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Los otros peruanos en el Vaticano

 Únicamente los conocedores de los intríngulis del Vaticano, podían deducir lo que realmente expresaban las fotos de Cipriani ante el féretro de Francisco. Ahora lo sabemos, incluso los que no tenemos siquiera ideas básicas sobre la organización y funcionamiento de la institucionalidad católica.

Era lobby, del malsano. Algo intrínseco, no sólo a la personalidad del exarzobispo de Lima, sino a su grupo. El Opus Dei fue señalado en diversas ocasiones como una organización con influencia dentro del Vaticano, especialmente por su estructura y la presencia de algunos de sus miembros en posiciones clave dentro de la Iglesia. No es casual que Cipriani fuera el primer cardenal de dicha organización. Sin embargo, el Papa Francisco tomó medidas para reducir su autonomía y poder, como impedir que su líder sea obispo y la obligación de rendir cuentas anualmente.

En el 2019, el Vaticano impuso sanciones a Cipriani debido a acusaciones de abuso sexual, las que llevaron a su retiro como arzobispo de Lima y a restricciones que le prohibían participar en actos públicos y usar vestimenta cardenalicia. A pesar de estas sanciones, Cipriani se lució en eventos eclesiásticos en el Vaticano, generando críticas sobre el cumplimiento de las medidas disciplinarias impuestas por la Santa Sede y viajó a Lima, para ser condecorado por su cófrade López Aliaga.

En esa línea, también tenemos al Sodalicio de Vida Cristiana, envuelto en controversias dentro del Vaticano, especialmente debido a las denuncias de abusos y corrupción financiera que llevaron a su disolución oficial por parte del Papa Francisco.

Como el Opus Dei, hasta hace poco, algunos de sus miembros buscaron influir en las decisiones eclesiásticas, pero con la reciente supresión de la organización, su presencia en el Vaticano disminuyó significativamente sin, todo parece indicar, desaparecer del todo. Por eso, personas como José Enrique Escardó, uno de los primeros denunciantes del grupo, han seguido de cerca los acontecimientos y han expresado su preocupación sobre posibles intentos de mantener influencia dentro de la Iglesia.

Así podemos ir entendiendo los corrillos que se organizaron durante y luego del proceso que eligió al cardenal Prevost como nuevo Papa. Resulta que no encubrió a ningún abusador sino, por el contrario, fue un agente activo para que estos actos sean denunciados.

¿A qué temen estos católicos ultrarreaccionarios? La obvia continuidad reformista entre Francisco y León XIV. Se sienten amenazados, entre otros aspectos, porque Francisco promovió la sinodalidad como un principio clave para la Iglesia, enfatizando la importancia de la escucha, el diálogo y la participación de todos los fieles.

Además, ha sido un fuerte crítico del clericalismo, considerándolo un "cáncer de la Iglesia". Para él, es una forma de mundanidad que ensucia y daña su rostro, alejándola de su verdadera misión. Ha insistido en que la Iglesia debe ser un pueblo fiel de Dios, santo y pecador, sin estructuras que coloquen a los sacerdotes por encima de los fieles.

Asimismo, subrayó la importancia de una acción pastoral auténtica, basada en la cercanía y el testimonio. En ese sentido, algo que comparten nítidamente Francisco y León XIV, es el compromiso que profesan con la pastoral amazónica, promoviendo una Iglesia cercana a los pueblos indígenas y defensora del medio ambiente, expresado en la Exhortación Apostólica Querida Amazonia.

También coinciden en las acciones que deben tomarse alrededor del cambio climático, promoviendo una visión en la que la crisis ambiental es también una crisis social y moral. En la encíclica Laudato Si´ y luego, de manera más enfática, en la exhortación apostólica Laudate Deum, se insta a la humanidad a asumir la responsabilidad de cuidar la "casa común", denunciando el impacto de la contaminación y el consumismo desenfrenado.

Sin embargo, parece que también hay aspectos en los que no hay total sintonía entre ambos. Por ejemplo, Francisco abordó la equidad de género desde una perspectiva de inclusión y reconocimiento, promoviendo una mayor participación de las mujeres en la Iglesia; aunque también expresó sus críticas hacia la ideología de género, considerándola una colonización ideológica que borra las diferencias entre hombres y mujeres.

En estos temas, León XIV muestra una postura moderada y tradicional, más conservadora que la de Francisco. Como su antecesor, también se muestra crítico con la perspectiva de género, afirmando que busca "crear géneros que no existen". Sin embargo, ha respaldado algunas reformas introducidas por Francisco, como el acceso a la comunión para católicos divorciados y vueltos a casar.

