En el Perú de Humala, si nos
remitimos a su Mensaje a la Nación y sus posteriores
intervenciones «complementarias», no existen los gobiernos regionales ni las
municipalidades. No hay conflictos sociales ni pueblos indígenas... tampoco hay
pobres. En el país del Presidente no hay gravísimos problemas de inseguridad
ciudadana, no tenemos un severo fenómeno de El Niño advertido por todas las
estaciones meteorológicas del mundo, ni soportamos fuertes impactos debido al
cambio climático.
Sumido
en su extraña manera de entender la política, Humala no realizó ninguna
convocatoria a los partidos y organizaciones sociales luego de que su partido
perdiera el control del Congreso, a lo que debemos sumar una generalizada
desaprobación ciudadana. Tampoco consideró necesario mencionar en algún momento
algo sobre nuestra política exterior, salvo una rápida alusión a la Alianza del
Pacífico y otra a La Haya, haciendo suyo un resultado de muchos, pero nada más.
Finalmente,
Humala habló de la educación y los programas sociales, en los que hubo casi
unanimidad respecto a avances en esos rubros. Sin embargo, lo que esconden esas
cifras «positivas» es el retroceso experimentado por el Perú en el Ranking de Competitividad Mundial 2015, en donde estamos ubicados en el puesto 54 entre 61 países analizados,
desandando cuatro posiciones desde la última evaluación.
Esta caída en competitividad
es la peor reportada desde el 2008, fecha en la que el Perú se sumó a la
medición y supone un retroceso acumulado de 19 casillas en los últimos siete
años. Esto fue consecuencia de los resultados negativos en los indicadores de
desempeño económico (pasamos del puesto 46 al 50), eficiencia del gobierno
(pasamos del puesto 33 al 37), eficiencia en los negocios (pasamos del puesto
43 al 50) e infraestructura (en el que nos mantuvimos en el puesto 60). En
resumen, señalan los especialistas, para incrementar la competitividad local es necesario poner en marcha una seria
reforma estructural que incluya al sector Educación y cierre la brecha de
infraestructura en servicios básicos y tecnológicos, a fin de dinamizar la
productividad nacional. Una pena que hayamos desperdiciado la oportunidad,
cuando las vacas estaban gordas.
Sin embargo, la realidad
que desdice este mundo presidencial imaginario no es, ni mucho menos, la
fantasía de los voceros de una derecha económica que no quiere ver el pobrísimo
resultado que ha obtenido el modelo neoliberal que promueve ciegamente, luego
de 25 años de aplicación ininterrumpida y con el gran viento a favor que fue el
superciclo de precios de los commodities.
Es decir, a diferencia de
lo expresado por Roberto Abusada, el 2 de agosto en el diario El
Comercio, las causas de la retracción económica actual no deberían ubicarse
en las limitaciones evidenciadas por uno de los gobernantes que buscaron no
salirse de la ortodoxia neoliberal, sino en esta última: el problema no es el
mensajero, sino el mensaje mismo.
Se queja ahora nuestra
derecha de lo pésima que fue la fórmula de crecimiento a toda costa, para que
el Estado reciba mayores impuestos, con los cuales financiar programas sociales
asistencialistas que, a su vez, sostengan clientelas electorales. ¿Por qué
achacar a Humala algo que hicieron todos los gobernantes en los últimos 25
años? Obviamente, de ello no íbamos a obtener ningún resultado sostenible, sólo
satisfacciones efímeras. Así es como está sucediendo.
Como
afirma José Matos Mar, al final
del camino neoliberal vemos una «profunda desintegración nacional (que) se
expresa en la desarticulación física, económica, social, política y cultural
del país, cuya superación es el mayor objetivo que cualquier gobierno tiene que
proponerse». Hace treinta años, eso fue, palabras más palabras menos, el punto
de partida y la aspiración con los que mediríamos nuestra progresión.
Transcurrido el tiempo, fue el triste punto de llegada para un modelo que no
pudo dar lo prometido. Aquellos que crean que el gobierno de Humala fue «el
quinquenio perdido», deberían sumar 20 años más y hablar del cuarto de siglo
echado por la borda.
desco Opina / 7 de
agosto de 2015
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