lunes

El Frente Amplio, el juego electoral y el juego del poder



Los cambios en el escenario electoral peruano muestran que los sectores de izquierda agrupados en el Frente Amplio han superado el primer escollo que tenían por delante: pasar la valla del 5% en las próximas elecciones del 10 de abril y contar con una representación, aunque sea mínima, en el Congreso de la República. El escepticismo de muchos analistas políticos y el desdén de muchos comentaristas de derecha no preveían este cambio que parece producirse en la suerte electoral de la izquierda y que se explica por el esfuerzo de su candidata, la buena imagen construida y el trabajo desplegado. El azar puede haber jugado también un rol.
No son pocos ahora quienes creen que la candidata Verónika Mendoza podría incluso superar una segunda valla: el pase a la segunda vuelta electoral, disputando con Keiko Fujimori el sillón presidencial. Si bien Pedro Pablo Kuczynski ocupa hoy el segundo lugar en las preferencias electorales medidas por las últimas encuestas y Alfredo Barnechea (AP) es visto como un candidato centrista con mucho potencial para superar al anterior, la situación es muy fluida y la última palabra dista de haberse dicho.
Algunos análisis recientes predecían el derrumbe inevitable de la candidatura de PPK y la inminente disputa entre Acción Popular (AP) y el Frente Amplio (FA) por el segundo puesto, evaluándose las potencialidades y debilidades de cada candidato para posicionarse ante la ciudadanía apelando a sus respectivas imágenes, ideas y discursos, pero también al  antifujimorismo, un factor fuertemente arraigado en un amplio sector del electorado, que convoca a sectores de distinta tradición política y posición social. Las últimas encuestas, sin embargo, le dan más opciones a PPK y muestran al candidato de AP levemente rezagado.
Ciertamente, el pase a la segunda vuelta y la campaña subsiguiente serán dos grandes retos que cualquier de los tres candidatos situados luego de Keiko Fujimori, deben estar dispuestos a afrontar. Verónika Mendoza en especial, tiene el camino muy cuesta arriba, pero soñar con un triunfo no suena tan irreal ni descabellado como hace pocas semanas. Así, es la primera vez en varios lustros que la izquierda aparece bien situada en una elección presidencial y despierta expectativas y temores que pueden llevar a una campaña extremadamente dura, polarizada y plagada de golpes bajos, que ya ha comenzado.
Imaginemos, sin embargo, un escenario en el cual el Frente Amplio supere las subsiguientes vallas y sea capaz de convocar una amplia coalición que lo lleve al triunfo. Lo qué ocurriría al día siguiente de la segunda vuelta es una cuarta valla mucho más difícil de pasar: formar un gobierno con capacidad para aplicar una política orientada en el sentido que plantea su programa. Un desafío estratégico será entonces enfrentar a los llamados poderes fácticos (gremios y lobbies empresariales, Fuerzas Armadas, tecnocracia, grupos de poder regionales, y mafias que manejan las economías ilegales). Ganar las elecciones con más del 50% de los votos o con un aluvión de éstos, no garantiza la adquisición de un poder real para afrontar el reto. Una voluntad política clara y decidida se va a encontrar con serios y casi insalvables escollos si no se cuenta con una sólida representación parlamentaria y con un fuerte aparato político en el cual apoyarse, que además brinde los cuatro o cinco mil cuadros políticos y técnicos indispensables para la gestión pública.
Resistir la presión de los lobbies empresariales, revertir la captura del Estado por parte de grupos de tecnócratas y funcionarios que muchas veces juegan en pared con aquellos, formar mayorías en el Congreso para aprobar leyes decisivas y para hacer reformas clave, enfrentar las economías ilegales o los problemas de seguridad ciudadana; demandan adquirir una fortaleza política que por el momento parece muy difícil de lograr. No imaginamos una Presidenta como Verónika Mendoza siguiendo el camino del Presidente Humala y maniatada ante los poderes fácticos, pero cuesta igualmente imaginarla apoyada en una afiatada organización política que le brinde el respaldo suficiente para lograr mantener la línea que hoy difunde en la campaña.
El entusiasmo ante el ascenso de la candidata V. Mendoza no debe hacernos olvidar que el Frente Amplio no es obviamente el PT brasileño (a pesar de sus actuales problemas) ni la izquierda chilena, y que el desafío de crear una sólida base de poder para ejercer el gobierno en nuestro país, demanda mucho más que asumir el Ejecutivo. Una mirada más prudente y fría, quizá haga deseable ejercer una sólida oposición desde el Congreso y la sociedad civil en la perspectiva de acumular fuerzas para el futuro, que seguramente es el horizonte posible que enfrentará el FA al término del proceso.

