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¿Es la pandemia una oportunidad para cambiar el modelo?


La crisis que la pandemia del covid-19 ha desencadenado en el mundo y en nuestro país ha desnudado una serie de deficiencias y fallos del sistema de salud pública, y una debilidad del Estado en general para afrontar este tipo de emergencias.
Desde sectores críticos al modelo imperante en el mundo, radicales y figuras de izquierda internacional y nacional se ha insistido en considerar la pandemia como una falla global del capitalismo que muestra los serios límites del modelo neoliberal.
Frente a ello, no son pocos los opositores a aquél que ven ahora una oportunidad para cambiarlo, o al menos modificarlo seriamente, aunque sus propuestas de cambio varíen según el grupo o la persona que escriba o declare sobre el particular.
La pregunta de fondo es, sin embargo, si existen las condiciones para emprender tales cambios, dado que implicarían un conjunto de reformas estructurales que, por lo menos, refuercen el rol del Estado en la esfera social e incluso económica. El problema central para introducir los cambios que se demandan (parciales o totales) es la ausencia de una fuerza política con el peso adecuado y la legitimidad para hacerse escuchar, movilizar a amplios sectores y lograr que el Gobierno y el Congreso se vean obligados a introducir modificaciones radicales a la ecuación Estado/mercado vigente. La izquierda está hoy relativamente aislada y goza de escasa capacidad para hacerlo.
Es iluso creer que el gobierno del presidente Vizcarra va a emprender un cambio de esas magnitudes, cuando es sabido que ni él ni sus ministros y altos funcionarios cuestionan el modelo y tienen un mandato a plazo fijo, aun cuando haya anunciado disposición a cambiar las normas sobre las AFP (denostadas casi unánimemente), así como a aplicar impuestos de solidaridad a las mayores fortunas para afrontar la emergencia.
Por su parte, las fuerzas mayoritarias con representación en el congreso, fragmentadas y dispersas, no han mostrado tampoco disposición y capacidad para emprender cambios de fondo, más allá de algunas medidas relacionadas con las tan desprestigiadas AFP y algunas otras propuestas como la suspensión del pago de alquileres o de las pensiones escolares, pensadas para el corto plazo y para ganar réditos electorales de cara al próximo año. La iniciativa para crear un bono universal, finalmente adoptada por el gobierno, fue promovida por distintos economistas y recogida por la congresista Rocío Silva Santisteban.
Siendo entonces realistas, y aun cuando el futuro es de gran incertidumbre, las distintas correlaciones de fuerza podrían permitir plantear y luchar con posibilidades de éxito, al menos por ahora, alrededor de dos reformas:
1.    Reforma de la salud pública, reforzando su cobertura y calidad, incrementando el gasto público y el rol del Estado, revirtiendo la tendencia de las últimas décadas. La pandemia muestra la importancia de tener un sector público fuerte y cualquier reforma de “segunda generación”, que implique privatizar los servicios de salud, queda sin piso por un buen tiempo.
2.    Reforma tributaria: lo que implica el establecimiento de impuestos directos y progresivos a la fortuna de las personas más ricas, con la cautela necesaria en una coyuntura como la actual, donde muchas empresas seguramente quedarán afectadas.
Desde luego, pueden surgir otros asuntos importantes que impulsar, pero lo esencial es crear nuevas correlaciones y coaliciones capaces de cuestionar la hegemonía neoliberal, lo que en el momento actual, parece un objetivo aún distante.


desco Opina / 24 de abril de 2020

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