Pareciera que
nada nos conmueve en el país. Luego de un CADE en el que lo más llamativo fue
la pobreza de ideas, las más de ellas desgastadas y largamente repetidas como señaláramos en un editorial anterior, siguió la aprobación del presupuesto 2015,
prácticamente tal cual fuera diseñado en agosto pasado por el Ministerio de Economía
y Finanzas. Es decir, un presupuesto que recentraliza aún más el gasto público,
afectando especialmente a los gobiernos municipales, y que mantiene el criterio
histórico e inercial para la distribución de los recursos, al extremo que las
regiones con mayor pobreza y menor densidad del Estado seguirán recibiendo
menos recursos de inversión per cápita
que aquellas otras que se encuentran en mejor situación. Así, por ejemplo,
Moquegua tendrá más dinero por habitante que Cajamarca o Ayacucho.
Entre ambos
eventos, el Congreso de la República
aprobó el tercer paquete económico y poco después, el cuarto y el quinto. Estos
últimos, como los anteriores, orientados a satisfacer las demandas de los
distintos sectores empresariales y a crearles mejores y mayores condiciones en
nombre de la recuperación de la velocidad del crecimiento y la simplificación
de la «tramitología» que sería la causante de todos nuestros males. El énfasis
puesto en el presupuesto 2015 en los mecanismos de obras por impuestos y
alianzas público-privadas es parte de esa misma lógica, a pesar de que la
experiencia –como lo ha demostrado el Grupo Propuesta Ciudadana con su análisis del Programa Minero de Solidaridad con el Pueblo– no demuestra precisamente la eficacia de
las empresas, que tras cinco años habían ejecutado apenas el 65% de los 2,285
millones de soles comprometidos.
El domingo 7
se realizará la segunda vuelta electoral en 14 regiones del país. A diferencia
de lo que ocurrió en la primera ronda del 5 de octubre, éstas no han despertado
el mismo interés. Apenas algunas encuestas en Arequipa, Ica, Cusco y Tacna y el
ritual de los debates promovidos en esta ocasión por el Jurado Nacional de
Elecciones, desplazadas en los medios por el «éxito» que sigue mostrando en la
opinión pública el ministro Urresti, que puede terminar siendo el vulnerable
nacionalista que distintos sectores empresariales pretenden derrotar el 2016.
Ello a pesar de que más de 7 millones de peruanos y peruanas elegirán las
autoridades, en muchos casos entre candidatos fuertemente polémicos, en cerca
del 60% del territorio nacional.
Las próximas
semanas estarán ocupadas por la
COP 20 y los millones de dólares que dejará el evento, según
algunos voceros del gobierno, encargados de la participación peruana, que no
tienen el mismo interés en explicar la posición que llevamos a esa reunión, en
la que tenemos una responsabilidad central. Imposible sorprenderse entonces, de
la falta de información y el desconocimiento que la mayoría de peruanos y
peruanas muestran sobre los alcances e implicancias de lo que se negocia en el
evento de cara al cambio climático.
Atravesando
todos y cada uno de estos hechos, la campaña del 2016 ya en marcha. Alan
García, Keiko Fujimori y PPK instalados en el partidor, compitiendo
soterradamente entre sí y hermanados por cerrarle el paso a cualquier voz
disidente con este curioso «orden» en el que nada parece moverse, no obstante
los claros síntomas de la crisis simultánea del modelo de crecimiento económico
y el naufragio del sistema político en el que los peruanos y peruanas creen
cada vez menos. Si Carlos Ramos, acusado de vinculación con César Álvarez fue
elegido Fiscal de la Nación,
Víctor Ticona, acusado de un fallo que favoreció a Orellana, es el novísimo Presidente del Poder Judicial. El Presidente y la presidenta del PNP por
su lado, atrapados en su telaraña, aparecen cada vez más incómodos con las
acusaciones de corrupción que tocan su puerta y que son agitadas por sus
opositores, decididos a hacerse cargo directamente del país.
En este
escenario, las izquierdas, con su parálisis absoluta con lo que está
ocurriendo, sumidas en sus tribulaciones electorales, mantienen desde hace ya
demasiado tiempo un silencio sepulcral frente a todos y cada uno de estos
hechos, evidenciando su desconexión con la realidad.
¿Significa todo
esto que estamos atrapados sin salida?
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