desco Opina / 25 de marzo de 2016
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viernes

El agro en busca del voto informado



Siempre se dice que el elector peruano es emocional y que se deja seducir por las ofertas de campaña. En el caso de las personas que viven en las zonas rurales de nuestro país más que ser emocionales o no, es claro que los medios de comunicación que hacen que los planes estén ‘a solo un clic’ están mucho menos difundidos que en las zonas urbanas. Esto coincide, por cierto, con otras brechas sociales y económicas que señalan que las zonas rurales concentran la actividad agropecuaria y que la pobreza en nuestro país se circunscribe en gran medida en dicha actividad. Aquí analizaremos brevemente si algunos aspectos clave de la problemática agropecuaria están siendo abordados por los mencionados planes de gobierno, que no por ser poco leídos deberían quedarse en un saludo a la bandera. Creemos indispensable fijarnos al menos en las ideas sobre el manejo del recurso hídrico, financiamiento, propiedad de la tierra, capacidades técnicas de los agricultores y la asociatividad.
Respecto del agua coinciden tiendas políticas muy diferentes entre sí. Por ejemplo, el Frente Amplio nos dice que relanzará el Fondo Mi Riego; Fuerza Popular señala la construcción de 1000 micro y medianos reservorios; Peruanos por el Kambio coincide con los micro reservorios pero desde una propuesta de obras dedicadas a la «cosecha de agua». Alianza Popular propone reservorios y proyectos de irrigación y, por su parte, Acción Popular propone textualmente «mejorar los proyectos que permitan proveer de agua a mas sectores agrícolas»; sin embargo, en este Plan de Gobierno llama la atención que quien ostenta el símbolo de la lampa, sólo tenga un escueto texto dedicado a la agricultura ubicado en la página 17. Sorprende en la medida que el candidato Barnechea en sus apariciones y declaraciones públicas sí aborda el tema. Al parecer su «discurso agrario» ha ido fabricándose a medida que ha venido consolidando algunas preferencias en el electorado.
Otro tema vital para el desarrollo agrario es la disponibilidad de financiamiento. Manteniendo el mismo orden de análisis anterior, el Frente Amplio nos dice que incrementará el capital bancario agropecuario; Fuerza Popular señala lo mismo pero incide en redirigir sus colocaciones para el desarrollo de la agricultura campesina familiar y la pequeña agricultura comercial. Sin duda suena muy bien, pero como medida aislada corre el riesgo de convertirse en un subsidio con fines proselitistas. En esta escala de producción habría que ocuparse, paralelamente, de aspectos como regularizar la propiedad de la tierra. PPK buscaría incrementar la disponibilidad de crédito agrario e incluso propone un fondo de garantía de seguro agrario de hasta 100 millones de soles. Alianza Popular coincide con los anteriores pero propone la «promoción de financiamiento especializado», sin definir específicamente a qué se refiere.
