La
difusión de una encuesta reciente ha causado alguna sorpresa. Rafael López
Aliaga, alcalde de Lima y dueño de Renovación Popular, aparece por primera vez
encabezando las preferencias electorales con 10%, seguido por Keiko Fujimori,
Carlos Álvarez y César Acuña con 8%, 6% y 3% respectivamente. Entre enero y
agosto la candidata naranja perdió cuatro puntos, mientras el alcalde de Lima,
al ritmo de sus influencers y sus
trenes, ganó 6. La medición mostraba
también que 58% definitiva o probablemente no votaría por Fuerza Popular, 55%
no lo haría por Perú Libre y 54% por APP. Lo que los titulares y los
comentarios de la encuesta dejaron en segundo plano, es que entre enero y
agosto, el
voto blanco, viciado, ninguno o no precisa, creció 7 puntos, llegando a 51% –67%
en el nivel socio económico E y 57% fuera de Lima–, vale decir derrotando a
todos los candidatos.
Como
foto instantánea, la medición adelanta la importante probabilidad del antivoto
dando paso en abril del próximo año a una elección en la que, al ausentismo,
que puede crecer, se sumarán el pragmatismo de corto plazo y, seguramente, la resignación
de sectores del electorado. La gente tiene claro quiénes manejan el Congreso de
la República y gobiernan el país con la subordinación complaciente de Dina
Boluarte, preocupada centralmente por asegurar su impunidad.
Mientras
sectores de la opinión pública se distraen con las encuestas, la coalición
autoritaria que gobierna avanza sin tregua, consolidando una maquinaria que camina,
cree que imparable, en la consolidación de sus intereses. La elección de la
presidencia de las comisiones del Congreso fue una pieza más de la repartija a
la que nos han acostumbrado; muchos de los congresistas hoy en esa función, enfrentan
investigaciones fiscales, denuncias penales o directamente carecen de
preparación, mientras que otros enfrentan cuestionamientos por su trayectoria
política y sus antecedentes personales. Así, uno de los denominados “Niños”, indagado
por corrupción en el gobierno de Castillo, preside la comisión de Ética; una
parlamentaria, invasora de varios espacios públicos para ampliar sus
propiedades, lidera la comisión de Vivienda, mientras un congresista, promotor
de la prolongación del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) hasta
el 2026, lo hace en la de Energía y Minas.
La mandataria firmó con
entusiasmo y alentada por su ministro de Agricultura la nueva Ley Agraria, la
ley Chlimper 2.0 en julio, aprobada por el Congreso que, por diez años,
reducirá el Impuesto a la Renta de las grandes agroexportadoras y cambia las
reglas del agua, permitiendo que las asociaciones de usuarios realicen
“transacciones con terceros” del excedente que ahorren, sin intervención de la Autoridad
Nacional del Agua (ANA), debilitando el control público sobre un recurso que es
patrimonio de la Nación. El regalo que nos cuesta 20 000
millones de soles beneficia especialmente a Camposol,
Complejo Agroindustrial Beta, Danper Trujillo, Agrícola Cerro Prieto, Sociedad
Agrícola Drokasa, Ecosac Agrícola y Agrovisión Perú, a las que se suman
industrias del sector vitivinícola como Santiago Queirolo y Bodegas y Viñedos
Tabernero).
Más
grosero aún, Boluarte promulgó con satisfacción una ley que otorga amnistía a
miembros de las fuerzas de seguridad y comités de autodefensa por crímenes
graves contra los derechos humanos cometidos durante el conflicto armado interno
(1980-2000) y permite la liberación de condenados mayores de 70 años. Su
entusiasta abrazo con el grupo Colina desnudó su pobre humanidad y aparecía
comprando su impunidad y pagando los servicios de quienes dispararon contra
civiles desarmados, defendiendo su régimen.
Todo esto
como parte de un espectáculo donde el Congreso, ahora liderado por Fernando Rospigliosi
pretende duplicarse el sueldo, y quien se piensa mandataria, continúan con su
hostigamiento al Ministerio Público, su afán por recortar la autonomía
judicial, su decisión de acabar con la posibilidad de elecciones competitivas,
y el desprecio abierto que muestran por el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. Un espectáculo donde todas las piezas funcionan en la misma dirección:
un Tribunal Constitucional que blinda a la señora, una Junta Nacional de
Justicia que evapora 1200 expedientes, un gobierno y congresistas que resultan
patrioteros tras los despropósitos de Petro y se desentienden de las
responsabilidades que les tocan por el abandono de Santa Rosa y de nuestras
fronteras en general.
Las cosas
son más duras aún. La maquinaria que avanza, busca instalarse en el largo plazo.
Más allá de las ambiciones puntuales que separan a sus integrantes, antes que
grandes diferencias, que explican el posicionamiento «opositor» que buscan
López Aliaga y sus secuaces para afirmarse como la futura cabeza de la misma
coalición autoritaria de hoy, comparten ese como interés fundamental. Si cabe
alguna duda sobre aquel, basta mirar el programa tentativo del CADE Ejecutivos 2025, con el
claro nombre de “Firmes en la acción ¡por la patria! Porque liderar hoy es una
responsabilidad ineludible”. Más allá de los temas, lo impresionante es el
reparto. No podía ser muy distinto, siendo la presidenta del evento María
Isabel León, exresponsable del plan de gobierno en educación y vocera del
fujimorismo en la materia el 2016.
Desde
Javier Milei, el presidente argentino, y Cayetana Álvarez de Toledo,
diputada del Partido Popular español, pasando por el parlamentario platense del
Partido Libertario Bartolomé Abdalá, hasta Axel Kaiser, activista de derecha y
presidente de la Fundación para el Progreso (Chile), la extrema derecha
global dice presente y evidencia la actividad de sus redes y fundaciones en la
región. Con ellos, lo más rancio, pero también lo más duro de
nuestra derecha. Abogados como Humberto Abanto, Natale Amprimo y Aníbal Quiroga
ocupándose de la seguridad jurídica y la justicia para los peruanos. Militantes
de la Coordinadora Republicana y columnistas de Lampadia repartidos en los
distintos paneles, Francisco Tudela y Juan Claudio Lechín ocupándose del
impacto de la geopolítica en las próximas elecciones. Obviamente, también en
protagónicos papeles Aldo Mariátegui y Fernando Rospigliosi.
Más allá de
la apariencia del CADE, todo indica que la maquinaria de la derecha se mantiene
anclada en la cultura patrimonial, racial y mercantil que la caracteriza. Que
seguirá respondiendo a pactos informales y a la exclusión sistemática de las
grandes mayorías para mantener cerradamente su espacio, preservar sus
privilegios y administrar el Estado a su servicio, con la violencia que crea
necesaria.
desco Opina / 22 de agosto de
2025
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