Los duros cruces de acusaciones y
denuncias entre Keiko Fujimori y el presidente Vizcarra, seguido por unas
intervenciones que lindan con lo desopilante por parte de la mototaxi (Letona,
Salaverry, Becerril) y anónimos trolls fujimoristas, muestran que en nuestro
país la política puede ser todo menos aburrida.
El “disclosure” que la jefa de Fuerza
Popular practicó esta semana en la televisión, revelando las reuniones
reservadas que tuvo con el presidente Vizcarra y la respuesta de éste, cambió
el tono de las pugnas políticas vigentes, aunque no el fondo de la misma. En un
intento –muchos piensan que desesperado– por defender al fiscal Chávarry, Keiko
Fuimori equiparó las reuniones reservadas entre ella y el Presidente con las
sostenidas entre el actual Fiscal de la Nación, el ya tristemente célebre magistrado
supremo César Hinostroza y otros personajes.
Así, la lideresa del principal partido de
oposición presenta ante la opinión pública una negociación política
aparentemente legítima como algo ilegal, comparable a un cubileteo entre
mafiosos. Quien en principio debería estar interesada en tratar de ensanchar la
legitimidad del sistema político, no vacila en deslegitimarlo y presentarlo de
hecho como una guarida de aprovechadores. A su declaración siguieron otras del Presidente del Congreso y del secretario general de Fuerza Popular, José Chlimper, revelando otras reuniones, incluso previas al segundo
intento de vacancia y renuncia de PPK; todo con el fin de golpear al
Presidente, arrinconarlo con acusaciones de haber mentido y recuperar la
iniciativa política que perdieron tras el mensaje del 28 de julio.
Fuerza Popular y su jefa confirman así
su absoluta indiferencia o despreocupación por la legitimidad del sistema
político peruano, evidenciando sus prioridades en esta coyuntura: inviabilizar
el referéndum y ciertas reformas políticas, así como defender la permanencia
del muy desacreditado fiscal Chávarry, quizá por su disposición a librar a
Keiko Fujimori de ciertas acusaciones que podrían conducirla a la cárcel.
Recurrir al ataque artero, violar reservas acordadas y agitar fantasmas
absurdos con desaforadas comparaciones entre el presidente Vizcarra y Maduro, son muestras destacables
de cómo el fujimorismo hace política y de cómo está contribuyendo a aumentar la
desconfianza del país hacia su clase política.
Estas maniobras afectan al fujimorismo, tan venido a menos en los últimos meses, pero también al propio Presidente, el destinatario directo de todos los dardos. Los estilos
pragmáticos y poco transparentes que hasta hace poco practicó, le pasarán la
cuenta a Vizcarra, un político sin gran experiencia en el plano nacional y sin
una importante fuerza política en la cual respaldarse. Sacar adelante el
referéndum y sus propuestas ante el Congreso es hoy más complicado que antes,
más aun considerando que prácticamente está solo, no cuenta con sólidos apoyos
o alianzas con otros actores políticos y Fuerza Popular recurrirá
previsiblemente a todo tipo de maniobras para bloquearlas.
Frente a ello, son pocas, aunque no
menores las cartas que el Presidente Vizcarra puede jugar para lograr los
objetivos que se ha planteado; una de ellas es la construcción de alianzas con
otros actores políticos, con aquellos que tienen presencia en el Congreso más
allá de la reducida bancada PPK (que además de pequeña y fragmentada, no parece
ser muy cercana y afín al Presidente), pero también con actores a nivel
regional y subregional, lo que podría significar abrir el abanico de preguntas
inicialmente planteado para el referéndum, a fin de incluir otras cuestiones que
pueden convocar el apoyo de nuevas fuerzas.
A nivel de la sociedad civil, el Presidente
puede también construir alianzas, ya sea con organizaciones sociales como con
gremios empresariales, laborales y de otro tipo. Algunos sindicatos y
federaciones han mostrado disposición a movilizarse en apoyo del referéndum, en
tanto los gremios empresariales parecen ir tomando silenciosa distancia del
fujimorismo keikista, debido a su comportamiento político al que algunos
voceros y opinólogos consideran conservador y populista, que se ha ido alejando
de la economía de libre mercado por una serie de leyes aprobadas en el congreso.
Existen entonces condiciones para que el Presidente rompa su soledad y
aislamiento, aun cuando su problema para ello tiene que ver, en lo inmediato,
con su falta de operadores políticos.
Este es también un momento clave para
que las distintas fuerzas de izquierda impulsen una alternativa propia de
conjunto, que vaya más allá de alinearse tras propuestas del Ejecutivo y de celebrar
una consulta ciudadana con preguntas centradas en aspectos meramente jurídicos
y electorales que, aun cuando importantes, no abordan temas de fondo
relacionados con la economía, la sociedad y la política del país.
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