La propiedad de la tierra y la titulación de los predios agrícolas son una deuda pendiente en especial para la sierra, así como para la Amazonía peruana. En ese aspecto, el Frente Amplio propone la «aprobación de una nueva Ley de Tierras que fija límites a la concentración de la propiedad de la tierra en corporaciones empresariales y personas naturales», e incluso propone gravar con más impuestos a quienes concentren mayor cantidad de hectáreas. El reto aquí sería no afectar el volumen de exportaciones agrícolas provenientes de la agroindustria, que por ahora sólo los grandes fundos agrícolas pueden proveer. Si bien es cierto que mucho del empleo en este sector es temporal, también podemos asociar en algún grado la mejora de las condiciones económicas de algunas regiones por el crecimiento de la agroindustria en el país. Fuerza Popular no nos habla de la titulación agraria específicamente, pero sí señala que se titularán las tierras de la Amazonía para que puedan gestionarse créditos productivos en especial para las comunidades nativas, sin embargo su sustento muestra desconocimiento de la realidad de las propiedades comunales, ya que estas no pueden ser enajenadas, por lo tanto actualmente, ninguna financiera privada las acepta como garantía. PPK apunta a una «Titulación masiva de predios rurales de pequeños y medianos agricultores a través del programa Propietario Firme». Alianza Popular señala explícitamente, «Concluir con la titulación de los derechos de propiedad de las tierras…», aunque en su diagnóstico no nos señala cuántas hectáreas son ni por qué no se han titulado con anterioridad, por lo que no se establecen los costos ni tampoco se puede asegurar el cumplimiento de este ofrecimiento. Todos los candidatos sin excepción ofrecen capacitación técnica a los agricultores para mejorar la productividad, lo que varía son las formas y mecanismos, pero en el fondo sigue siendo lo mismo, lo cual nos demuestra que existe consenso en capacitar a los agricultores y brindarles asistencia técnica.
En lo que respecta al fomento de la asociatividad de los agricultores; Fuerza Popular no la señala como parte de su estrategia para impulsar al agro, aunque sí para ser sujetos de crédito; el Frente Amplio, no nos dice cuál sería el rol que estas cumplirían en el desarrollo agrario; PPK las hace sujetos de beneficios en capacitación, y Alianza Popular las hace sujetos de crédito y les otorga espacios de participación en la investigación agraria, esto último es necesario, pero muy venido a menos en las últimas décadas a pesar de los múltiples ofrecimientos.
En conclusión, existen muchas coincidencias en lo que se quiere hacer en favor del agro y los agricultores, pero no siempre hay coincidencias técnicas y políticas en lo que se puede hacer. Mientras que todos han evidenciado sus aspiraciones, pocos pueden brindar sustento técnico a todos sus ofrecimientos. Los planes de gobiernos se beneficiarían de informarse mejor de la realidad del sector, y los electores de las zonas rurales deberían informarse con urgencia sobre cómo –si acaso– los candidatos y candidatas plasman sus ideas, planes y sueños. 

