Semanas difíciles para Alan García. Conforme se acerca el plazo para la presentación del informe de la comisión parlamentaria que investiga el período 2006-2011, la silenciosa preocupación en Alfonso Ugarte es reemplazada por descalificaciones altisonantes contra los acusadores del ex Presidente. En medio de este escándalo, la muerte de Armando Villanueva, militante histórico de la Estrella, reafirma la sensación de un APRA sin destino y sin referentes, más allá del proyecto llamado Alan García.
En torno a la investigación sobre las gracias presidenciales otorgadas por su gobierno, los números divulgados lo dejan muy mal parado: más de la mitad de los 104 indultos de carácter humanitario fueron para sentenciados por tráfico de drogas, mientras el 61% de las 5,246 conmutaciones de penas beneficiaron a reos vinculados al narcotráfico. La evidencia sobre la intermediación de «compañeros» de la Estrella ha terminado por mellar significativamente la imagen del ex Presidente y producirles afonía a sus más vociferantes defensores.
Fracasado su intento por desmarcarse de la responsabilidad que lo alcanza directamente –más allá de la que correspondería a sus varios ministros de Justicia– García ha jugado la carta de la víctima, y ha adelantado el anuncio de su candidatura a la Presidencia de la República el 2016. Las buenas maneras y la cínica sonrisa de aprobación a Humala han quedado atrás al acusar al oficialismo de estar embarcado en allanarle el camino a las aspiraciones electorales de la Primera Dama.
Ya en esa línea, García intenta meterse a la bolsa al también ex presidente Alejandro Toledo, contándole a la prensa que se ha reunido con él en una común preocupación por el futuro de nuestra democracia, ante un probable proyecto de la pareja presidencial de buscar continuidad en el poder. Un adelanto de la campaña electoral resulta una empresa demasiado complicada incluso para García, pero por el momento le resulta útil en su objetivo más inmediato: mover los reflectores lejos del expediente de indultos y conmutaciones traficados por su partido.
Más allá de las aspiraciones de la señora Heredia –de las que no hay que descuidarse– García ha dejado ver que se encuentra en una difícil situación. Sus competidores en la carrera al sillón de Pizarro –en lugar privilegiado Keiko Fujimori– observan con beneplácito la posibilidad de su inhabilitación.
Sin embargo conviene recordar que éste no es, por lejos, el primer trance difícil que enfrenta García en su carrera política, a lo largo de la cual ha dado probadas muestras de su capacidad para asegurarse impunidad, ya sea maniobrando en el parlamento o aprovechando el aprismo instalado en el Poder Judicial, por no mencionar las prescripciones que impidieron llevar a juicio los muy presuntos delitos de su inolvidable primer gobierno. En este marco, el informe de la llamada «mega comisión» adquiere una importancia mayor a la que se le asignó al inicio de su accidentada composición.
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