Han sido escasos los grandes proyectos realizados en Arequipa. Sin duda uno de los más prometedores fue el Proyecto Majes. La tecnología, de su primera etapa, permitiría la irrigación de 15 mil hectáreas de tierras eriazas. Se culminó parcialmente en 1985, y en los años venideros la pampa reverdeció; pero la adjudicación de los terrenos agrícolas en lotes de 5 hectáreas, la poca capacidad de asociatividad de los colonos y la falta de visión del Ministerio de Agricultura para ejecutar un plan agrario en esta zona, hicieron que esta gran inversión no diera los frutos deseados. La gran mayoría de tierras (casi las tres terceras partes) fueron destinadas a cultivos forrajeros, consolidando la cuenca lechera del sur, en detrimento de cultivos más rentables. Por otro lado, la mala administración de riego hizo que varios terrenos agrícolas de las zonas bajas (Santa Rita de Siguas) se erosionaran por las filtraciones y quedaran inservibles.
Tratando de revertir estos efectos, desde hace algunos años el gobierno regional se dispuso a reconvertir los terrenos agrícolas de Majes para la agroexportación. Algunos se convencieron de la necesidad de este cambio y apostaron por la paprika, la cebolla blanca y otros cultivos de demanda externa, pero la proporción de agricultores que innovó sus cultivos fue pequeña. A pesar de emplearse el sistema de riego por aspersión en toda la irrigación, el uso del agua ha sido ineficiente y se tuvo que medir el consumo de agua para riego para evitar más deslizamientos y el hundimiento de tierras
Dadas las cosas de esa manera, el gobierno regional de Arequipa se dispuso a impulsar la segunda etapa del proyecto Majes Siguas II, pero con una visión clara: el desarrollo mediante la agroexportación en 46 mil hectáreas (38 mil de Siguas y 8 mil de Majes) y de paso el aumento de la capacidad energética de la Macrorregión Sur, mediante la construcción de dos hidroeléctricas Llluta y Lluclla, que tendrán una potencia de 274 MW y 316 MW, respectivamente.
Este nuevo proyecto tiene propósitos múltiples y el actual gobierno regional lo ha declarado de importancia macroregional y nacional, pues permitirá «conformar una plataforma de agroexportación competitiva a nivel mundial» (sic).
A diferencia de la primera etapa, esta se ha pensando con un bajo consumo de agua por hectárea, una agricultura moderna orientada a la exportación, un pago real por consumo del agua, la óptima utilización de la infraestructura hidráulica, una moderna tecnología en el riego, un alto valor bruto de producción por hectárea y para el desarrollo de centros agroindustriales y de exportación.
Desde el día que el ex presidente Alejandro Toledo anunció que su gobierno daría un aval de 120 millones de dólares para el Proyecto Majes Siguas II, sufrió una serie de contratiempos, desde la subsanación de observaciones del Ministerio de Economía y Finanzas para darle el visto bueno, una extensa rencilla con el departamento de Cusco por el uso de las aguas del río Apurímac para el proyecto, hasta continuas cancelaciones del gobierno nacional para darle la buena pro a los inversionistas para que comiencen con su ejecución.
El gobierno iba a otorgar la buena pro el mes pasado, pero en medio de una fuerte protesta en Espinar por el proyecto, decidió postergar la apertura de sobres hasta el 25 de febrero de 2010. El gobierno regional entonces sesionó por cuatro horas y oficializaron la conformación del Comité Ciudadano para la Defensa y Ejecución del Proyecto Hidroenergético Majes Siguas II. El comité tiene la tarea de lograr que no se postergue más el proyecto y de convencer al pueblo cusqueño de las bondades del mismo para el desarrollo macroregional y, sobre todo, que no los dejarán sin recursos hídricos, como ellos argumentan.
Las cartas están claras. Se ha aprendido de los errores de la primera etapa y se tiene una perspectiva más clara de lo que se quiere conseguir con esta segunda etapa. Por otro lado, en enero del próximo año ya se tendrán listos los estudios de balance hídrico e impacto ambiental de Arequipa y Cusco. Lo que hace falta ahora es que el gobierno asuma su responsabilidad frente al desarrollo de Arequipa y el sur peruano y que ya no le siga metiendo más cabe con otra postergación.
desco Opina - Regional / 18 de diciembre de 2009
Tratando de revertir estos efectos, desde hace algunos años el gobierno regional se dispuso a reconvertir los terrenos agrícolas de Majes para la agroexportación. Algunos se convencieron de la necesidad de este cambio y apostaron por la paprika, la cebolla blanca y otros cultivos de demanda externa, pero la proporción de agricultores que innovó sus cultivos fue pequeña. A pesar de emplearse el sistema de riego por aspersión en toda la irrigación, el uso del agua ha sido ineficiente y se tuvo que medir el consumo de agua para riego para evitar más deslizamientos y el hundimiento de tierras
Dadas las cosas de esa manera, el gobierno regional de Arequipa se dispuso a impulsar la segunda etapa del proyecto Majes Siguas II, pero con una visión clara: el desarrollo mediante la agroexportación en 46 mil hectáreas (38 mil de Siguas y 8 mil de Majes) y de paso el aumento de la capacidad energética de la Macrorregión Sur, mediante la construcción de dos hidroeléctricas Llluta y Lluclla, que tendrán una potencia de 274 MW y 316 MW, respectivamente.
Este nuevo proyecto tiene propósitos múltiples y el actual gobierno regional lo ha declarado de importancia macroregional y nacional, pues permitirá «conformar una plataforma de agroexportación competitiva a nivel mundial» (sic).
A diferencia de la primera etapa, esta se ha pensando con un bajo consumo de agua por hectárea, una agricultura moderna orientada a la exportación, un pago real por consumo del agua, la óptima utilización de la infraestructura hidráulica, una moderna tecnología en el riego, un alto valor bruto de producción por hectárea y para el desarrollo de centros agroindustriales y de exportación.
Desde el día que el ex presidente Alejandro Toledo anunció que su gobierno daría un aval de 120 millones de dólares para el Proyecto Majes Siguas II, sufrió una serie de contratiempos, desde la subsanación de observaciones del Ministerio de Economía y Finanzas para darle el visto bueno, una extensa rencilla con el departamento de Cusco por el uso de las aguas del río Apurímac para el proyecto, hasta continuas cancelaciones del gobierno nacional para darle la buena pro a los inversionistas para que comiencen con su ejecución.
El gobierno iba a otorgar la buena pro el mes pasado, pero en medio de una fuerte protesta en Espinar por el proyecto, decidió postergar la apertura de sobres hasta el 25 de febrero de 2010. El gobierno regional entonces sesionó por cuatro horas y oficializaron la conformación del Comité Ciudadano para la Defensa y Ejecución del Proyecto Hidroenergético Majes Siguas II. El comité tiene la tarea de lograr que no se postergue más el proyecto y de convencer al pueblo cusqueño de las bondades del mismo para el desarrollo macroregional y, sobre todo, que no los dejarán sin recursos hídricos, como ellos argumentan.
Las cartas están claras. Se ha aprendido de los errores de la primera etapa y se tiene una perspectiva más clara de lo que se quiere conseguir con esta segunda etapa. Por otro lado, en enero del próximo año ya se tendrán listos los estudios de balance hídrico e impacto ambiental de Arequipa y Cusco. Lo que hace falta ahora es que el gobierno asuma su responsabilidad frente al desarrollo de Arequipa y el sur peruano y que ya no le siga metiendo más cabe con otra postergación.
desco Opina - Regional / 18 de diciembre de 2009
Programa Regional Sur
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