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Castañeda, una vez más



«Palabras para el resto, obras para nosotros», fue uno de los lemas que Luis Castañeda usó durante la campaña que lo llevó de vuelta al frente de la comuna metropolitana de Lima. Cumplido el primer año de este tercer mandato, queda confirmada esta visión que entiende la municipalidad casi exclusivamente como una gerencia de obras públicas y asume un modelo de gestión autoritario para la ciudad, que caracterizó ya sus anteriores gestiones.
La obra que sí inició fue una que no estaba en ningún plan conocido: el paso a desnivel de la avenida 28 de Julio en el cercado de Lima, pese  a una férrea oposición de los vecinos de la zona y a la movilización de los estudiantes de arquitectura y urbanismo de varias universidades de la ciudad exigiendo planificación. Esta obra, absurda en opinión de serios profesionales, contó con el agravante de realizarse con la participación de la cuestionada empresa brasileña OAS, que en su país forma parte de una red de corrupción favorecida con las obras en las que se sobrevalora costos.  
Otra obra «técnica» que igualmente ha causado abundante rechazo es la construcción del malecón en la Costa Verde en el distrito de Miraflores. Inversión costosa de poco sentido que no genera mayor beneficio para los usuarios de la zona, quienes tienen una opinión bastante negativa de la muralla de concreto con baranda amarilla que destruyó el paisaje costero.
Lo visto durante este año es apenas una muestra de lo que tendremos que soportar los habitantes de Lima los próximos tres años: un alcalde que cree que su tarea exclusiva es ejecutar a como dé lugar infraestructura vial, desarticulada y costosa, a la vez que ajustada a intereses empresariales y de allegados; negocios en vez de un gobierno para la ciudad que se enmarque en un plan de desarrollo y de la mano con los vecinos. La popularidad del alcalde en las encuestas contrasta con el malestar y los reclamos de vecinos, estudiantes y hasta de tablistas frente a las obras que ha emprendido la Municipalidad de Lima.
Muchos se preguntan ¿Dónde está el Plan de Desarrollo Urbano de Lima? Pero lo cierto es que el alcalde Castañeda no aprobará nunca un Plan en serio, porque nunca ha gobernado así, y mucho menos continuará cualquier iniciativa de la gestión pasada. Estamos ante una situación grave para una ciudad que requiere mínimos de eficiencia para no caer en el caos. Pero lo que tenemos es un alcalde prepotente que con un grupo de «su gente» decide lo que le conviene o no a sus intereses particulares y no a una metrópoli de casi 9 millones de habitantes.

desco Opina - Regional / 7 de enero de 2016
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