El presidente Kuczynski inició su mandato con un discurso inaugural en el que se dio maña para no mencionar temas cruciales: el contexto económico internacional al que nos enfrentamos con un déficit fiscal de 3% y proyecciones de seguir cayendo la recaudación, la
reducción del Impuesto a la Renta o la normativa medioambiental frente a la
promoción de la inversión privada. Pese a ello, logró despertar el entusiasmo
suficiente como para que las críticas del fujimorismo suenen aún más
disforzadas y fuera de lugar.
Los gestos que han seguido desde el Ejecutivo han continuado este
esquema. Y la reacción desde la primera oposición en el Congreso ha sido
similar. El coro fujimorista integrado por Alcorta, Becerril, Chacón, Chávez,
Tubino, Galarreta, Reátegui, Vilcatoma o Salaverry es irresponsablemente
alentado por la prensa, al mejor estilo de los enfrentamientos de farándula con críticas exageradas de la micro política hacia el gobierno de PPK.
Así las cosas, tanto el desempeño del nuevo gobierno como la actitud del
fujimorismo pueden entenderse apenas como el trailer de la película que veremos en los siguientes meses. Ambos
recurren al efectismo para adelantar apenas lo necesario. Ello en el caso del
fujimorismo nos obliga a repasar su desempeño en gobiernos anteriores, en los
que combinó su respaldo parlamentario al continuismo de las políticas
neoliberales con ataques selectivos a los gabinetes que se han sucedido. Es
cierto que con Alan García se trató de una indiscreta colaboración y con Humala
una constante presión más que en el Parlamento, en la política fuera de él.
Recordemos si no el fantasma del chavismo que siempre alentaron, o el
seguidismo a las acusaciones contra la ex primera dama (primero la reelección
conyugal y luego el caso «agendas de Nadine»)
En los dos períodos precedentes el fujimorismo logró con bastante eficacia
construir una imagen de oposición sin abrirle demasiados flancos al oficialismo
en el congreso, manejando con inteligencia el peso de su voto. Han acompañado
la línea (traicionera) del gobierno de Humala en economía, tratados internacionales,
seguridad, y en los paquetazos ambientales de Humala. ¿Será muy distinto su
comportamiento ahora que tienen al frente a PPK para, por ejemplo, la aprobación de la
investidura del nuevo gabinete y la conformación de las presidencias de comisiones en el Congreso de la República?
Es posible que en la negociación de aprobación de la investidura del
nuevo gabinete se haya condicionado, entre otros elementos, a la delegación de
funciones legislativas tema por tema. De ahí en adelante será un tira y afloje
más bien sectorial, con algunos ministros en la mira que el gobierno
podría «soltar» sin complicarse demasiado. En este esquema, las primeras víctimas
podrían ser Carlos Basombrío (Interior) y Patricia García (Salud), dos carteras
complicadas que podrían sufrir un rápido revés, si son sometidos a una sumaria
y convenida evaluación por resultados.
Por ahora solo queda dejar tiempo para que el fujimorismo encuentre la
manera de acabar con su posición bicéfala, esta especie de prolongación de continuar en campaña electoral como derrotados. Lo más
saludable para el país es que decidan de una vez constituirse en una fuerza
congresal que le haga contrapeso al Poder Ejecutivo. Pueden ser
oposición en temas en los que logren capitalizar electoralmente en las
regionales de 2018. Pero ya
sabemos que el fujimorismo no opta por aquello que es más saludable para el
país. Lo recomendable por ahora es tener calma
y esperar que la institucionalidad política se encause democráticamente en el Estado y en la calle.
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