Los
últimos acontecimientos en el interior del país a raíz del paro agrario
impulsado por los productores de papa, han evidenciado la falta de interacción
entre el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) y las direcciones regionales
agrarias para proporcionar la información y orientación oportunas a los
agricultores a fin de que tomen decisiones económicas adecuadas sobre qué
cultivar. Las consecuencias de ello, una sobreproducción de papa y sinsabores
en las economías campesinas, ya que su compra en chacra ni siquiera alcanza el
50% de los costos de producción.
La
huelga y los bloqueos de carreteras en siete regiones productoras de papa
del país –Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, Junín, Huánuco, Arequipa, Cusco y
posteriormente se sumó a la protesta la norteña región de La Libertad–, son
consecuencia de una flagrante ausencia estatal en la promoción agraria. Los
acuerdos para el levantamiento de las acciones de protesta alcanzados el 10 de
enero pasado, no fueron bien recibidos ni aceptados en simultáneo por todas las
regiones porque consideraban que la propuesta de compra de los excedentes era
insuficiente para cubrir a todos los agricultores afectados. Aparentemente, bastó
para que temporalmente se aplacaran desencantos y paulatinamente los gobiernos
regionales fueron adquiriendo algunos lotes del tubérculo a mejores precios que
los ofrecidos por los acopiadores.
Desde
el inicio quedó claro que la asignación de un millón y medio de soles para cada
gobierno regional sería insuficiente para mantener satisfechos a todos los
agricultores, pese a que el entonces flamante ministro de Agricultura dijera a
los medios que las tensiones habían sido resueltas. Como era de esperarse, los
descontentos volvieron a desbordarse a raíz de las inconsistencias de las
propuestas en la mesa de negociación y la desconfianza con el gobierno, lo que derivó
en un resurgimiento del paro de productores.
De
la lista inicial de exigencias que contenía diez puntos, lo que más resaltó fue la solicitud
de impedir la importación de papas procesadas procedentes de Holanda y Bélgica,
en el entendido que esto afectaba al agro nacional. Los argumentos de defender la producción nacional y aumentar
las barreras a la importación de papa prefrita y precocida y la revisión de los
TLC firmados por la importación indiscriminada de papa, quedan desvirtuados;
ya que esto según cifras oficiales, representa menos del 1% del consumo
nacional, por lo que su prohibición no resolvería la crisis ocasionada por la
excesiva producción que rebasa las necesidades del mercado nacional. Las nuevas
demandas resaltan varios temas, entre ellos destacan la solicitud de declarar el agro en emergencia, la asignación de recursos para
solucionar la problemática actual, reducir los intereses de Agrobanco y los
requerimientos de asistencia técnica.
El
reclamo puede ser justo, lo que no es justo es que se afecte el derecho de otros, los manifestantes presionaban a los
comerciantes por el cierre de sus puestos de ventas, y en algunas ciudades del
interior, grupos de vándalos generaron saqueos y estropicios en la propiedad pública y privada.
Desde
el inicio del gobierno de PPK, se decía que en su entorno había muchos técnicos
y pocos políticos, dieciocho meses después, está demostrado que ni lo uno ni lo
otro; porque para el caso del agro, los técnicos deberían ya alertar que hay
otros productos que están al borde de la crisis, el limón y la zanahoria son ejemplos muy claros: al igual que
con la papa, los agricultores no alcanzan a cubrir sus costos de producción.
Esta
huelga agraria demuestra, además de la poca capacidad técnica del gobierno en
la materia, su escasa o nula habilidad de negociación, la falta de previsión y
una limitada voluntad de escucha y atención a las demandas de los campesinos. Al
igual que en la huelga de los maestros, el Estado tampoco fue capaz de
identificar a los verdaderos interlocutores de los manifestantes, ni de
entender la dimensión social y económica del problema. Es justificable una
declaratoria de emergencia agraria a pesar de los costos que acarreará al
erario nacional; porque además, es evidente la falta de planificación y
articulación entre los involucrados, y cuando «las papas queman» no se tiene una
respuesta directa, sino evasivas disquisiciones que buscan a culpables de la
situación en agitadores oportunistas sin mirar su propia realidad interna,
que carece de compromiso, creatividad e iniciativa, condiciones mínimas que
aseguren el respeto y credibilidad ante los campesinos.
desco Opina - Regional / 9 de
febrero de 2018
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