La tormenta desatada al revelarse los altos niveles de corrupción que envuelven nuevamente a un gobierno peruano, tardará mucho en disiparse, en el mejor de los casos. Las próximas encuestas de opinión indicarán si esto es manejado como un hecho circunstancial por el presidente García o simplemente se ha establecido un punto de no retorno en la baja confianza que despierta el mandatario ante la ciudadanía.
En ese sentido, no puede negarse la rápida reacción de Alan García, apuntando además, a la dirección correcta. No dudó de la necesidad de hacer cambios importantes en su Gabinete de Ministros y, por otro lado, convocar a personas ajenas a su partido y con una imagen favorable en la opinión pública. Aun cuando la extendida mancha de corrupción quedará impregnada como sospecha en lo que queda de su gestión, la designación de Yehude Simon como nuevo Presidente del Consejo de Ministros tiene la virtud de inyectarle oxígeno a un Ejecutivo que empezaba a ahogarse sin mostrar mayor reacción, ante las imágenes y audios de lobbistas inopinados actuando en altos círculos del poder.
Difundida su designación, se esperaba de Simon mucha voluntad pero poca capacidad para imponer condiciones en el Gabinete que iba a presidir. Al conocerse los nombres, los pronósticos más pesimistas no se cumplieron pero sin que ello indique que el recién estrenado Premier se conducirá con un cuerpo de ministros que automáticamente cerrará filas con él. Finalmente, es un gabinete que sólo ha cambiado seis de sus integrantes –de un total de dieciséis– siendo personas allegadas al nuevo Premier, tres ellos. Una cosecha no muy mala pero tampoco buena.
¿Qué le espera a Simon? Hay dos escenarios. En el corto plazo, Simon tendrá que persuadirse que su acción viene acotada por los lineamientos ya impuestos en las políticas gubernamentales. Es decir, más temprano que tarde deberá aceptar que desde su cargo puede dar algunos golpes de timón pero no variar rutas pre establecidas, ya sea en materia económica o social. En ese sentido, será muy interesante saber cómo piensa combatir la corrupción, algo que anunció como su preocupación fundamental, así como su opinión respecto a la elección próxima del Contralor de
El otro escenario es del cortísmo plazo. En este plano, sus retos son mayores. Uno de ellos será reemplazar a Jorge del Castillo en las tareas de bombero de las protestas sociales que se multiplican en el país. Como antecedente están los días finales de Del Castillo: abrumado y sin mayores ideas respecto a cómo afrontarlas. La segunda cuestión para Simon es el reacomodo de las relaciones entre el Ejecutivo y los gobiernos regionales. Hasta antes de su designación, era una especie de vocero de los presidentes regionales ante el Presidente de
Un tercer aspecto será la distribución sectorial del Presupuesto de
Con el Gabinete Simon tenemos una certeza: le ha dado espacio de maniobra a un Ejecutivo que se veía cercado aunque hay varias interrogantes sobre los aspectos descritos líneas arriba y otros más. Por ejemplo, su reacción frente a la voluntad aprista de amnistiar a un número significativo de policías y militares procesados por delitos contra los derechos humanos y alentada por el propio Alan García. Sumemos a ello su error de entrada, al afirmar que dentro de dos meses habrá más cambios en el equipo ministerial, lo que puede provocar inestabilidad y dar señales equívocas hacia la ciudadanía. Ojalá que llegado diciembre el cambio anunciado no lo involucre.
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