La actual gestión regional de Huancavelica se ha fijado este año la meta de instalar 5 mil hectáreas de cultivo de palto Hass al 2014. El cultivo, destinado principalmente a la agroexportación, hoy experimenta una reducción en su demanda. En este contexto, es necesario evaluar el impacto adverso que tiene el impulso de este y otros cultivos alternativos en los productores de la pequeña agricultura. La preocupación es aún mayor cuando hablamos de cultivos de larga duración (superiores a los 15 años) que, ante la baja de precios en el mercado, expondrían a los productores a niveles de vulnerabilidad delicados. En medio de un complejo panorama, donde son difusos los mecanismos y actores que determinan los precios, cabe preguntarnos qué mecanismos de protección adoptan los entes encargados de la promoción y producción agrícola del país para velar por los pequeños agricultores.
En la región, con una población en extremo vulnerable económica y socialmente, el principal medio de subsistencia es la agricultura. Los pequeños productores, que destinan la mayor parte de su producción al autoconsumo, hallan en la diversificación de cultivos un mecanismo de protección alimentaria y de subsistencia frente a la ausencia de otras alternativas de desarrollo. Es así que el margen de venta del pequeño agricultor es marginal, dedicando solo los excedentes de la producción a comercializarse. La cultura local, de lazos complejos con la tierra, entiende a la diversificación de cultivos como un medio de seguridad alimentaria independiente de las tendencias de un producto para la exportación o comercialización.
Bajo ese contexto, debemos preguntarnos cuáles son las verdaderas repercusiones de los cultivos alternativos como el palto u otros en regiones con características marcadas por la atomización de terrenos, condiciones edafoclimaticas adversas, indicadores altos de pobreza u otros.
Mientras que a un pequeño productor le resulta difícil adoptar un cultivo que durará 15 años en una parcela reducida, los sectores vinculados a la producción –como la Dirección Regional de Agricultura, programas especiales como Sierra Exportadora, fondos concursables como PROCOMPITE, entre los más conocidos– han correspondido con una promoción poco responsable para la propagación de hectáreas destinadas a cultivos alternativos. En el año del Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria, las autoridades languidecen en promover la diversificación de cultivos y garantizar la seguridad alimentaria en distintos niveles.
Es aquí que redunda la importancia de los sistemas de registro, pues la responsabilidad de las autoridades no pasa solamente por la promoción de cultivos, sino por asegurar el acceso a información precisa de cuánto se produce, qué variedades y cuántos productores están asociados a un cultivo.
Se necesita llevar una data consistente que refleje los niveles reales de producción de cultivos en Huancavelica. Las cifras son una herramienta que permite (a las autoridades y terceros) regular una producción más inclusiva, con niveles de competencia justos, que se adecúen a las estadísticas del término del año y el potencial de crecimiento de cada producto sin rebalsar los niveles de oferta. La necesidad se extiende al resto de nuestra sierra peruana, donde gracias a la fiscalización se podría planificar los niveles de producción.
desco Opina - Regional / 25 de marzo de 2013
Programa Sierra Centro
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