadas antes en reordenarse para enfrentar el 2021 con posibilidad de éxito electoral, que en hacerse cargo de un país con signos crecientes de agotamiento y descomposición. El fujimorismo, que aparece en este escenario como la fuerza principal que condiciona al gobierno, permanece enredado en sus propios dilemas. Keiko Fujimori, empeñada en poner orden y reescribir la historia del país y de su padre para aparecer como la cara «democrática» de una amplia alianza neoconservadora, está atrapada por su esencia autoritaria y sus vínculos con la corrupción, pero también por su necesidad de continuar controlando el Congreso.
Las amenazadoras declaraciones del Presidente de ese poder contra los medios que osaron preguntar por la compra de frigobares, televisores y computadoras a través del mecanismo de adquisición directa, no dejan lugar a dudas, como tampoco lo dejan los esfuerzos de algunas de sus figuras más visibles e importantes, Miguel Torres y Úrsula Letona, por impedir que las cooperativas, sospechosas de facilitar el lavado de activos, sean supervisadas por la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS). Las recientes declaraciones de su candidato a gobernador regional de Junín, sosteniendo que exmilitantes del MRTA y Sendero Luminoso (SL), hoy lo hacen en Fuerza Popular, son apenas la cereza del pastel de los múltiples discursos y rostros naranjas.
Como la situación de las otras fuerzas políticas presentes en el Congreso no es mejor, el Ejecutivo en el corto plazo, respira con cierto alivio, pero puede terminar rápidamente, de multiplicarse los malestares de la gente y/o los miedos de los empresarios. La inminencia del mundial de fútbol y la novela de Paolo Guerrero lo ayudan a plazo fijo. Sin embargo, después de estos días, queda claro que si no son capaces de mostrar resultados de su gestión en un par de meses más; si no consiguen avanzar en una agenda de prioridades de la que carecen y continúan evidenciando su desarticulación como gobierno y la precariedad de sus operadores, se les agotará el oxígeno. En esa situación, para sobrevivir, sólo les quedará convertirse en un gobierno zombie.


desco Opina / 25 de mayo de 2018

jueves

Sector camélidos: tomando el pulso al MINAGRI


Recientemente, el ministro de Agricultura y Riego, Gustavo Mostajo, declaró que una de las prioridades del sector es elevar la calidad de vida del productor agrario, contribuyendo a la reducción de la pobreza rural. Su meta: elevar el ingreso del productor en 30% al 2021. Para alcanzarla, anunció el próximo lanzamiento de diversos planes agrarios; sin embargo, en este paquete no se incluyó ninguno vinculado al manejo y a la crianza de camélidos sudamericanos, actividad de la cual dependen alrededor de 114 mil productores y sus familias, 99% concentrados en los departamentos de los Andes centrales y de la sierra sur. A esta omisión se suma el retraso en la implementación del Instituto Nacional de los Camélidos Sudamericanos (INCAS, Ley 30674)
Según el cronograma establecido en la referida norma, se encargó al Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI) su promoción e implementación. A finales de este mes vence el plazo para su creación, y ni siquiera se ha formado la comisión de cinco personas –que debió instalarse el pasado mes de diciembre– con el fin de promover su implementación. Menos aún se ha discutido el desliz –por decir lo menos– de haber supeditado su creación a la constitución de una Asociación Público-Privada, condición que haría que su propósito sea inviable: ¿Cuál es el actor privado (léase empresarial) que quiera y pueda financiar el INCAS?
En la línea de los compromisos del MINAGRI, el mes pasado se realizó en Arequipa el Seminario Nacional sobre Mejoramiento Genético de los Camélidos Sudamericanos, un encuentro que ha permitido que la comunidad científica proveniente de diferentes ámbitos (academia, expertos internacionales, ONG, empresas), autoridades del sector y productores altoandinos, discutan una vez más sobre los parámetros genéticos que deben establecerse para el manejo de alpacas y llamas. A diferencia de otras oportunidades, a partir de este evento el Ministerio se ha comprometido a impulsar la creación del Programa de Mejora Genética de Camélidos Sudamericanos Domésticos, reformulando la normatividad vigente. Según los plazos acordados, en agosto se debería aprobar el programa y en setiembre nombrar al ente que lo conduciría. A pesar de toda la disposición que hemos visto de la Dirección General de Ganadería, nos preocupa que este programa no sea parte del discurso institucional del ministro. Sabemos que en nuestro país dependemos de la voluntad política para que se aprueben las reformas que necesitamos.
Hace poco leímos con interés un proyecto de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para clonar embriones de  alpacas con la finalidad de que puedan gestar dos animales, pues las alpacas sólo tienen una cría al año. La iniciativa es positiva, como lo es la reproducción asistida por inseminación artificial; sin embargo, ello no resuelve el problema de base: tener un programa de mejora genética que pueda ser implementado desde el contexto campesino, con una inversión mínima y de fácil aplicación por los criadores, que le permita a la larga tener rebaños con fibra más fina. Para estos fines son necesarias las políticas de Estado y el compromiso de sus autoridades para llevarlas adelante.
Por otro lado, también nos preocupa la falta de medidas claras para el aprovechamiento de la fibra de vicuña de parte de los pobladores que se encargan de su conservación. Si bien desde el sector se han otorgado facilidades que simplifican los procedimientos para desarrollar las actividades de conservación, manejo y aprovechamiento sostenible de estos camélidos sudamericanos silvestres, casi nada se ha hecho por regular la comercialización. Los comités conservacionistas negocian la venta de manera individual, y ello hace que pierdan capacidad de negociación frente a las empresas de alta moda que la demandan en el exterior. Esto ha ocasionado la caída del precio de la fibra, que en los últimos años pasó a cotizarse de U$ 1000 a U$ 280 dólares por kilo, monto al que se oferta actualmente.
Hay que efectuar un seguimiento continuo al sector camélidos, pero esta iniciativa debe partir desde las mismas organizaciones de productores que –dejando de lado los problemas internos por los que atraviesan– deberían afinar la puntería y resolver con premura este problema de base. No debemos dejar que esta vez, como se dice popularmente, se nos escape la liebre.
Desde luego, hay que ser conscientes de que se trata de un sector internamente diferenciado, que incluye un reducido grupo de criadores con capacidad de acumulación e inversión tanto en este como en otros sectores, lo que obliga a diseñar políticas también diferenciadas, cautelando sobre todo al mayoritario sector de criadores pobres, para quienes un mercado oligopsónico, y con notorias fallas como el actual, les bloquea posibilidades de capitalizarse. Es a ellos a quienes las políticas públicas no deben olvidar.

