El
crecimiento anunciado para el mes de enero se ubicó apenas por encima del 2%, mientras ya se advierte que distintas
empresas privadas están ampliando los plazos y renegociando sus cronogramas con
el sistema financiero. Cierto que lo hacen aprovechando la modificación del
interés bancario, pero también empiezan a evidenciar su preocupación creciente
por la falta de recuperación de la velocidad del crecimiento económico. Las distintas medidas impulsadas por el
gobierno, es claro, se limitaron a proteger la gran inversión privada creándole
mejores condiciones que las previamente existentes, mostrándose ineficientes
para garantizar los indicadores que el Ministerio de Economía y Finanzas ha
comprometido para el año.
El Congreso
de la República, por su lado, abocado a discutir distintas medidas puntuales de
reforma del sistema electoral y del supuesto fortalecimiento del sistema de
partidos, cambió la denominación de los presidentes regionales por la de gobernadores y prohibió su reelección inmediata, así como la de los alcaldes. El pueril
argumento utilizado, no podía ser de otra manera, es el de la lucha contra la
corrupción. Olvidaron que cerca del 90% de autoridades no son reelectas, que buena parte de las autoridades
subnacionales denunciadas y acusadas en los últimos años, eran elegidas por
primera vez, despreciando el sentido común que valora la experiencia, más aún
en un Estado como el nuestro. Siguieron con la aprobación de la curul vacía como sanción a los partidos que deben
responder por sus representantes y el control del cambio de domicilio para evitar el voto golondrino. Pero los temas de fondo de la reforma necesaria –la renovación por tercios o mitades de los congresistas, por ejemplo–,
siguen brillando por su ausencia.
El alcalde de
Lima insiste en sus ataques y denuncias a la gestión anterior a pesar de que
anunció no perdería tiempo en ejercicios inútiles. Arremete contra los murales del centro de Lima y los pinta de amarillo porque la política no tiene color,
mientras simultáneamente desactiva los primeros pasos de la indispensable
reforma del transporte urbano que avanzara trabajosamente la ex alcaldesa,
contribuyendo a mantenernos en el caos que tanto le cuesta a la ciudad y a los
ciudadanos. Lo hace con la misma «efectividad» con la que sacó adelante el
contrato con Línea Amarilla SAC, hoy día ya afectado por la virtual quiebra de
OAS y la corrupción destapada en Brasil.
Da la
impresión, entonces, que la vida sigue inexorablemente igual. Sin embargo, más
allá de la superficie, el movimiento es grande y no debemos sorprendernos por
ello. La gobernadora regional de Arequipa, estrenando su nuevo nombre, advierte sus reticencias por el proyecto Tía María, preocupada por las fuertes resistencias que
éste genera y por el eventual conflicto ya incubado. El fujimorismo, rompiendo
su prolongada coordinación con el APRA, le da luz verde al nacionalismo y dos
de los informes de la Comisión Investigadora del Congreso –Business Track y los
colegios emblemáticos– que responsabilizan al ex presidente García de infracción constitucional, prolongan la amenaza de su inhabilitación.
El mandatario
por su parte, arropado por el escandaloso caso del espionaje chileno y
acostumbrado a las marchas y contramarchas –su sello distintivo–, recupera
parte del tono beligerante que mostrara cuando candidato, aunque ciertamente
con un contenido distinto, mientras la presidenta de su partido, parece cómoda
con el globo de ensayo que supone la eventual candidatura el 2016 de Daniel
Urresti, quien se esfuerza por aparecer como un aplicado discípulo del general
Donayre, mientras trata de zafarse de la acusación sobre su responsabilidad en
el asesinato del periodista Bustíos. Los más pequeños, también están en
movimiento. El PPC en sus evidentes pugnas internas y con la aparente decisión
de marchar sólos el próximo año, las izquierdas barajando nombres y opciones
variopintas, sin resolver sus dificultades más importantes, esas que las han
dejado sin identidad clara y sin imagen.
En otras
palabras, mientras en un plano de la realidad, la vida sigue igual y el país se
mantiene en el laberinto que se ha construido, en otro; los distintos actores
sociales y políticos, van dando pasos en la dirección que más les interesa. A
unos, la defensa de sus intereses, como es el caso de Arequipa; a otros, su
camino hacia el 2016. Ambos, actores sociales y políticos, tienen claro que los
próximos meses serán largos y calientes, fuertemente crispados y con una
economía golpeada, que puede añadir combustible a la discusión política, pero
también a la movilización y la demanda social.
desco Opina / 13 de marzo de 2015
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