La cobertura que los medios de
comunicación dedicaron a los problemas del censo 2017 se enfocó básicamente en
las ciudades. Salvo poquísimas excepciones el ámbito rural estuvo
invisibilizado. Por ello, las pocas noticias que encontramos sobre el proceso
en esta zona sólo se refirieron al periodo de levantamiento de información, la georreferenciación, y el número de empadronadores, mas no sobre el proceso en sí, que en
ciertos lugares tuvo particularidades que bien han podido replicarse en otros.
Particularidades que, creemos, pueden crear una distorsión en la «foto» que el
INEI pretende tener sobre la población actual.
El día del censo en el centro poblado de
Chalhuanca (Caylloma- Arequipa), arribaron todos los chalhuanquinos y
chalhuanquinas asentados en otros lugares. La concurrencia fue tan grande como en
fiesta patronal, pues la gente de este pueblo anhela solicitar su categoría a
distrito y así recibir no una porción del presupuesto público, sino una
totalidad. Si bien es legítimo este deseo, la foto del censo puede crear
problemas a varios sectores estatales en el cumplimiento de sus metas; por
ejemplo, ¿cómo haría una posta para cumplir con las metas de vacunación de una
población que no vive permanente en el lugar?
Otro caso donde la distorsión podría
jugar en contra de los pobladores se dio en el distrito de Acora, Puno, en el
que cuatro comunidades no fueron incluidas en el mapa cartográfico del censo
y serían contabilizadas en otro distrito y en otro departamento (Moquegua). Esto
se debe a que en todo el sur existen serios problemas de delimitación y zonas
en controversia que el Estado no ha resuelto aún.
El último caso que podemos mencionar es
el del distrito de Santiago de Chuca cuya capital es la localidad de Imata, un
distrito de la provincia de Caylloma que colinda con Puno. Allí mucha gente
tenía que bajar de sus estancias, ubicadas en anexos del distrito, para buscar
a los empadronadores para ser censados, pues en los 15 días que se dieron para
el censo rural, no llegaron hasta allí. ¿Cuál es el interés de estas personas?
Ser contabilizados y no perder algunos servicios del Estado (posta, colegio,
comisaria), o ser pasibles de algún programa estatal como Trabaja Perú, que está empleando a cuadrillas de
hombres y mujeres para trabajos temporales y remunerados.
Los ámbitos rurales han cambiado
significativamente en los últimos 20 años. La constante movilidad de la
población joven, o la migración final por falta de empleo y políticas de
desarrollo para fomentar su estancia en su lugar de nacimiento, es una
constante. Otra característica es el envejecimiento de la población rural, o el
cambio de actividad económica, también por falta de oportunidades. Esto es algo
que el Estado no está tomando en cuenta para sus políticas nacionales, en este
caso concreto en la elección de la metodología de los censos poblacionales.
Así, el significado del censo para el
poblador rural es vital para ser visibilizado por el gobierno. Esto tampoco lo
han comprendido los medios de comunicación que, si bien han señalado el
problema de fondo del censo –su diseño– no han sabido apuntar bien cómo la
informalidad con la que se efectuó puede perjudicar a la población rural, que según estimaciones representa el 40% de la población total
del país.
Nos preguntamos si la constante
movilización de los pobladores rurales no será un signo del abandono final del
campo a la ciudad, o simplemente es una salida a la falta de políticas de
diversificación económica y de la demora en la cobertura de servicios básicos.
Hay que recordar que tanto la alimentación de muchos peruanos, como nuestro
mercado interno, dependen de la producción de la pequeña agricultura. Ésta es
una interrogante que debe plantearse el Estado.
Sólo sabremos con el tiempo si la jugada
de los chalhuanquinos durante el censo, fue para regresar algunos años después a
su pueblo para quedarse. Al fin y al cabo, a cuántos les gustará ser ciudadanos
de segunda clase en una urbe más grande, subempleados, viviendo entre el polvo
de un asentamiento humano, la contaminación visual, acústica y del ambiente; vicios
que hemos aceptamos los citadinos casi de manera inconsciente.
desco Opina - Regional / 17 de
noviembre de 2017
Programa Regional Sur
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