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¿Intento de renovación en los partidos tradicionales?

Confirmados los resultados de las elecciones subnacionales, en la práctica se dio la largada para la carrera a la Presidencia de la República. Los denominados partidos nacionales están realizando distintos movimientos para definir sus candidaturas. Como no podía ser de otra manera, se encuentran entre los grandes derrotados del pasado 3 de octubre, replanteándose, muchos de ellos, la forma en la que se posicionarán en el partidor. El partido de gobierno, que hasta hace unas semanas anunciara elecciones internas en las que competirían Velásquez Quesquén y Jorge del Castillo, está insinuando la posibilidad de una coalición con el Partido Popular Cristiano. En esa perspectiva, acaricia la posibilidad de un candidato o candidata independiente como Mercedes Aráoz. La ex ministra ya había adelantado su disposición meses atrás, aunque entonces fue criticada por los mismos que hoy día pretenden atraerla.
En Unidad Nacional, tras la tercera derrota de Lourdes Flores, todo indica que ella misma estaría promoviendo la posibilidad de una candidatura propia, elegida en eventuales primarias internas. Un conocido economista, de reciente vinculación a dicha agrupación, ha cogido el guante y parece decidido a competir, argumentando la necesidad de renovar la política, fortalecer e institucionalizar los partidos históricos y enfrentar la corrupción.
En ambos casos, se evidencia la desconfianza que les genera a unos y otros, la viabilidad y la sostenibilidad de la candidatura de Luis Castañeda. A pesar de los guiños, que invocando al sol y la estrella se hicieran el Presidente y el ex alcalde, es evidente que al primero le preocupa la auditoría que hará la electa alcaldesa, Susana Villarán, precisamente en medio de la campaña electoral. Lourdes Flores, por su parte, tratando de recuperar la vigencia de un partido, que además de la derrota en Lima tampoco obtuvo nada nacionalmente, parece no mirar con mucha simpatía la subordinación de su organización, con más de 40 años de historia y pretensión doctrinaria, a Solidaridad Nacional. Ello además de compartir idéntica preocupación con el mandatario sobre los riesgos grandes que correría su socio.
Mientras se suceden y se resuelven estos dilemas, Keiko Fujimori reitera que Fuerza 2011 marchará a las elecciones sin alianzas, mientras Ollanta Humala, aunque declara su voluntad de integrar un frente más amplio que sus solas y propias huestes, no da señales claras de una disposición real en esa dirección, manteniendo en ascuas a diversos sectores izquierdistas que lo quieren como candidato presidencial y como locomotora electoral. En este inicio de fiesta, quien parece sentirse más cómodo es Alejandro Toledo, que es quien mejor puede aprovechar el río revuelto. Asumiendo el modelo económico como marco general de su apuesta –en lo que no se diferencia sustantivamente de Fujimori, Castañeda y quienes resulten candidatos del APRA y el PPC– pretende marcar distancia de ellos a partir de su lejanía con el fujimorismo. Así, busca atraer a Fuerza Social, Alianza para el Progreso y otras agrupaciones menores como AP, Renovación Nacional y Somos Perú. Discretamente, que es lo que le conviene, busca ocupar el espacio del centro político y beneficiarse de la imagen «fresca» que introduce Fuerza Social en Lima.
Tanto en el APRA como en sectores del PPC, estas correrías indican que han entendido, por lo menos una parte del mensaje del electorado hace unas semanas; no quiere los mismos rostros, busca renovación en los liderazgos y cada vez más, cuestiona la corrupción. Es evidente que entre sus dirigentes y los independientes que están proponiendo, hay diferencias a favor de los segundos. Son rostros más o menos nuevos, que recién incursionarían en la política partidaria, que venden una imagen de éxito profesional, de conocimiento y de disposición a renovar la política y comprometerse con el país, «defendiendo» el crecimiento logrado y sus políticas, pero denunciando también la corrupción. Es, sin duda, un intento interesante, porque es claro que nuestra democracia requiere de partidos sólidos, renovados y con propuestas. El interés de los voceados, como en el caso de Fuerza Social, nos pone frente a una generación de cuarentones y treintañeros decididos a incursionar en la política y eso debe ser saludado y bienvenido.
Sin embargo, cabe preguntarse si no estamos frente a nuevas fintas de parte de los partidos nacionales, tratando de reubicarse tras una nueva derrota. Ello más allá de las buenas intenciones o de los cálculos de los invitados e invitadas a lanzarse a la piscina. Más importante aún, hay que preguntarse si en los resultados del 3 de octubre sólo se expresó la búsqueda de nuevos liderazgos o si también, como lo sostienen distintos analistas, se produjo un cambio de temperatura del electorado, harto de la corrupción y de la pequeña política de los partidos nacionales, pero también con crecientes malestares por la ausencia de un Estado que sólo parece existir para los grandes inversionistas y el gran capital.
desco Opina / 2 de noviembre de 2010
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1 comentario:

carlos dijo...

Los apristas no dejan que la historia tome sus propios rumbos y se alían con culaquiera con el fin de ser protagonistas, ese partido corrupto, que solo sabe maipular los VOTOS va a desaparecer cuando las elecciones sean libres o facultativos, ahi no va haber manipulacion en las mesas, como es su costumbre de impugnar actas que les desfavorece ahi todos van ha tener que ganar sus votos a pulso, más aun si el voto es electronico, gracias