desco Opina - Regional / 18 de marzo de 2016
Programa Regional Centro
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La importancia del voto joven



A unas seis semanas para las elecciones generales y tras la exclusión del  candidato César Acuña (Alianza para el Progreso) y la tacha por el Jurado Nacional de Elecciones del candidato Julio Guzmán (Todos por el Perú), las preferencias por las candidaturas presidenciales no están del todo definidas y las repercusiones pueden ser complicadas. Salvo en el caso de Keiko Fujimori, que pese a haber caído hasta tres puntos, mantiene un tercio del electorado y podría captar una parte de los votantes de Acuña. Para un sector mayoritario no se identifican temas o propuestas programáticas que marquen diferencias importantes para los electores y, sin embargo, da la impresión de haber entrado en un nuevo escenario en el que Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza están creciendo mientras que importantes protagonistas de la transición democrática del año 2000 (Alejandro Toledo, Lourdes Flores y Alan García) tienden a desaparecer.
Considerando los 22 901 954 votantes de los que da cuenta RENIEC, un 30.25% concentra ciudadanos y ciudadanas menores de 30 años (6 927 437). Aunque cabe la salvedad de diferenciar a los jóvenes hasta 24 (que nunca han votado antes en elecciones presidenciales), ¿qué demandan los jóvenes al futuro gobierno del país?
Casi siete millones de ciudadanos y ciudadanas jóvenes, especialmente los que viven allí donde la gestión del gobierno nacional se toma más tiempo en llegar, marcan algunas prioridades que los candidatos y candidatas debieran tomar en cuenta.
El segmento joven de la población no se ha ejercitado en la participación política, pero tiene gran dinamismo y presencia en el espacio público, en particular desde el consumo, el empleo, la educación y la experiencia con medios digitales. Con una adhesión muy baja a causas políticas o de interés común, la comunicación en estos espacios ocurre de una manera que con dificultad llegan a conocer las encuestadoras. Aunque las encuestas dan cuenta de un 65% de ciudadanos deseosos de un cambio de modelo económico.
La promoción del empleo está relacionada directamente con la demanda educativa de los y las jóvenes que requieren formación técnica para incorporarse con mayores posibilidades de éxito en un mercado laboral inaccesible, duramente competitivo. Son cada vez más los jóvenes que ingresan precariamente al mercado laboral, y los adultos jóvenes quienes crean su fuente de ingresos mediante empresas independientes en un país como el nuestro teñido por más de un 70% de informalidad y en el que el tema de la descentralización y regionalización, siendo muy importante, no cala en el escenario electoral.
Respecto de salud sexual y reproductiva, se ha comprobado que es a nivel local en el que mejor se puede trabajar el tema de prevención de ITS/VIH, así como el embarazo adolescente, aunque es necesaria una articulación mayor con los planes sectoriales de alcance nacional. El gobierno nacional –en coordinación con los gobiernos locales– es el llamado a mejorar el acceso a información y consejería para abordar frontalmente los principales obstáculos para el desarrollo del plan de vida de las y los jóvenes.
No obstante esta agenda, en esta etapa solamente se les ve como masa de votos, antes que como un sector a ser representado. Y si bien hay muchos factores en juego, una explicación del atractivo de candidaturas como las de Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea expresa el hartazgo frente a los tradicionales políticos con poder, y también que estos políticos mayores no tienen un perfil personal ni ofertas que  atraigan a la juventud.
Escasean desde la sociedad civil los espacios de debate donde la ciudadanía –y los jóvenes, especialmente– puedan participar y acceder a información más allá de los medios, que faciliten la expresión y el recojo de demandas a nivel local y regional que contribuyan por un lado a visibilizarlas en el ámbito nacional y, por otro, a conciliar intereses comunes sobre temas urgentes para el país que todos compartimos.
El tiempo electoral no ha dado lugar a estas consideraciones. La debilidad de las organizaciones culturales y redes de jóvenes es evidente en el intento de representar a esa masa que en las ciudades se mueve concentrada en sus celulares y audífonos. La movilización contra la llamada «Ley Pulpín» (nuevo régimen laboral juvenil) se ve ahora como una bruma del pasado. Las estrategias publicitarias de la anterior campaña (los PPkausas) no surtieron esta vez efecto.
El alto porcentaje del voto joven podría marcar esta vez la diferencia: 3 490 576 varones y 3 436 861 mujeres –jóvenes ciudadanos– entre 18 y 30 años de edad, acudirán a las urnas. En los anteriores procesos electorales, el «voto joven» ya ha sido decisivo y sería muy positivo para nuestro sistema democrático actual, mostrar que existen partidos que realmente pueden representar los intereses de las mayorías, en este caso de los jóvenes milenarios. ¿Hasta dónde los jóvenes de hoy se reconocen como tales ante el proceso electoral y cuál es realmente su carga de optimismo, escepticismo, rechazo o pasividad?

desco Opina / 11 de marzo de 2016
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La nueva apuesta de la Macro Región Sur