De esta manera, si bien queda por constatar cuál es el grado de coincidencia entre Francisco y León XIV, algo que está más allá de las voluntades declaradas, lo cierto hasta este momento, es la dura derrota que han sufrido los archirreaccionarios que se enquistaron en la Iglesia Católica. Esperemos que para siempre.

 

desco Opina / 16 de mayo de 2025 

A propósito de la censura

 

Una rápida mirada a la situación de la seguridad en nuestro país en los últimos meses, permite apreciar ocurrencias inaceptables: Perú se cae a pedazos. Lo sucedido en la provincia de Pataz ha dado la vuelta al mundo y estremecido a la nación. En particular, a casi la mitad de la población que por su edad no vivió los tiempos de Sendero Luminoso y el conflicto bélico que soportamos décadas atrás.

El caso ha saltado como el disparador de una reacción política de parte significativa del Congreso Nacional para recolectar firmas –que fácilmente superaron las requeridas– en cuatromociones distintas que fueron presentadas planteando la censura al Presidentedel Consejo de Ministros. Solo los congresistas de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso (APP) y Somos Perú no han firmado ninguna moción.

En medio de la indolencia gubernamental ese sector se niega a sumarse a lo que constituye una demanda nacional. Esto se explica, a nuestro entender, por el gran contubernio entre los poderes Ejecutivo y Legislativo con las mutuas ventajas que obtienen dando la espalda al país y cumpliendo su propósito de mantenerse, compartiendo el poder hasta el último día y de ser posible, extenderlo.

El reingreso a la escena del censurado ministro del Interior constituye una grave afrenta al orden constitucional. Si bien no se infringe ninguna norma con el retorno del cuestionado exministro como miembro del Consejo Directivo de la Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec), también es cierto que, en la actual coyuntura, y dada la ubicación estratégica que ahora ocupa Santiváñez, es una burla abierta al Congreso que lo expectoró. Más aún si el oscuro personaje mantiene su cargo de Jefe de la Oficina general de Monitoreo Intergubernamental del despacho de Dina Boluarte.

Como lo hemos dicho más de una vez, la lista de ataques a la democracia y la gobernanza es amplia y variada. En esta movida de fichas el rol de Juan José Santiváñez pone en jaque, una vez más, el funcionamiento de las reglas de la democracia constitucional.

Si bien se puede ver a diario en la televisión y escuchar por distintos medios a ciudadanos comunes y corrientes denunciando que el sicariato y la extorsión están matando a personas inocentes, mientras las quejas ante la violencia y la inseguridad aumentan, es lamentable la falta de coordinación para enfrentar a autoridades que, a los ojos de cualquiera, no hacen nada, o peor aún, nombran en posiciones estratégicas a personajes nefastos.

Periodistas acribillados, colegios que no funcionan por amenazas a los estudiantes, trabajadores mineros vilmente asesinados, choferes y mototaxistas baleados, comerciantes amenazados y atacados, negocios y oportunidades de trabajo que desaparecen, son parte del resultado de la inacción del Estado en las zonas urbanas y rurales del país. Que en este escenario se pretenda duplicar el sueldo de la señora Boluarte, es un nuevo y grosero agravio absolutamente insensible y convencido de su impunidad.

Al parecer, no basta ya sumarse a las voces de protesta que resuenan como coro de lamentaciones sin rumbo en medio de noches oscuras. Creemos que, una vez más, debemos esforzarnos por encontrar los hilos de la concertación nacional que permitan a los que habitamos este país milenario y ferozmente maltratado por hampones y delincuente de distinta laya, salir del marasmo y la anomia, que como se sabe bien llevan por mal camino a las personas y sociedades.

El escenario electoral en marcha, por ahora corre por cuerda separada en tanto se definen y ajustan las listas y sus candidatos. Las expectativas de un cambio de rumbo siguen siendo pequeñas y el tema no convoca.


desco Opina - Regional / 9 de mayo de 2025

descoCiudadano


La coyuntura en curso

 

El propósito del Congreso de prolongar la permanencia de sus actuales componentes en el poder, se expresa en estos días, una vez más, en las medidas que se toman. Apenas un par de semanas atrás la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales decidió archivar las investigaciones sobre los Rolex de la mandataria, mientras a diario se aprueban leyes absurdas, solamente populistas y electoreras, como la creación simultánea en el papel de veinte nuevas universidades en el país.

