Las largas colas y los rostros genuinamente conmovidos de los ciudadanos que salían del velorio de Javier Diez Canseco en la casona de San Marcos, nos llaman la atención sobre la magnitud de la pérdida. El adiós público es lo que corresponde, precisamente porque JDC ha puesto de relieve no solamente valores y virtudes que de seguro harán falta en su círculo de familiares y amigos cercanos durante el largo proceso del luto, sino virtudes públicas, es decir, construidas por fuera del ámbito de nuestras riquezas o miserias individuales, dirigidas al corazón del vínculo social peruano. Por eso, una forma de recordarlo, es que su voz permanezca y que su agenda continúe.
Una lucha especialmente tenaz que libró Diez Canseco fue contra la corrupción. Como se ha señalado en múltiples espacios, éste es el tipo de causa que le generaron odios viscerales entre sus más «destacados» adversarios. Desde el Parlamento JDC presidió la Comisión de Delitos Económicos y Financieros para investigar los hechos de corrupción en el periodo 1990 – 2001, liderando un proceso ejemplar que le dio un conocimiento sobre el funcionamiento de los engranajes de la corrupción en el gobierno que probablemente solo ostenten quienes, desde el otro lado, han detentado el poder el suficiente tiempo como para saber por dónde viene el dinero.
Hoy que la llamada ‘megacomisión’ acaba de obtener del Congreso un plazo de 120 días adicionales conviene que las organizaciones de la sociedad civil en pro de la transparencia gubernamental apoyemos decididamente su labor, sobre todo cuando se procedió al rápido archivamiento de los indicios sobre los ‘colegios emblemáticos’ mientras el caso de los ‘narcoindultos’ sí ha motivado apasionadas versiones de parte.
Todo ello, mientras tenemos que asistir al espectáculo inverosímil de la congresista Martha Chávez señalando con el dedo acusador a otro ex presidente por las compras de su suegra mientras el líder máximo de su partido se declaró culpable de flagrantes casos de corrupción en 2009. Cabe señalar que uno de los pocos que señaló con claridad que esa era precisamente una maniobra para evitar que se ventile el caso, afectando las posibilidades de la entonces candidata Keiko Fujimori, fue Javier Diez Canseco.
Otro tema insistente y notorio en la acción política del parlamentario fallecido fue el ejercicio de derechos, que no se redujo a los de la población con discapacidad. En ese sentido, sus posiciones están en el centro mismo de temas álgidos como la Ley de Consulta Previa, actualmente en el ojo de la tormenta a propósito de la renuncia del Viceministro de Interculturalidad. El Presidente mismo agregó más confusión al señalar en una entrevista que, prácticamente solo habría comunidades indígenas en la selva, que antes se llamaban «no contactados». Además de insinuar, que las comunidades campesinas de la sierra, como fueron «inventadas» por Velasco, no tendrían nada de indígenas. Es decir, exhibiendo una ignorancia digna de mejor causa que por suerte puede ser cuestionada y rebatida.
En la práctica, parece que ni siquiera en el caso Cañaris, una de las pocas comunidades que ha mantenido su nombre desde antes del Virreynato, se negociará la obtención de rentas mineras provenientes de la gran inversión: parece que los proyectos van a ir sí o sí, lo que en la práctica nos está llevando a revocar las promesas presidenciales al formular la Ley y a decir a algunos comentaristas que la Ley de Consulta Previa termine como un fracaso más. Es indudable que la defensa cerrada de los Derechos Humanos de JDC hubiera hecho eco de los reclamos de las comunidades que, nuevamente, se ven ninguneadas puesto que el gobierno ha anunciado, poniendo el parche, que una gran cantidad de proyectos serán exonerados de cualquier consulta.
El parlamentario del Partido Socialista será reemplazado en su escaño por Manuel Dammert, actual miembro del frente Fuerza Ciudadana, que incluye al PS y a otras agrupaciones de izquierda. Mientras tanto, la figura de JDC crecerá aún más como un símbolo de reivindicaciones muy claras a partir de las cuales podrían aglutinarse voces diversas alrededor de un proyecto común para hacer del Perú una sociedad menos excluyente, menos injusta y más vivible. Seguramente ese sería el mejor homenaje para un dirigente que más allá de sus errores, siempre apostó por la unidad de quienes creemos en el cambio.
desco Opina / 13 de mayo de 2013
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