desco Opina - Regional / 18 de mayo de 2018
Programa Regional Sur - descosur

viernes

Certeza táctica, pese a todo




PPK tuvo la virtud, al menos una, de intuir la necesidad política de crear un espacio de interlocución y, eventualmente, de articulación con las autoridades subnacionales, para elevar la probabilidad de resultados de las políticas públicas, atendiendo la diversidad de escenarios que presentan los territorios regionales. Esto son los GORE-Ejecutivo y los MUNI-Ejecutivo, concebidos como el espacio que “promueve, desarrolla y fortalece la acción conjunta y coordinada de los Gobiernos Municipales y el Gobierno Nacional”. El objetivo es construir agendas de desarrollo territorial, “en las que se alineen prioridades de políticas nacionales y territoriales, y en cuya gestión e implementación, confluyan de manera coordinada la intervención de los distintos niveles de gobierno y sectores”.
Desgraciadamente, la falta de horizonte político hizo que PPK desperdiciara esta pequeña ventana de oportunidad y sumiera el espacio en esos aburridos e inoperantes cónclaves de “técnicos”, tan habituales en la conducción gubernamental de nuestro país.
Ahora, estos espacios son rescatados e impulsados por el Presidente de la República y el Primer Ministro. Pero, al parecer, no son pensados como ámbitos en los que se “concertarán” temas sino en los que se comprometerán resultados en prioridades que ya han sido establecidas por el Ejecutivo.
En efecto, hay una secuencia muy clara entre el discurso del premier César Villanueva en el Congreso, la participación del presidente Vizcarra y el premier Villanueva en MUNI Ejecutivos extraordinarios llevados a cabo en Puno y Ucayali y, finalmente, la entrevista televisiva que le hicieran al Presidente, el domingo 6 de mayo, sin dejar de contar la columna de opinión del premier Villanueva, aparecida en el diario La República, el sábado 5 de mayo.
¿Qué revela esta serie de apariciones de las dos más altas autoridades del país? En primer lugar, un plan gubernamental con prioridades, del que se puede discrepar pero que sería necio negar. El eje, es “mejorar la calidad de vida de los peruanos”, frenando el avance de la corrupción y fortaleciendo la descentralización. Luego, dinamizar la economía, ordenando las finanzas e impulsando la inversión pública. Prestar atención: luego de décadas, el actual gobernante no refiere al crecimiento económico como el centro de su política, sino como una condición para lograr más calidad en la vida de las personas.
Por eso, a renglón seguido, está el desarrollo social, mediante la articulación de programas tanto entre sectores como con los niveles del Estado, poniéndose metas, algo que no fue visible en gobiernos anteriores: al 2021,  reducir la anemia del 43% actual al 19%; alcanzar niveles satisfactorios de comprensión lectora –en las zonas urbanas y rurales–, pasando de 46% a más de 55%, y en matemáticas pasando de 34% a 45%; llevar agua y servicios de saneamiento al 100% de las áreas urbanas y al 85% de las rurales. Igualmente, se impactará en el sistema de salud, integrando las redes de establecimientos para acercar la atención y los servicios a los ciudadanos. Asimismo, se presta atención a la protección de la niñez y de la mujer frente a todo tipo de violencia, aunque con una visión que subraya la represión y no la prevención.
A su vez, este plan tiene un instrumento político –como debe ser– para arribar a buen puerto; esto es poner de acuerdo –sintonizar– los intereses del Ejecutivo con los intereses y demandas de las autoridades subregionales. Y, sin duda, tiene responsables políticos en el más alto nivel: el presidente Vizcarra y su premier Villanueva.
Todo ello vuelve al centro del análisis una cuestión que hacía tiempo se había perdido en la política nacional pese a la importancia que tiene: el efecto de los gestos y de las formas. Vizcarra-Villanueva no buscan gobernar solos, son plenamente conscientes de su extrema debilidad política y buscan administrar bien con lo poco que hay a disposición, sin ingresar en la trampa perversa del “deber ser”.
A no pocos les pareció mal que busquen dar fin a las actitudes confrontacionales, especialmente cuando Villanueva acudió al Congreso. Sin embargo, una virtud en estos tiempos resulta ser algo simple pero no fácil de aprender como es entusiasmarse medidamente con los amigos y no generarse odios con los oponentes. Sólo de esta manera puede navegarse en mares encrespados en una embarcación más que precaria como es el Ejecutivo actualmente.  

desco Opina / 11 de mayo de 2018