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La insoportable levedad del Congreso



Después de dos días de discusiones en el Congreso, este otorgó el voto de confianza al primer gabinete del presidente Kuckzynski. En las semanas anteriores, las duras declaraciones de los voceros del fujimorismo parecían anunciar una tormenta que podía poner en riesgo ese voto, o en todo caso, hacían prever un largo debate que iba a tener al premier Zavala y sus ministros suspendidos en el aire por varios días. Finalmente, la situación se saldó con 121 votos (de un total de 130) favorables al otorgamiento de la confianza.
Esto no deja de sorprender dados los afanes mostrados por la bancada fujimorista para hacer sentir el peso de su mayoría. Sin embargo, una opinión pública que ve con malos ojos una actitud obstruccionista de parte de aquélla, entre otros factores, parece haber influido también en el desenlace. Algunos análisis sobre el debate en el Congreso parecen coincidir en que, a pesar de la crispación política existente, no habrá en estos primeros meses una oposición cerrada al gobierno.
Los ejes del reparo del fujimorismo y de otras bancadas a la presentación del premier Zavala giraron en torno a su falta de crítica con el gobierno de Humala, al cual deliberadamente intentan convertir en el nuevo «cuco» de la política peruana, además de otras observaciones puntuales. No hubo críticas de fondo a las propuestas económicas del gobierno, mucho menos a la decisión de continuar con la arquitectura del modelo (el cual defienden), ni siquiera de parte de algunos congresistas de Fuerza Popular que intentaron brindar argumentos en esa dirección. Otras intervenciones en la discusión fueron más insustanciales y mostraron la sangre en el ojo que aún tienen varios integrantes de esta bancada. En materia económica, la principal preocupación de los poderes fácticos, el gobierno y Fuerza Popular se parecen mucho más de lo que el ruido político permite captar.
Esto ratificaría para muchos una idea muy difundida: Fuerza Popular es una maquinaria política carente de programa y planteamientos serios para el país, que solo busca el poder político con métodos clientelistas y utilizando recursos públicos (o privados) de manera poco escrupulosa. Su posición en la actual coyuntura, apunta ante todo a acumular fuerzas para el 2018 y el 2021, lo que pasa por mostrar su músculo en el Congreso buscando aprobar una serie de iniciativas que le den una mejor imagen, aunque estas difícilmente contribuyan a la transformación del país.
Las bancadas más pequeñas, entre ellas la del APRA, Acción Popular o Alianza para el Progreso (APP) no mostraron ningún argumento de peso más allá de reclamar información sobre cómo el gobierno anterior había dejado el país, o argumentos incluso más livianos.
El Frente Amplio por su parte, intentó plantear argumentos de fondo, cuestionadores del modelo que el gobierno insiste en defender, poniendo en duda la eficacia de las acciones ofrecidas por éste. Sin embargo, más allá de cuestionar el extractivismo del modelo, los límites del libre mercado y los peligros de gobernar pensando en las grandes empresas, no se vislumbran aún planteamientos globales y coherentes que sean alternativos.
Es cierto de otro lado que hubo posiciones destacables en torno a la seguridad ciudadana y a la necesidad de combatir la corrupción, pero no se discutieron cuestiones de fondo relacionadas con la necesidad de reformar el sistema político y contribuir a consolidar el régimen democrático, lo que constituye un alarmante vacío considerando la urgente necesidad de emprender acciones y reformas que permitan al país tener una sólida institucionalidad política.
En este sentido, y aun cuando la presencia del Frente Amplio en el Congreso exprese el resurgimiento de la izquierda con una importante representación propia, el debate suscitado a raíz de la presentación del primer gabinete PPK, muestra todavía una alarmante escasez de alternativas.  Es en verdad lamentable constatar la calidad del debate reciente y difícilmente podrán rescatarse de éste ideas que contribuyan a la construcción de un país más moderno, justo  y democrático.


desco Opina / 22 de agosto de 2016
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