Los desastres causados por los efectos
de eventos climáticos extremos como el denominado fenómeno El Niño Costero ha
desnudado la vulnerabilidad de nuestra infraestructura urbana y vial así como
una deficiente planificación, lo cual viene dejando como saldo muy graves
consecuencias. Los recientes titulares se han concentrado en las inundaciones
del norte, sin embargo, desde diciembre del año pasado los poblados del este de
Lima, cercanos al río Rímac y sus afluentes, también han ocupado titulares al sufrir
graves estragos por los huaycos y por la activación de quebradas que han
destrozado poblados enteros e interrumpido la Carretera Central y los caminos vecinales en reiteradas oportunidades. El centro del país no ha estado
exento de sufrir las inclemencias climáticas tanto en la sierra, como en la selva, siendo los más pobres los más perjudicados.
El balance estatal con algunas proyecciones primarias señala cifras aproximadas
de los costos de la reconstrucción y de la atención de los damnificados, pero
estas cifras no señalan las pérdidas de aquellos damnificados indirectos, invisibles
para los cálculos estatales.
La sierra y la selva central se han
visto afectados por el cierre de las vías, los agricultores han perdido muchas
de sus cargas perecibles; frutas, hortalizas entre otros, pérdidas económicas que
muchas veces los imposibilitan para cubrir la canasta familiar y honrar sus
compromisos crediticios. Las rutas alternas tampoco ofrecían soluciones
porque presentaban restricciones para el tránsito.
Otros sectores afectados son Transportes
y Turismo; el primero, por el deterioro o pérdida de unidades a consecuencia del
mal estado de las vías, además de la ostensible reducción de los servicios de cargas
y pasajeros que se visibilizaba en la disminución de sus ingresos. Por otro
lado, si tomamos en cuenta que el turismo hacia el centro del país depende del
transporte terrestre, advertimos un serio problema para que el turismo cree
nuevos empleos o mantenga los existentes. Todo indica que el fin de semana
largo de Semana Santa no atraerá el número de visitas habitual. El impacto económico
por la reputación de la confiabilidad de las vías de llegada y de retorno del
centro del país aún no ha sido dimensionado.
En toda esta batahola generada
alrededor de las carreteras de comunicación con el centro, tal vez lo más
rescatable sea la declaración de emergencia de la Carretera Central.
El Decreto supremo 008 – 2017 MTC señala en su artículo primero “Declarar de prioridad y urgencia nacional
la elaboración de los estudios de pre inversión y la construcción de la nueva
Carretera Central con características de Autopista”. Pareciera que se
visibiliza una solución definitiva al problema puesto que la ruta actual es técnica
y financieramente insostenible, pero también hay que considerar que se vienen
procesos de negociación que van más allá de lo técnico ya que el
replanteamiento de la ruta afectará intereses económicos y políticos de
importancia interregional. Una nueva ruta modificará el posicionamiento
estratégico de algunas jurisdicciones lo que alterará las ventajas comparativas
por ubicación.
Los estudios de preinversión deben de
iniciarse a la brevedad, lo cual no quiere decir que la solución será
inmediata; es de suponer que una obra de esta envergadura trascenderá el
período gubernamental del actual Poder Ejecutivo, ni que decir de los gobiernos
subnacionales. En primera instancia hay tres gobiernos regionales involucrados;
Junín, Lima (provincias) y la Municipalidad Metropolitana de Lima, cada uno con
sus propias agendas y compromisos, y por otro lado, el Ministerio de
Transportes y Comunicaciones, que realizará el acompañamiento técnico necesario
requerido por dichos gobiernos regionales, durante el desarrollo de los
estudios de preinversión.
A todo este grupo de representantes
regionales habría que incorporar a los gobiernos locales (provinciales y
distritales) que no querrán (ni podrán) mantenerse al margen ya que la
salvaguarda de los intereses jurisdiccionales serán reclamados por sus votantes;
escenario que se presenta candente para un año pre electoral. Este problema ya se
ha convertido en una forma de colocarse en vitrina electoral para los actores políticos
regionales. El actual gobernador regional de Junín ya marcó posición sobre el
trazo de la futura carretera al señalar que solo aceptarán la que parte de Cieneguilla,
propuesta que tendría sentido por su inmediata conectividad con las actuales
vías que provienen de la selva central. De todas maneras esta propuesta ya se
establece como un primer punto de negociación –o de conflicto– que no sería muy
bien recibida por los distritos de Huarochirí que aprovechan su ubicación para
ofertar espacios de descanso y esparcimiento cercanos al primer consumidor de
turismo interno (Lima metropolitana) y que, con un nuevo trazo, quedarían fuera
de un circuito de alto tránsito vehicular que les permite promocionar
económicamente el destino.
En definitiva, lo importante es que
por causa de los eventos naturales se estarían buscando opciones más duraderas
para los inconvenientes de la actual Carretera Central. No obstante, la
solución perdería sentido de oportunidad si por causa de algunas posturas
intransigentes se convierte en causal de conflictos interregionales que prolonguen
los procesos de negociación, extendiendo aún más la solución de un problema que
ya tiene muchas décadas desatendido.
desco Opina -
Regional / 7 de marzo de 2017
Programa Regional Centro
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