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Incertidumbre

 

En nuestra sociedad, las mayorías viven constantemente en incertidumbre. Esta nos genera inquietud, inseguridad, estrés, e incluso miedo por posibles escenarios aún más negativos que el actual, en el que el trabajo, la educación y la salud pueden faltar sin que exista una red de protección suficientemente fuerte y sustentada en la democracia. Vivimos incertidumbre para las personas, a cambio de aportar certidumbre a los mercados.

En el Perú esto se expresa de manera compleja y crecientemente violenta. Hoy vemos cómo la incertidumbre política afecta a la vida y organización del país más allá de las calificadoras de riesgo, el tipo de cambio, la inversión extranjera o el crédito internacional. En la actual incertidumbre lo que está en primer plano no es la economía sino las demandas políticas, las inseguridades sociales y el miedo al futuro.

Frente a la crisis actual, algunos sectores se aferran a la creencia de que la institucionalidad vigente puede aún garantizar certidumbre. Considerada indispensable para la marcha de la economía, la libertad de emprendimiento y de elección de las personas; en última instancia apuestan por mantenerla en virtud de una combinación de fuerza y determinada interpretación de la ley. Ante un problema nuevo, pretenden aplicar las antiguas recetas de un viejo orden.

Otra lectura contempla esta grave crisis como un momento histórico, en el que diferentes partes de nuestra estructura social crujen y se desmoronan. Desde esta mirada la incertidumbre aparece como un desafío social, antes que, como una amenaza al orden, en la medida en que este se considera injusto y excluyente. Desde esta perspectiva, la palabra incertidumbre hoy implica duda sobre el resultado de esta crisis histórica y sobre la viabilidad de una solución concertada y pacífica.

Cuando se toma conciencia de que vivimos en uno de los países más desiguales del mundo, nuestra incertidumbre actual no se explica solo por ideologías o discursos, ni es algo económico, o de estadísticas sociales comparadas. Requiere del conocimiento detallado de la naturaleza de la crisis y de considerar las motivaciones de los diversos actores movilizados y de los cálculos que procesan los distintos actores sumergidos en esta coyuntura que, en última instancia contribuyen pasiva o activamente a su desarrollo. Reto al que los medios y lo que queda del sistema político parecen haber renunciado. En particular la llamada prensa concentrada ha apostado por una posición sesgada y de desinformación: lo que ofrece en papel y en pantallas es incompleto y poco representativo, cuando no directamente falso, lejos de la reflexión crítica, la honradez intelectual y la competencia profesional.

Si bien la incertidumbre nos desafía como un virus desconocido, también nos demanda reflexionar y decidir. En ese sentido, puede ser también una escalera hacia un pensamiento provocador ante asuntos como la pobreza extrema, la exclusión social, el racismo imperante o frente a urgencias que van desde el cambio climático y los desastres naturales hasta el creciente autoritarismo político, problemas que no son simples ni locales, sino complejos y globales.

Depende pues del conocimiento detallado de la naturaleza de la crisis. Una parte de esta realidad se explica por la falta de conocimiento de los hechos.

Los seres humanos nos sentimos muy incómodos con ella y hay muy buenas razones. Por el bien de nuestra supervivencia, necesitamos respuestas, resolver dónde conseguir comida, cómo criar a nuestros hijos, dónde ejercer nuestra libertad, etc. Sin embargo, la idea de correr detrás de una respuesta mágica es muy común, más aún en la actualidad, ante la falta de respuestas e información que aporten a un sentido común aceptado. Es indispensable contrastar lo que aquí ocurre con lo que está pasando en el resto del mundo, especialmente en tiempos de crisis económica y convulsión social que contagian al planeta del nuevo virus de la incertidumbre.

La incertidumbre, que es la falta de seguridad, confianza o certeza sobre algo, o sobre casi todo, aparece con fuerza en situaciones como la que vivimos, con un Congreso inoperante y una Presidencia que se mantiene por medio de la imposición y la violencia contra la ciudadanía. Es urgente superar esta incertidumbre, esto exige los mejores esfuerzos de lucha, desprendimiento y concertación transparente que van desde el Corredor minero hasta el de los Pasos Perdidos, por dar solo un par de ejemplos.

 

desco Opina / 10 de febrero de 2023

1 comentario:

Marc dijo...

La nota es interesante, como de costumbre. Pero, en esta nota resulta imposible aceptar que "entender mejor la situación" puede "calmar la ansiedad de la población". Al contrario... mientras mejor se entienda el problema sociopolitico nacional, mayor será la intranquilidad.
El motivo es evidente. La encrucijada "extra-constitucional", que ustedes dicen es la única, viable, implica una revolución posiblemente sangrienta. Quizá sea indispensable... otros pueblos pasaron por ella... pero eso no va a aliviar la ansiedad.