El
pasado 4 de diciembre Perú fue testigo de un hito para la ciencia y tecnología.
En la 10.ª edición 2025 de la Competencia
Internacional de Invenciones e Innovaciones en Canadá (iCAN), la delegación peruana no solo fue la más numerosa
entre 62 países, sino que arrasó con 223 invenciones y un medallero histórico: 115 de oro, 76 de plata y 32
de bronce. Lo más revelador no
fue la cantidad, sino la procedencia: universidades de la macrorregión centro
como la Universidad Continental (UC), la Universidad Peruana Los Andes (UPLA),
la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) y la Universidad Nacional
Hermilio Valdizán (UNHEVAL) de Huánuco, demostraron que la innovación ya no es
patrimonio exclusivo de la capital.
Este
triunfo internacional llega en un momento crucial. Mientras Huancayo se integra
al Grupo de Ecosistemas de Innovación de América Latina, ubicándose
en un nivel de desarrollo intermedio con 59 puntos, regiones como Huánuco y
Huancavelica ejecutan proyectos dinamizadores cofinanciados por ProInnóvate.
Sin embargo, este panorama optimista choca con una realidad histórica que
debemos comenzar a desmantelar: el centro del país es solo la
"despensa" alimentaria de Lima, la fuente energética de Perú y la
cantera de materia prima minera.
El
reporte GEIAL
2025 destaca las potencialidades
indiscutibles de las regiones del centro: una sólida cultura emprendedora donde
la sociedad valora y respeta al emprendedor, un rasgo que se extiende a toda la
macrorregión, y una demanda local vibrante que está abierta a probar nuevos
productos. Además, la formación emprendedora en nuestras universidades y
espacios extracurriculares es una fortaleza, lo que explica en parte el éxito
rotundo en Canadá.
En
pleno 2025, seguir apostando únicamente por la extracción y la agricultura de
subsistencia es una condena al estancamiento. El iCAN nos ha mostrado el
camino: la industrialización inteligente. Las propuestas premiadas no son
casualidad, revelan un ADN de innovación macrorregional. Vemos a la UNCP liderando en Biotech y agroindustria,
transformando materias primas; a la UC y UNHEVAL incursionando en Deeptech y automatización; y a
la UPLA respondiendo con
innovaciones de alto impacto social y
sostenibilidad.
Pero,
¿es suficiente? Si miramos la infraestructura de soporte, la brecha aún es
grande. Aunque Junín cuenta con tres incubadoras, Huánuco, con tres, Huancavelica,
con dos y la región Pasco con una incubadora; algunas aún carecen de
visibilidad y participación nacional e internacional. Más preocupante aún es la
inexistencia de aceleradoras
independientes en la macrorregión,
nuestros emprendedores dependen de programas universitarios de escalamiento o
deben mirar hacia Lima. Aquí radica nuestro verdadero talón de Aquiles,
identificado por el GEIAL: la capacidad de retener talento y el acceso a
financiamiento, al depender de fondos públicos limitados y la banca
tradicional, careciendo aún de capital inteligente macrorregional.
Para
pasar de "despensa" a "motor", necesitamos una articulación
real de la cuádruple hélice (academia, Estado, empresa y sociedad civil). Las
universidades deben enfocarse en investigaciones, proyectos y patentes que
curen los dolores de las comunidades, conversando de forma más cercana con la
sociedad civil. Aquí es donde conceptos como la innovación frugal —hacer más con menos— se vuelven vitales para
nuestros contextos de recursos limitados, creando soluciones tecnológicas
accesibles y eficientes.
Para
potenciar esta transición es imperativo activar la columna vertebral
tecnológica que ya existe en nuestro territorio, pero que a menudo opera de
manera desarticulada. La macrorregión cuenta con una red de Centros de
Innovación Productiva y Transferencia Tecnológica (CITE) públicos y privados
—desde el CITEccal en Junín y el CITEagroindustrial Huallaga en Huánuco, hasta
el CITEtextil Camélidos en Huancavelica y el CITEagroindustrial Oxapampa en
Pasco— que hoy brindan el soporte técnico vital para la estandarización
productiva. Sin embargo, el verdadero salto cualitativo reside en conectar
estos centros con los emergentes Parques Científicos Tecnológicos (PCT) con el PCT del Centro (UNCP) y
el PCT de Huánuco
(UNHEVAL) ya formalizados; y las iniciativas legislativas en marcha para los parques de Huancavelica
(UNH) y Pasco (UNDAC). Tenemos
servida la oportunidad histórica de configurar un "corredor de conocimiento
andino-amazónico” que transfiera eficazmente la investigación universitaria a
la planta de producción, bajo un enfoque de especialización inteligente.
La
revolución pendiente es digital y de valor agregado. No es lo mismo vender un
saco de papa nativa en el Mercado Mayorista que exportar chips orgánicos con
trazabilidad. Es imperativo integrar tecnologías Blockchain para garantizar la transparencia y el precio justo
de nuestro café, cacao, palta, madera y fibras de camélidos. Necesitamos
plataformas fintech que democraticen el crédito rural y conecten
nuestros superfoods y turismo vivencial con la demanda global; sustentados
en la especialización inteligente y basándonos en nuestras potencialidades.
El
emprendimiento innovador es el único dique de contención contra la fuga de
talento joven hacia la Costa. Si logramos consolidar estos ecosistemas,
recuperaremos no solo la economía, sino la dignidad territorial. El centro del
Perú ha demostrado tener el talento para dejar de ser el vagón de carga y
convertirse en la locomotora del desarrollo sostenible. Es hora de innovar y no
resignarnos a ser espectadores de nuestro propio futuro.
desco Opina –
Regional / 5 de diciembre de 2025
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