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Con una pequeña ayuda de mis amigos

Los últimos resultados económicos parecen haber preocupado sobremanera al parco presidente Humala quien aprovechó el marco ofrecido por la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico para, so pretexto de luchar contras etéreas «inercias burocráticas», anunciar desde Bogotá un paquete de medidas dirigido a restablecer la confianza del empresariado hacia su gobierno.
Sus elogios no pudieron ser más elocuentes: «la empresa de hoy tiene una nueva cultura, con un sentido de responsabilidad social y de interés por el entorno positivo de la comunidad donde se encuentra su proyecto... Eso nos ayuda mucho a consolidar la paz social que requiere un país que quiere continuar avanzando como el Perú».
La voluntad manifiesta se materializó días después en las ahora conocidas Siete Medidas. Para algunos, como Pablo Secada, había que tomarlas con calma y sin mucho entusiasmo porque no parecían evidenciar gran impacto –«bienvenidos los cambios pero ¿y las reformas, incluso sobre estos temas?», se pregunta– aun cuando el aspecto principal del mensaje –que el empresario peruano vea en su presidente un amigo y no un adversario– quedó prendido.
De esta manera, el 5 de junio, se reunió con los representantes de los gremios empresariales, quienes le sugirieron un segundo paquete de medidas, tal como había planteado previamente Secada. Según el ministro de Comercio Exterior y Turismo, José Luis Silva, los representantes de los gremios que asistieron a la reunión salieron muy satisfechos y manifestaron su total compromiso y disposición para seguir apostando con sus inversiones en el país.
Mientras esto sucedía, en un espacio paralelo pero surcado profundamente por los intereses de las empresas extractivas, Humala tuvo especial preocupación de que quedara totalmente clara su posición respecto a la Ley de Consulta Previa: «esta norma no debe ser visto [sic.] como un obstáculo a las inversiones por los empresarios del sector».
Pero, este no fue el único campo de concordia que abrió el presidente Humala en estos días. En vísperas de emitirse el fallo del Tribunal de Justicia Internacional de La Haya sobre el diferendo marítimo que mantenemos con Chile, convocó a los principales líderes políticos del país, para, como suele hacerse en estos casos, tomarse la fotografía del consenso con ellos.
Como decimos, es el procedimiento que el sentido común espera de cualquier mandatario, pero de lo que debemos lamentarnos es de no haberse aprovechado la ocasión para anunciar cuestiones importantes referidas a este momento crucial que tendrá la política exterior peruana.
Por ejemplo, ¿quién conducirá políticamente el proceso pos La Haya? Obvio, que la cabeza será el propio Presidente de la República, pero ¿acompañado del o de la canciller? ¿será la señora Rivas u otro/a la persona que estará en Torre Tagle? Se formulan estas preguntas porque este proceso tuvo un evidente líder en el ahora ex canciller Rafael Roncagliolo, y si bien en la convocatoria política a la que referíamos pudo notarse la presencia del embajador Allan Wagner, miembro del equipo peruano en La Haya, el supuesto es que por el momento no volverá a ocupar la conducción de Relaciones Exteriores.
Por otro lado, además de Relaciones Exteriores, hay otros sectores estatales que a estas alturas debieran anunciar pautas o lineamientos respecto a su estrategia luego de conocerse el fallo. Por ejemplo, llama la atención que no se haya expresado la titular de Producción, sabiéndose lo que se pone en juego en términos pesqueros. En esa misma línea, esperábamos iniciativas desde el Mincetur, Minam, Minem. Tampoco las tuvimos del Ministerio de Cultura.
Más aún, si esa es la situación de la necesaria articulación que debe existir entre los sectores estatales, parece que nada mejor ocurre entre los niveles del mismo. Hasta donde se puede conocer, no existe interés en convocar y formular consensos con los alcaldes y presidentes regionales del sur peruano.
Entonces, si la cuestión radica en hacerse de nuevos amigos para evitar complicaciones en la administración del país, ya que la voluntad de cambio no es más la rectora de la agenda de Palacio de Gobierno, sería bueno para el presidente Humala que profundice su mirada. Es posible que en este escenario pre electoral formado prematuramente, haya muchos aspirantes.

desco Opina / 7 de junio de 2013
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