La campaña electoral
continúa con su tono farandulero y de escándalo, como lo hará previsiblemente
hasta el final. En los días recientes, distintos «casos» evidencian cómo están
enfrentando los distintos partidos los comicios venideros. Los medios de
comunicación nos han presentado los «jales» de algunos de los principales
candidatos, que buscan «adquirir» las capacidades de aquellos; así distintos
personajes como Vladimiro Huaroc y Fernando Rospigliosi aparecieron como
figuras intercambiables, el uno acercándose a Keiko Fujimori, el segundo
vinculándose con PPK. En este afán, a los más nuevos no les fue tan bien; César
Acuña y su agrupación pagaron la factura de su inexperiencia y tras presentar a
sus especialistas en seguridad, tuvieron que desmarcarse de uno de ellos, vinculado al escándalo López Meneses.
El Partido Popular
Cristiano se encuentra atrapado en problemas mayores. Sus ostensibles
desavenencias internas, agravadas por la disposición de su lideresa Lourdes
Flores de marchar a una alianza con el APRA, se desbordaron tras sus elecciones
internas para dirigentes territoriales quienes elegirán, a inicios de diciembre,
sus nuevas autoridades nacionales y definirán su participación en las
elecciones del 2016. Hoy, los socialcristianos han trasladado su disputa, tras
ventilarla cargada de adjetivos por los medios, al Jurado Nacional de
Elecciones y todo indica que la presunta alianza voló por los aires, llevándose de encuentro la unidad del
partido de Bedoya Reyes.
El APRA no la pasa
mejor. Tras la pomposa presentación de su Plan de Gobierno 2016-2021, el portal
Altavoz, llevado por la denuncia puntual de un exfuncionario del Ministerio de
Cultura, denunció que el 32% del documento no sería de autoría original,
proviniendo de distintas fuentes, ninguna de las cuales es citada. En otras palabras, un vulgar plagio. El candidato García, rápidamente se
desmarcó del documento, indicando que su plan de gobierno lo presentó él mismo
con anterioridad en el coliseo Chamochumbi, anunciando la separación del
partido de quienes resulten responsables del desaguisado. Reviviendo viejas
disputas en Alfonso Ugarte, con el congresista Mulder a la cabeza, se inició el
cargamontón contra Jorge del Castillo, encargado del documento, quien
finalmente puede ser descabezado, no obstante sus explicaciones.
Aunque se trata de
casos distintos, los tres tienen en común el desinterés y el descuido por las
formas que muestran las principales agrupaciones políticas involucradas. Expresan
lo que varios llaman la antipolítica. Pareciera que se trata de «rodearse» de
especialistas que permitan mejorar la imagen de cada aspirante, así éstos no
entiendan lo que aquellos plantean; que
salvar la valla electoral es la única garantía de supervivencia y que
programas y planes son poco más que meras fórmulas para cumplir con las
exigencias de los organismos electorales.
El caso del APRA es
el más llamativo en este sentido. No sólo porque se trata de la agrupación con
más larga historia y permanencia en nuestro país, aquella que sin duda tiene el
número mayor y más alto de militantes –entendidos en el sentido clásico del
término–, sino también, y especialmente, porque siempre se ha afirmado como una
organización programática e ideológica. Los sucesos recientes evidencian, por
si hiciera falta, que todo ello es parte de lo que el viento se llevó. Más allá
de los discursos, parece claro que el partido de Haya de la Torre, como los otros, se
siente cómodo con la desafección por la política que existe en el país y actúa
en consecuencia.
En este escenario,
cabe preguntarse si el electorado está interesado o no, en estas cuestiones. Es
decir, si éstos y otros casos similares que se seguirán sucediendo, les
implican un costo importante en votos a las agrupaciones involucradas. Todo indica que no tanto, dado el «adelgazamiento» sistemático de nuestra democracia. Sin
embargo, es obvio que los hombres y mujeres de este país tienen preocupaciones
concretas sobre su futuro inmediato –ingresos, pensiones, acceso a servicios de
calidad, ejercicio de derechos, oportunidades en el mercado, etc. –, que intuyen
están ligadas a cuestiones que los exceden individualmente, del tipo qué vamos
a hacer para enfrentar el fin de un ciclo económico o cómo vamos a atender la
inseguridad ciudadana.
Si las respuestas
están en un documento, plan o programa, no les interesa. Lo que están buscando
son respuestas que los convenzan y rostros que les resulten convincentes.
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