Los gobernadores regionales de Apurímac, Arequipa, Cusco, Madre de Dios, Moquegua, Puno y Tacna tomaron el acuerdo de conformar la Mancomunidad de la Macro Región Sur, un anhelado proyecto político que tiene larga data en este parte de nuestro país. Para que este acuerdo no quede sólo para la foto, como ya ha pasado,  las autoridades regionales han movilizado a los funcionarios de las gerencias de planeamiento y presupuesto para conformar un comité técnico que viabilice los anhelos de este bloque en proyectos interregionales concretos para poder gestionarlos en conjunto ante el Gobierno Nacional.
Este es un gran paso para el sur, el cual va a contrapelo del desinterés del Gobierno Nacional por avanzar en el proceso de descentralización y su tendencia a  centralizar el presupuesto público en los últimos años. El poder central puede erigirse en una de las principales amenazas de la mancomunidad, pues no le conviene tener al frente a un bloque poderoso. Por ello, es necesario un real compromiso de los gobernadores regionales del sur para afrontar el reto, superando otras situaciones delicadas que podrían obstaculizar los esfuerzos de la mancomunidad considerando la existencia de conflictos interregionales irresueltos (demarcación territorial y uso de agua principalmente), y la definición del lugar donde se instalará la petroquímica. La gestión de los intereses de cada departamento y de la mancomunidad va a ser un asunto delicado y complejo, y de persistir en el Gobierno Nacional las tendencias centralistas mencionadas, un sector de este podría tratar de atizar la división del bloque.
La primera tarea que se ha planteado esta joven mancomunidad es la elaboración de un Plan de Desarrollo Energético del Sur, esto como parte del seguimiento al que los gobernadores regionales se han comprometido a propósito de la construcción del Gasoducto Sur Peruano, a fin de garantizar un adecuado suministro del gas. Esta será la primera prueba de fuego para observar su dinámica de trabajo, en especial ahora que se va a elegir nuevo Presidente y nuestro futuro como país está en una ruleta.
La integración energética y económica son grandes pasos a la construcción de macrorregiones, pero también será necesario avanzar en las conciencias de los ciudadanos. Por ello, otro desafío futuro es construir la idea de una región Macrosur en el imaginario de los pobladores, superando la conocida idiosincrasia regionalista en los departamentos del sur, que en el 2005 llevó al fracaso un intento de conformar macrorregiones a través de un fallido referéndum. La campaña para crear conciencia sobre esta nueva entidad es necesaria y urgente, pues hace falta una base social fuerte para respaldar las futuras decisiones del bloque y resguardar su capacidad de negociación ante el Gobierno Nacional.
Una futura región Macrosur podrá consolidarse como tal si logra construir y ejecutar planes estratégicos que conduzcan a una efectiva articulación e integración de sus economías, aprovechando sus respectivas ventajas competitivas, y se fortalece una institucionalidad democrática que contribuya a la gobernabilidad de todo el país, aportando así al desarrollo nacional.
El actual proceso electoral puede ser una gran oportunidad para esta naciente mancomunidad. En este corto tiempo se puede concertar una reunión con los congresistas en funciones que representen a estos departamentos y con los principales candidatos al Congreso en el sur, buscando comprometerlos a impulsar ante el próximo gobierno futuras iniciativas destinadas a la realización de proyectos que proponga el bloque.
Luego de la experiencia frustrante de estos años, resulta claro que la descentralización en el país sólo podrá avanzar si se logran establecer macrorregiones (Sur, Norte, Centro, Amazonía) con el suficiente peso económico y político que pueda contrarrestar la predominancia capitalina o limeña. La Macro Región Sur tiene el suficiente peso político y económico para hacerlo, además de su larga tradición descentralista, y puede ser una iniciativa pionera para la reorganización e instauración de una nueva gestión democrática de nuestro país.

desco Opina - Regional / 4 de marzo de 2016
Programa Regional Sur
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