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Moviendo las fichas para el 2011

desco Opina / 6 de marzo de 2009

El ingreso de Mercedes Cabanillas al Gabinete Ministerial era un hecho. La sorpresa fue el sector al que finalmente fue designada. Casi todos pensaban que la «Margaret Tatcher» peruana, como gusta que la reconozcan, aspiraba a la cartera de Defensa. Dicen que de esa manera iba a replicar la carrera de Michelle Bachelet. Lo que nunca nadie dijo es por qué esa emulación debía ser garantía de éxito, coronado con una elección presidencial en el 2011. Seguramente la explicación está en las cábalas, tan recurridas por los políticos peruanos, que deben desenvolverse en ámbitos tan precarios e imprecisos como los nuestros.

Entonces, tenemos ahora a Cabanillas en el Ministerio del Interior. No es nada fácil lo que le toca manejar. Recordemos que en ese portafolio cayó de bruces una ministra de las calidades de Pilar Mazzetti y el Presidente de la República sostuvo hasta donde pudo a un aprista «intocable» como Luis Alva Castro. Sin embargo, las necesidades políticas del momento exigen, si se quiere, ese «sacrificio» de Cabanillas, quien encuentra así, no sólo su entrada por una puerta relativamente grande al Ejecutivo sino, sobre todo, la oportunidad de afianzar rumbos hacia el 2011.

Ante todo esto, era obvio que el Presidente del Consejo de Ministros tenía una voz más que autorizada para expresar su posición. En el papel, su condición de independiente hacía suponer que no estaba a favor del ingreso de una dirigente aprista al colegiado que encabeza y las expectativas de la primera hora asumían profundos malestares en el premier Simon.

No fue así. Para Simon todo estaba en los carriles previstos y la designación de Cabanillas no era, para su consideración, ninguna «apristización» del Gabinete. Reafirmó que el APRA era de izquierda –apoyado entusiastamente por el congresista Mulder– y que opositores como Ollanta Humala no sabían lo que era ser pobre y, por lo mismo, no podían ser de izquierda. El Premier seguramente se entiende. La dificultad está en su poca capacidad comunicativa.

En primer lugar, la apristización, como sugerimos en las entregas anteriores de desco opina, no es un fenómeno que se circunscribe al Ejecutivo, sino que se generaliza en todos los niveles y sectores del Estado. Es parte del consabido derecho que se arrogan informalmente los que ganan elecciones: el famoso Estado como botín. Como decía antaño la recordada congresista Marta Chávez, «para eso ganamos, pues».

En segundo lugar, la apristización no sólo significa copamiento de puestos, sino direccionalidad en las políticas públicas, teniendo como objetivo mejores resultados electorales. De esta manera, una serie de medidas populistas dictadas durante los últimos meses, de evidentes impactos efectistas, tienen ese tinte.

En tercer lugar, la apristización también se materializa en los esfuerzos que se hace para disminuir, hasta donde sea posible, la capacidad de control sobre el ejercicio de las autoridades y funcionarios públicos. Al respecto, la manera como se sigue manejando la elección del Contralor General de la República, a pesar de las observaciones y críticas formuladas en la opinión pública, es un fiel ejemplo de esto. Así, el partido de gobierno anunció el nombre de su candidato a dicho puesto e, inmediatamente, se elevaron las sospechas acerca de su idoneidad para el puesto. Los reproches ya no eran sobre usos indebidos de títulos profesionales sino sobre acercamientos y amistades que llaman a preguntarse sobre si lo que parece, realmente es.

Sin embargo, lo sucedido y lo que posiblemente vendrá en los próximos meses no escapa a la racionalidad en la que se desenvuelve la política peruana desde siempre. Ya hemos ingresado a una etapa pre electoral que, se supone, será muy intensa. Estamos viendo los prolegómenos de la misma. Todo ello sirve para constatar que el escenario que está formándose no diferirá de los que ya hemos visto en anteriores ocasiones. Así, la invitación viene por el lado de reflexionar sobre cuánto hemos avanzado realmente en materia democrática desde el 2001 cuando, entre otros, los actores de hoy casi juraron que los viejos vicios se cancelarían para siempre.

desco Opina / 6 de marzo 2009
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