Un
setiembre agitado vivió Arequipa con la realización de la 31 Convención
Minera. Esta actividad dinamizó el sector de servicios en la ciudad,
los organizadores han calculado que el consumo de los asistentes
ascendió a 240 millones de soles;
sin embargo la convención no sólo trajo beneficios económicos
temporales, sino que sirvió de vitrina para la reafirmación de la
política extractivista de Estado en la boca de algunos de los ocho
ministros que la visitaron y del propio jefe de Estado. Sobre esta idea cabe realizar varios análisis.
Primero;
si bien una prensa poco reflexiva, con muy pocas excepciones, ha
martillado en el imaginario de nuestra comunidad que sólo la minería
salvará al Perú, lo cierto es que hay otras actividades económicas que
actualmente están contribuyendo más con la economía nacional,
y que merecerían una mayor atención del Estado, sobre todo por la gran
masa laboral que ocupa y porque los minerales son recursos naturales que
se extinguen en la extracción y su precio es muy vulnerable a los
cambios económicos internacionales. No sólo se trata de ejercer una
mayor presión tributaria sobre otras actividades económicas, sino pensar
en inversión, de una vez por todas, en tecnología y capacitación,
además de tener políticas estatales más claras para su dinamismo
económico.
Segundo;
el 56.5% de la cartera de proyectos mineros identificados en el
territorio nacional se encuentran en el sur (Arequipa, Cusco, Apurímac,
Tacna, Moquegua y Puno) donde se prevé que las empresas mineras invertirán en sus operaciones US$32.436 millones
los próximos 7 años. ¿Estamos preparados para los impactos? Si bien los
impactos medioambientales están controlados por una normatividad
nacional, hay que tener un poquito más de cuidado en los discursos ministeriales,
pero sobre todo en las evaluaciones de los estudios de impacto
ambiental. También hay que poner atención a los impactos sociales, de
los que se habla muy poco, por ejemplo: cómo integramos a la comunidad a
una dinámica económica nueva sin que pierdan sus costumbres, cómo sus
actividades culturales agropecuarias pueden ser rentables para que no
desaparezcan, cómo hacer para que los liderazgos de la comunidad no sean
absorbidos por el poder económico de las empresas y asegurar
negociaciones justas en las mesas de desarrollo.
Tercero; las nuevas operaciones en el sur demandarán una gran cantidad de agua y energía, de allí que ha sido oportuna la llamada del Ministerio del Ambiente
para que el sector minero se integre al plan nacional de adaptación al
Cambio Climático. Aquí los gobiernos regionales tienen, también, un rol
importante para orientar parte de los fondos de los programas de
responsabilidad social de las mineras en reservorios de agua y sistemas
de energía que aseguren esta provisión para la población.
Cuarto; Ollanta Humala afirmó que «la minería genera desarrollo en el país», pero lo cierto es que la actividad per se no lo hace por su naturaleza extractivista, y quienes debieran promoverlo son las instituciones involucradas con ella, esto es el Estado en todos sus niveles: el Ejecutivo
y los gobiernos subnacionales (regionales y locales). Es momento de
tener políticas más competentes para aprovechar la renta minera; para
eso hace falta revisar la ley del canon minero y pensar en una
participación más directa del Estado en las empresas mineras, quizá con
un porcentaje del accionariado. Debemos recordar que las empresas
mineras, con las normas tributarias actuales y la demanda mundial de
minerales, son las que mayor rentabilidad han generado en poco tiempo, en comparación con otras industrias.
Esta
convención minera tuvo como eslogan «minería, oportunidad de inclusión
social y desarrollo», pero es el Estado quien debe procurar que ello no
quede en un simple enunciado. La minería no se encarga del desarrollo
del país, ni debemos dejarlo en sus manos, esta es una responsabilidad
estatal. Las altas tasas de pobreza y pobreza extrema en algunos
departamentos mineros del sur como Puno y Cusco, son un buen indicador de la tarea pendiente por hacer.
desco Opina - Regional / 4 de octubre de 2013
Programa Regional Sur
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