Esta es una sucia historia de dos
vacancias y mucha basura en tan solo un año, que nos amenaza en el cercano
horizonte. Es el caso del desgobierno y la grave corrupción –que parece no
interesar a muchos– que se produce en el nivel más cercano de encuentro entre
la ciudadanía y el Estado, como son nuestros casi 1900 municipios en el país.
El 25 de enero del presente año, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) suspendió a Ángel Chilingano como alcalde del distrito de Villa María del Triunfo, debido a los
supuestos vínculos con una red de extorsión y cobro de cupos, por la que purga
prisión preventiva por 18 meses. Anteriormente, en febrero del año pasado fue vacado por el mismo JNE, Carlos Palomino Arias, alcalde electo en una lista de la agrupación Solidaridad Nacional, que lidera el alcalde metropolitano Castañeda Lossio. Acusado de
nepotismo por haber contratado como funcionaria a su cuñada, Palomino afrontaba
tres pedidos de vacancia: porque el procurador municipal lo defendió en un
juicio privado, porque llevaba la contabilidad de cuatro empresas que han
contratado con la municipalidad, y un tercer pedido por nepotismo. Este último
fue el motivo de su retiro.
En el momento de la primera vacancia,
también se hizo público un video en el que un supuesto empresario ofrecía desembolsar
US$ 150 000 para apoyar la vacancia de Palomino. El trato lo hace con un grupo
de personas interesadas en que esto ocurra, entre ellas los hermanos Ensel y Ángel Chilingano Villanueva. Este último el teniente alcalde del distrito, ahora suspendido por el JNE del sillón municipal.
Esta semana, en un nuevo capítulo de
esta tragedia urbana municipal, el JNE llamó al regidor César Infanzón Quispe
para que asuma temporalmente como burgomaestre, en tanto se resuelva
definitivamente la situación de Chilingano, y dispuso que se le entreguen las
credenciales que lo acreditan como alcalde de Villa María del Triunfo, pese a que sus colegas regidores se han negado a proponerlo como el reemplazante de Chilingano. Esta decisión del JNE permitirá que alguien
asuma el papel de burgomaestre y encuentre la manera de resolver el grave
problema generado por la falta de recojo de la basura desde el mes de diciembre
del año pasado, que no solo ha cambiado el paisaje urbano del distrito con los
cerros de desperdicios generados, sino que ha llevado a declarar al distrito en
una alerta ambiental que se viene tratando de solucionar de alguna manera y que
ya afecta con contaminación a distritos vecinos como Surco y La Molina.
Se estima que más de cuatro mil toneladas de basura se acumularon en 79 puntos críticos del distrito desde que el alcalde fuera arrestado.
Se trata de un distrito de más de 400 000 habitantes, una población mayor que en
ciudades como Piura o Cusco y que si bien desde el 17 de enero se encuentra en alerta sanitaria decretada por el Ministerio de Salud, hasta
la fecha no ha servido para que las autoridades del mismo, ni las de la Municipalidad Metropolitana de Lima enfrenten seriamente el escandaloso caso y contribuyan a resolver este grave problema.
El caso de Villa María del Triunfo, en
un año electoral municipal, debería servir de alarma para que como sociedad
hagamos una seria reflexión sobre cómo y a quiénes estamos proponiendo y
eligiendo como autoridades municipales en un país corroído por la corrupción,
sin instituciones ni partidos políticos con un mínimo de credibilidad o
confianza y una sociedad civil desorganizada y sin mecanismos efectivos de
vigilancia y control ciudadano. Esto en medio de la poca capacidad que se tiene
en los diversos niveles del Estado para dar solución a los problemas básicos de
gobierno que les corresponde. Más aun, visibiliza la fragilidad que existe en
las estructuras de funcionamiento orgánico dentro de los municipios, los cuales
no funcionan de manera clara y trasparente en el manejo de sus cuentas para un
servicio tan básico como el recojo de basura.
Creemos que se hace indispensable
garantizar la sostenibilidad de los servicios básicos que ofrecen los
municipios y que esto trascienda a las gestiones de turno, ya que la
negociación que se suele hacer cada vez que ingresa un nuevo gobierno
municipal, sienta las bases para la proliferación de redes delincuenciales que
están a la expectativa de dónde podrán dar su próximo golpe.
Es hora de reaccionar como sociedad y
plantearnos seriamente el riesgo que corremos ante la proliferación de
candidaturas municipales de toda laya que empiezan a poner en riesgo nuestra
continuidad como sociedad organizada en torno a estructuras democráticas del Estado.
desco Opina - Regional / 26 de
enero de 2018
Programa Urbano
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