En estos días se anuncia en la región Apurímac que el proyecto minero Las Bambas a cargo de la Compañía Minera Xstrata pasará de la fase de exploración a la fase de explotación. Esto supone el inicio de la implementación del sistema de transporte del mineral, para lo cual se habría decidido la construcción de un ducto minero de la zona de Las Bambas hacia Espinar, en Cuzco. Este ducto requiere un insumo importante que es el agua para el funcionamiento de las fajas. El método escogido requerirá entonces el uso de las aguas del río Challhuahuacho. La mitad del caudal del mencionado río sería utilizado con ese propósito, lo cual presupone un estudio ambiental que garantice el abastecimiento de agua sin afectar las necesidades fundamentales de la región. Como sabemos la Ley establece que las aguas (que son propiedad del Estado) deben ser utilizadas principalmente con fines de uso doméstico y en segundo lugar, con fines productivos. Asimismo, se supone también la consulta respectiva a las comunidades y a la población afectada. No llevar a cabo las consultas trae consecuencias como la ocurrida esta semana, que ha obligado a Xstrata a trasladar a su personal y maquinarias por la protesta de las comunidades cercanas.
Mientras esto ocurre, aún no tenemos información sobre cuáles son los lineamientos de acción del nuevo Gobierno Regional de Apurímac: ¿se continuará con lo estipulado en el Plan de Desarrollo Concertado (PDC) publicado en 2010?, ¿se elaborará un nuevo plan de desarrollo?, ¿incorpora este PDC los planes de las compañías mineras para la zona?, ¿la población particularmente las comunidades campesinas, están de acuerdo con el sistema de transporte impuesto por la compañía minera?, ¿este sistema de transporte es el más adecuado para el desarrollo y los interés regionales?
Otras alternativas para transportar la producción regional han sido discutidas en su oportunidad, entre ellas la ferroviaria o la apuesta por el mejoramiento de carreteras con la finalidad de transportar productos agropecuarios hacia otros mercados. Además, no debemos olvidar que se ha dialogado extensamente a nivel regional sobre la preservación ambiental, lo cual esta reflejado en el Objetivo Estratégico nº 3 del PDC 2010 que dice que es prioritario «convertir a Apurímac en una región saludable y ambientalmente sostenible, ordenada territorialmente, donde sus habitantes conocen y hacen uso adecuado del ambiente y sus recursos naturales en sus diversos pisos ecológicos, y han desarrollado sus capacidades y mecanismos eficientes para el planeamiento y la gestión territorial con un adecuado manejo de riesgos y adaptada a los cambios climáticos».
Entonces, nos volvemos a preguntar ¿concuerdan los propósitos de la compañía minera en Las Bambas, con el Plan de Desarrollo Concertado Regional?, ¿o más bien se han priorizado las alternativas en función principalmente del abaratamiento de costos en el sistema de transporte para beneficio exclusivo de la empresa minera? Lo que resulta verdaderamente grave es que el uso de las escasísimas aguas del río Challhuahuacho (única fuente de agua de la zona) puede dejar un perjuicio irreparable no solo para la región, sino también para el país.
Este es un ejemplo de cómo muchas regiones en el Perú siguen siendo manejadas como economías de enclave en las cuales el planeamiento empresarial está desarticulado de los planes regionales y de los intereses nacionales. En términos generales, los espacios de reflexión y los planes de inversión de las empresas mineras tienen limitaciones para incorporar canales de participación, fortalecer los sistemas organizativos, mejorar la capacidad de gestión de los gobiernos e introducir elementos de sostenibilidad social y ambiental.
En ese marco, un tema insuficientemente discutido en términos ambientales es la construcción de mineroductos que van desde las zonas de producción hacia los centros de acumulación. Se señala su efecto positivo al evitar el tránsito de un gran número de camiones por las carreteras, pero no se discute el efecto del uso del agua para su funcionamiento (los ductos transportan el mineral mediante presión hidráulica). La cantidad de agua que requiere esta tecnología es significativa. Además, esta alternativa, limita el transporte hacia un producto exclusivo, negando la posibilidad de aportar al crecimiento del mercado interno con el transporte de otros productos aparte de los minerales que, tarde o temprano, se acabarán.
Más allá de la necesaria discusión sobre el impuesto a las sobreganancias, urge que los debates electorales aborden estos aspectos de la operación de las empresas mineras y sus potenciales impactos en el medio ambiente.
desco Opina - Regional / 20 de mayo de 2011
Programa Sierra Centro
Descargar aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario