La gripe llegó a Chepén, ya llegó;
está matando mucha gente
y cómo muere tanto pobre
y no muere la decente, ¿por qué será?...
Recientemente, el gobierno peruano ha presentado las nuevas estadísticas sobre la pobreza en el país. Según ellas pareciera que el Perú es poco menos que el país de las maravillas pues el crecimiento económico habría logrado mejorar sustantivamente los niveles de vida de la población. No obstante, hay cuatro inportantes cuestiones que queremos poner en discusión en función a un marco de actuación más adecuado para combatir la pobreza.
En primer lugar, la metodología de medición de la pobreza empleada por el INEI es bastante cuestionable. Por ejemplo, los resultados que se obtienen en salud y educación se contradicen con la pretendida aseveración de que hay menos pobreza porque se tienen más recursos temporales. Así, deberíamos preguntarnos, entonces, cómo es posible el incremento de las Enfermedades Diarréicas Agudas–EDA y las Infecciones Respiratorias Agudas–IRA, en un país que ha tenido un crecimiento de casi el 10% en los últimos años. Como se sabe, Huancavelica tiene la tasa de mortalidad infantil más alta del país, alrededor de 110 por cada 1000 nacidos o, en otras palabras, once de cada cien niños se mueren antes del primer año de nacidos. El promedio nacional está en la mitad. Si las estadísticas no son reales, será imposible elaborar entre todos los actores una estrategia coherente de lucha contra la pobreza.
En segundo lugar, Huancavelica sigue siendo el departamento más pobre del país, con tasas de pobreza y pobreza extrema que no se han movido a pesar del boom económico. Más aun, las proyecciones realizadas indican que estas cifras empeorarán. Ello se debe a que los productos que dinamizan la economía de la región, como son los minerales y los camélidos sudamericanos, han disminuido significativamente sus precios; en el caso de la fibra de alpaca, a los niveles históricos más bajos.
En tercer lugar, la misma situación se reproduce en el cinturón de la pobreza extrema del país, cuando a Huancavelica se agregan las regiones Ayacucho y Apurímac. Así que no estamos hablando de una sola región abandonada, sino de todo un espacio cultural y geoeconómico, justamente el que fuera el más castigado por la violencia política.
En cuarto lugar, como en el caso huancavelicano, debe desarrollarse un programa integral de alivio a la pobreza, (aunque aún está a la espera de los recursos provenientes del gobierno central para su puesta en marcha) a partir de la experiencia acumulada por las entidades públicas y privadas que han venido operando en esas zonas. No vaya a ser que frente a esta situación, se diseñen programas o proyectos cuyos recursos se «inviertan» en su mayor parte en estudios, investigaciones, consultorías y burocracia; es decir, en gastos que no tienen impacto real en la calidad de vida de la población. O lo que es peor, reviertan a empresas «especializadas» que tienen los contactos en Bruselas o en el MEF.
desco Opina - Regional / 5 de junio 2009
Programa Sierra Centro
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