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PPK y la «gerencia» de los territorios



Mientras el fujimorismo sigue mascullando la derrota, conviene enfocarse en los desafíos del presente. Puesto que la conformación del primer gabinete ‘pepekausa’ se hará pública el 10 de julio y que lo único cierto es que Thorne irá al MEF, por ahora las únicas indicaciones que tenemos son las comisiones de transferencia. Por lo visto habrá un manejo tecnocrático, previsible en un gobierno de PPK, aunque hay señales sobre la seriedad con la que se aborda la labor, por lo menos. Es así en el MIDIS, MIMDES, MIMPV, Interior, Salud y Defensa, entre otros. Pero hay un ministerio intransferible, porque no existe: el de Descentralización. ¿Qué cabría esperar de PPK sobre la gestión y articulación de los diversos territorios que componen este país?
El escenario en el que le toca operar a este gobierno es uno de estrecheces, ya no solo políticas, sino económicas. El presidente electo ya declaró públicamente que la caída en el crecimiento del PBI se debe a una sola razón: el menor precio de los commodities, sobre todo los que provienen de las industrias extractivas. Contra la opinión interesada en desprestigiar a Ollanta Humala (¡como si hiciera falta!) la desaceleración no tiene que ver exclusivamente con el manejo macroeconómico del gobierno. Un representante del PNUD declaró recientemente que hasta 1.6 millones de peruanos podrían volver a contarse dentro de los pobres, por vivir con muy poco y sin seguridades de ningún tipo. La razón está asociada también al enfriamiento de la economía mundial y en América Latina en específico, a la baja en los precios de las exportaciones primarias. Tal vez por eso se impone dar señales a los gobiernos subnacionales, algunos de los cuales han sido «canondependientes», como declaró el Vicepresidente Vizcarra.
PPK y su equipo viajaron al Cusco a la llamada Primera Cumbre por la Descentralización, co-organizada por la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR) y la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE) que congregó a 22 gobernadores regionales y alrededor de 1000 alcaldes. Anunció medidas para igualar la cancha, en otras palabras, evitar la desigualdad, entre las regiones más ricas y las más pobres, mientras Vizcarra anunció con claridad que espera destrabar alrededor de 67 mil millones en inversiones mineras. Hace bien el gobierno en mostrar sus cartas de una vez y de manera tan pública. Previsible es también que varios de esos proyectos, por ejemplo Las Bambas, enfrenten resistencias de las poblaciones en las llamadas ‘zonas de influencia’. En ese caso, el gobierno de salida pactó un programa de inversiones de S/. 1400 millones pero en el cual parece haber poco avance.
Ojalá el manejo en este tema haga oídos sordos al discurso pasatista de algunos sectores pro empresariales que siguen tratando de echarle la culpa de toda protesta a los «radicalismos» y que no dudan en exigir represión a la mínima señal de disenso. Estos sectores empresariales bien podrían estar a favor de  una propuesta que se escuchó en la mencionada Cumbre con autoridades regionales y locales: la de crear sedes descentralizadas de Proinversión. Estarían de acuerdo si de concesionar el país por partes se tratara, por cierto. Una propuesta audaz del alcalde del Cusco fue que el Gobierno destine el 50% de su presupuesto a las regiones. Pero es sabido que en un escenario de contracción, la tendencia es más bien a desconcentrar: en épocas de vacas flacas se espera que cada región «baile con su pañuelo».
No obstante, PPK sí se ha referido a la diversificación productiva en los territorios como respuesta desde el gobierno para asegurar ingresos a nivel país. El tema lo puso en agenda pública el Ministro Piero Ghezzi para este gobierno, pero tuvo poco eco en los hechos. El presidente electo se ha referido a ampliar lo que capta el país por el turismo, a las industrias como las fundiciones y a la agroexportación. Sobre este último punto, declara estar a favor del régimen especial que en campaña fue presentado como ‘Ley Chlimper’, es decir, está a favor de flexibilizaciones laborales, como buen neoliberal que es.
Cuando se habla de territorios usualmente se imagina al Sur. El gran espacio costero, andino y amazónico que no votó por él en la primera vuelta pero que, en varios casos notables como Puno, Arequipa y Tacna, le dio su apoyo contra Fujimori en la segunda. Tienen razón en el Sur en reclamar atención del nuevo mandatario aunque, claro está, un presidente no debe gobernar para ‘pagar’ los votos recibidos, sino para todos los peruanos. Pero sí es cierto que territorios donde se encuentran el mencionado proyecto Las Bambas, y donde se produce el agua que da vida a la agroexportación de la costa peruana, exigen un manejo serio y articulado. El presidente electo ha declarado muchas veces que le interesa en particular llevar agua a los hogares peruanos pero también construir infraestructura de riego, para favorecer inversiones que se dan, por citar solo un ejemplo, en Ica con aguas que fluyen desde Huancavelica. Dicho sea de paso, el fujimorista gobernador de Ica, Fernando Cilloniz, brilló por su ausencia en la ‘Cumbre’. 
No menos importante en los tiempos que corren es la relación bilateral con los vecinos, y eso también adelanta algo del manejo económico y territorial de Kuczynski. Su gran interés por Chile y su participación en la III Cumbre empresarial de la Alianza del Pacífico dice mucho de las ganas que tiene de atraer capitales desde «ese» sur: “Estamos para servirles, queremos atraer inversión y ustedes tienen la puerta abierta”, declaró en el evento. Sin duda, PPK se siente a gusto en el mundo de los negocios pero debería estar preparado para exponer, democráticamente, sus respuestas a las voces en contra. Después de todo, ya tiene suficiente con la oposición de tinte revanchista que ha anunciado el fujimorismo en el Congreso.
En conclusión, es un escenario complicado para la economía, y por tanto, para la reducción de las desigualdades en el país. El nuevo gobierno es claro en su orientación promercado, y en eso no difiere del fujimorismo, pero parece ser al menos más franco en su manejo tecnocrático o ‘gerencial’ de este país. No va a ser «Presidente del Directorio», sino presidente de los millones que, en diferentes territorios, claman por señales de que su existencia no es marginal para el modelo. El impulso a la descentralización es positivo si no se negocia de espaldas a las poblaciones y sus autoridades y si se articulan los esfuerzos del Estado por dar coherencia a la administración social y económica en costas, sierras y selvas. PPK es un pragmático, y su proyecto político no tiene una gran visión del país. Pero para suerte suya, el gobierno de Humala dejó el techo tan bajo, que basta vocación de diálogo y algunas ideas claras para llegar al bicentenario con un país que no dé signos de fragmentación.     

desco Opina / 1 de julio de 2016
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