Semanas atrás observamos perplejos como el Congreso, una de las instituciones con el más bajo índice de respaldo de la población, logró destituir del poder al hasta entonces presidente de la República, Martin Vizcarra, recurriendo a una segunda e ilegal moción de vacancia por incapacidad moral, tras descubrirse indicios de supuestas coimas, cuando éste se desempeñaba como gobernador regional de Moquegua.
El resto es historia conocida, en menos de una semana el país juramentó a dos presidentes interinos: el primero, con nulo respaldo ciudadano, lo que generó innumerables manifestaciones civiles a nivel nacional frente a las que la sociedad huancaína no fue ajena; y el segundo, una vez presentada la renuncia de Merino –en medio de una crisis política de grandes proporciones, muertos y heridos de por medio–, Francisco Sagasti, quien asumió interinamente la presidencia de la República, con la misión de asegurar la vía más democrática posible para las elecciones presidenciales de abril próximo.
En la región central, específicamente en Junín, se vivió muy de cerca todo este proceso, pues es necesario recordar que la última actividad oficial desarrollada por el expresidente Vizcarra, se llevó a cabo en la ciudad de Huancayo, hasta donde llegó una vez concluida la presentación de sus descargos y defensa ante el Congreso de la República en la mañana del 9 de noviembre último.
Aquel día –en el corto tiempo que pasó en tierras huancaínas– el expresidente cumplió una nutrida agenda: la puesta en funcionamiento del puente de Chupuro, importante obra añorada por gran parte de la población de la zona sur del Valle del Mantaro; el inicio de obras de trascendencia en materia de infraestructura vial en distritos de Huancayo (pistas y veredas); y la supervisión del avance de otras que fortalecen la conectividad regional y que servirán para la reactivación económica de la población, que hasta la fecha mantiene gran incertidumbre por las consecuencias que viene acarreando el Covid-19, por mencionar algunas.
Nos cuestionamos ahora, qué sucederá en adelante; sobre todo respecto a las responsabilidades asumidas por la comitiva que encabezó Vizcarra aquel 9 de noviembre, como la reafirmación de una pronta iniciación de trabajos para la puesta en marcha de la tan ansiada carretera central de 4 carriles, que no solo beneficiaría a Junín, sino a toda la región central del país.
Luego de aquella importante iniciativa de reunirse con autoridades locales y recibir de éstas innumerables solicitudes de financiamiento, nos preguntamos sin ninguna certeza ¿cómo quedan las negociaciones que esforzadamente pudieron realizar los alcaldes que lograron reunirse con Vizcarra? Todos conocemos que los ministros que acompañaron al expresidente aquel día ya no están más, e incluso gran parte de los funcionarios de confianza –como ocurre cada vez que hay un cambio de administración–, también cambian; entonces, ¿todo vuelve a foja cero?
Es necesario que la sociedad civil se muestre más preocupada que antes, pues cabe recordar que la región Junín, no habría sido beneficiada adecuadamente respecto a la planificación presupuestaria para el próximo año. Esperemos que nuestros representantes regionales puedan por lo menos intentar generar un cambio y así lograr el incremento del presupuesto regional que tanta falta nos hace.
Será que podemos confiar en que la administración de Francisco Sagasti cumplirá con los acuerdos que en su momento –y a pocas horas de ser vacado– Martín Vizcarra prometía alegremente a la gran cantidad de población que se congregó para escucharlo, o es que como ya mencionamos, estos deberán volver a gestionarse para llevarlos a cabo. Solo el tiempo aclarará este panorama; las dudas sobre estas interrogantes deben movilizar a la sociedad civil organizada de Junín, exigiendo respuestas e interpelando a las autoridades regionales y al gobierno nacional, de modo que estos compromisos se asuman y ejecuten tal cual fueron anunciados.
desco Opina - Regional / 27 de noviembre de 2020
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