De un lado, los congresistas se esfuerzan ¿ingenuamente? por blindar a futuro la posibilidad de ser sancionados más allá del año 2026, del otro, intentan ajustar el proceso electoral en curso buscando evitar que posibles rivales, salidos desde la oposición existente en el escenario público, puedan postular en las próximas elecciones. Ello, a pesar de que su aprobación es apenas un error estadístico.

En ese propósito buscan suspender a jueces y fiscales supremos que, particularmente el fujimorismo consideran indispensable cambiar, por ejemplo, modificando el Reglamento del Congreso para disminuir el número de votos necesarios para sancionarlos y reemplazarlos. Se trata una vez más de dificultar la persecución del delito y mantener o ampliar las cuotas de poder que han conseguido, limitando el poder Ejecutivo y controlando progresivamente otras instituciones importantes como el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y la Junta Nacional de Justicia.

La lista de ataques a la democracia y la gobernanza es amplia y variada. Incluye las recientes modificaciones a la ley APCI y su estrategia de debilitamiento de las investigaciones y sanciones por la violación de los derechos humanos cometida recurrentemente por el Gobierno, así como diversas exoneraciones tributarias a los grupos de poder, en desmedro de los recursos que requiere el presupuesto público. Eso mismo ocurre cuando plantean modificaciones puntuales a la legislación electoral para, entre otras decisiones de última hora, facilitar la reelección de autoridades municipales y regionales.

En esa línea, sin embargo, no han podido inhabilitar por ahora a figuras que un sector de la ciudadanía ve con buenos ojos como el expresidente del Consejo de Ministros, Salvador del Solar, el expresidente Francisco Sagasti y en una tercera inhabilitación, Martín Vizcarra. Muchos de ellos, hay que recalcarlo, no salen limpios de la revisión y consecuente observación hecha por RENIEC del registro de firmas falsificadas de afiliados que incluyen a los fujimoristas de Fuerza Popular, con amplia experiencia en ese delito.

Lo que parece buscar la costra gobernante, además de favorecer los intereses de los grupos ricos de creciente poder económico, es seguir adelante con la corrupción en marcha, tan galopante como la violencia delincuencial que ya suma más de 4300 homicidios, víctimas de las condiciones en las que nos han sumido quienes ejercen las facultades legislativas y ejecutivas del Estado.

Nunca antes que se recuerde, lo dicen varios de nuestros más destacados historiadores e historiadoras, nuestro país estuvo inmerso simultáneamente en tanta violencia, corrupción y desmanejo público. El listado de los peores ministros, ponderado por especialistas nacionales y extranjeros, así como la ciudadanía expresándose en encuestas de opinión, muestran porcentajes de desaprobación superiores al 95%. El repudio ciudadano es abrumador en medio del contubernio y respaldo mutuo que una mayoría congresal autoritaria comparte con el Ejecutivo desde las protestas y muertes iniciadas en diciembre del 2022.

Son ya más de dos años de destrucción de la institucionalidad pública y privada en el país, que con el aliento a la informalidad delincuencial, en un escenario de pésima gobernanza, en el que brillan por su opacidad sujetos como el actual asesor de la presidencia y exministro del Interior Santivañez, el inaceptable ministro de Educación y la mención aparte que merecen las inauditas declaraciones del ministro de Agricultura, en esta ocasión desconociendo el papel de la agricultura familiar y su invalorable aporte a la construcción de la seguridad alimentaria, para favorecer a la minería contaminante.

Soportamos una mala gobernanza nacional, que implica un retroceso en nuestro proceso de desarrollo, y más grave aún, nos enfrenta al riesgo de un quebrantamiento serio del país, a la imposibilidad de contar con un proyecto nacional mínimo que se sustente en la democracia, la justicia y la conjunción de una concertación solidaria indispensable que permita al Perú ubicarse en medio de un escenario internacional turbio, plagado de amenazas, enfrentamientos y guerras que nos tocan cada vez más de cerca.

La disputa por heredar el poder y el interés de organizaciones como el cerronismo, el fujimorismo y Alianza para el Progreso por ampliarlo, entre grupos que soportan al gobierno actual, se produce en un escenario en el que la mayoría ciudadana expresa en las encuestas su desinterés por tentar el control de Estado y solamente demanda el cese de la violencia delincuencial en una lógica de supervivencia, incapaces de ver por ahora un futuro de desarrollo mínimamente armonioso y de prosperidad compartida.

 

desco Opina / 2 de mayo de 2025