Al parecer, el
impedimento legal de postular para su reelección inmediata está llevando a
algunos alcaldes a despreocuparse por sus tareas y responsabilidades con sus
vecinos y territorios, de los que seguirán siendo autoridades hasta diciembre
del 2018. El colapso del transporte en el área metropolitana de Lima, el
acrecentamiento de la delincuencia callejera y la ocupación de zonas de
protección ambiental como ocurre contra el sistema de lomas, son solo algunos
sufridos ejemplos de la falta de interés de la gestión municipal limeña por
enfrentar integralmente las dificultades de nuestra ciudad capital. A otra
escala, esta situación se repite en muchos gobiernos distritales y este
escenario empieza a dibujarse también en muchos municipios del interior del país,
En el caso de Lima, al parecer, estaremos condenados a sobrevivir un año más en
una ciudad sumida en la precariedad de los servicios públicos privatizados
y sin que medien mayores esfuerzos por mejorar la calidad de nuestra vida en
ciudad.
Ante este panorama
de mala gestión en muchas de nuestras ciudades, aparece como tarea cada vez más
urgente la necesidad de la movilización ordenada y la articulación de los
distintos colectivos, organizaciones e instituciones convulsionadas por la
calidad de vida en la ciudad. Y así ha empezado a ocurrir –como puede explorarse
en la información fragmentada aunque creciente en la prensa y las redes
sociales– que emergen diversos esfuerzos, respuestas y reacciones ante
problemas urbanos que por ahora se focalizan en casos específicos relacionados
con temas como el transporte masivo, el recojo de la basura, invasiones de
terrenos en zonas de alto riesgo, intentos de ocupación y/o cambio de uso de
áreas verdes y espacios públicos, entre otros, y no solamente por la seguridad
ciudadana o la construcción de vías.
Estas movilizaciones
ciudadanas dan cuenta de esfuerzos de organización autónoma de vecinos, que en
Lima muestran así la aparición de agrupaciones que no responden a los clásicos
movimientos de pobladores, ni a la acción política de los partidos o de
candidatos independientes. Se trata de nuevos y vigorosos grupos juveniles, de
ciudadanos jóvenes con alguna experiencia en la acción social, convocados por
compromiso mutuo y profesionalismo, que impulsan desde hace pocos años
movilizaciones que apuntan a mejorar la calidad de vida en nuestra ciudad.
Habla Castañeda, es una de estas nuevas
iniciativas ciudadanas que, en este caso, busca que el alcalde rinda cuentas a
la ciudad. Su esfuerzo por lograr mayor transparencia en la gestión municipal
se encuentra en la fase de verificación de firmas ante el Jurado Nacional de
Elecciones. Se trata de un colectivo sin afiliación partidaria demandando
información completa sobre las obras y proyectos que se han hecho mal, algunas
con claros visos de corrupción o adulterando proyectos, sobre los cuales no se
ofrece información a la ciudadanía como en el caso ya emblemático del puente Bella Unión en el cercado de Lima.
Otra organización
de nuevo cuño, con una actividad creciente es la Unión de Estudiantes de Arquitectura de Lima – UDEAL,
un colectivo de estudiantes decidido a trascender la barrera de las aulas de
varias universidades limeñas para unir sus voces y acción e insertarse en el
debate sobre las políticas urbanas que afectan a Lima. Su esfuerzo apunta a
adoptar un modelo sostenible, habitable y humano de ciudad, que responda a los
retos de una metrópoli como Lima y permita conseguir una ciudad de veras
planificada y con derechos vigentes de ciudadanía. La UDEAL impulsa la plataforma
16N, una articulación de colectivos y organizaciones vecinales de Lima en pro
de una ciudad más justa, ordenada, democrática y humana. Cuentan con la
participaron más de 45 organizaciones de diversas zonas, y han marchado ya por
las calles para elevar el reclamo ciudadano ante las deficientes políticas
urbanas de quienes gobiernan la ciudad.
En tiempos últimos
se han expresado también otras luchas ciudadanas, evidenciando la presencia
creciente de iniciativas por defender los espacios públicos en distritos como
Lince (el caso del Parque Castilla), o en Comas, por la defensa del Parque Manhattan. Asimismo, en la mayoría de
distritos limeños con territorios con lomas costeñas trabajan colectivos y
organizaciones de protección, recuperación y puesta en valor del sistema de Lomas de la ciudad de Lima.
Varias de estas
diversas organizaciones están ahora en el proceso de impulsar un Encuentro
Vecinal Metropolitano: ¡Por el Derecho a la Ciudad! fijado para inicios de
diciembre. Es probable que a partir de este esfuerzo confluyan en una expresión
política–ciudadana que apunte a ocupar el gobierno de la ciudad en sus
diferentes niveles para atender las demandas y agendas que proponen transformar
la ciudad y se cristalicen en las políticas públicas urbanas que requerimos.
Al llamar la
atención sobre este proceso en curso, rastreable en redes sociales y páginas en
Internet, queremos animar a que más ciudadanos intervengamos de manera
colectiva y organizada, patrocinando nuestro derecho a tener una mejor ciudad.
Es decir, permitirnos que el derecho a la ciudad deje de ser un slogan o un buen deseo, y pase a ser un
instrumento político capaz de transformar las realidades urbanas en que
vivimos.
desco Opina - Regional
/ 20 de octubre de 2017
Programa
Urbano
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