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El discurso presidencial, aquí no pasa nada y el sur no existe

En el contexto de la profunda crisis política que atraviesa el país, en la que uno de los puntos nodales es la Presidencia de la República, los días previos al mensaje se especulaban diferentes posibilidades sobre su contenido. Desde una opción conservadora en la que a partir de una autocrítica, el mandatario anunciaba la conformación de un nuevo gabinete concertado con la oposición menos dura, hasta el intento de una fuga hacia adelante, planteando una cuestión de confianza sobre el cambio de Constitución, en un intento por profundizar la polarización recuperando iniciativa política.

En los hechos nada de ello ocurrió pues la oposición conservadora mostró sus fisuras y debilidades con motivo de la elección de la Mesa Directiva del congreso evidenciando que en el corto plazo no representa una amenaza mayor para el Ejecutivo. Por lo demás, la precariedad del propio gobierno acosado por distintas investigaciones y por la reciente entrega a la Fiscalía de la Nación del prófugo Bruno Pacheco, quien fuera el secretario de palacio, tampoco brindaba condiciones para una posición firme frente al Congreso y el país.

El resultado fue un mensaje, con un largo recuento de acciones que forman parte de la actuación del Estado en piloto automático y la inercia de la acción gubernamental, muy alejadas de las transformaciones demandadas por las amplias mayorías y ofrecidas por el mandatario ante el agotamiento del modelo neoliberal y la crisis agravada por la pandemia. 

El malestar de Castillo con la oposición y los medios cuando dice “han ocultado nuestros logros, ... se dedican a difamar y mentir en una perversa inversión de los principios del derecho” resultaba contradictorio con su reiterada negativa a presentarse ante los medios donde justamente habría podido difundir el quehacer del gobierno y enfrentar las campañas difamatorias.

El presidente sostuvo que el desempeño económico del país había superado el desempeño de nuestros vecinos regionales en materia de crecimiento del PBI, mientras el crecimiento del empleo formal registraría un  6.9% de incremento anual  a mayo del presente año. Lo real sin embargo, es que las proyecciones de crecimiento para el 2022 están a la baja, menos del 2.8%, y no exhibimos el mejor desempeño latinoamericano. Según el FMI en materia de crecimiento, este año nos superarán, por lo menos Colombia y Argentina. En materia de empleo, el que se ha recuperado más es el precario, mientras que el trabajo adecuado en Lima está casi 10 puntos por debajo del 2019.

En cuanto a la política agraria, que es un elemento central de su política, el principal anuncio fue la constitución del Padrón de Productores Agrarios como la llave para el desarrollo de los servicios y la atención a las necesidades de los productores, cuando en realidad se requieren recursos de financiamiento y asistencia técnica y mejora de los mercados, con mayor razón en la crisis actual de los fertilizantes. Los recursos establecidos a través del Fondo Agroperú no llegan a los pequeños agricultores que constituyen la absoluta mayoría del campo, pues no se adecuan a las condiciones de la agricultura familiar. Esta situación es la que ha dejado sin contenido a la prometida Segunda Reforma Agraria, a lo cual ciertamente han contribuido los sucesivos cambios en la conducción ministerial.

En el tema ambiental, el gran logro expuesto fue el enjuiciamiento a Repsol por el  derrame de petróleo al mar, cuando el tema que debe ser prioridad del sector es la estrategia de adaptación frente al cambio climático y la lucha contra la deforestación y la contaminación de las cuencas por la minería ilegal y también por la formal. En el sector de los hidrocarburos, ahora que su costo golpea la economía familiar de quienes menos tienen, la promesa de la nacionalización del gas quedó en el absoluto olvido.

En el sector educación, que constituye uno de los temas centrales para el desarrollo del país, ni un comentario  sobre la mejora de la calidad de la educación universitaria y la educación pública, tampoco frente a la contrarreforma universitaria apoyada por la alianza de su partido magisterial, Perú Libre y los promotores de las universidades negocio. Los anuncios se han limitado al incremento de las remuneraciones con la expectativa de una UIT, 4,600 soles mensuales, para el primer nivel de los docentes, sin decir nada sobre la mejora de los modelos pedagógicos y la meritocracia en la formación de los docentes, factores clave en cualquier mejora educativa.

Otro gran vacío en un sector clave ha sido el de la Salud. Apenas una relación de mejoras de infraestructura, muchas de las cuales están paralizadas por la corrupción. Nada del sistema único de salud, la integración de los actuales sistemas para mejorar la cobertura y optimizar los recursos y el tránsito de la salud como negocio hacia un derecho humano.

El discurso mantuvo una gran deuda con la Macroregión Sur, que fue su principal bastión electoral. Ninguna mención a la descentralización que se encuentra estancada, más allá de los efectistas gabinetes descentralizados que solamente han servido para confeccionar una larga lista de demandas que tampoco se atienden por el desgobierno. Ni una palabra sobre el proyecto del Gasoducto Sur Peruano que es vital para el cambio de la matriz energética en todo el sur, y adicionalmente el desarrollo de la petroquímica, que podría brindar entre otros productos, la urea para la agricultura.

El acto mismo de la presentación ante el congreso, hay que decirlo, es una ceremonia que se desprestigia más cada vez. Las actitudes de la oposición como escuchar la exposición dando las espaldas o vociferando imprecaciones,  evidencian la profundidad de la crisis y el deterioro, si no la ausencia de debate político. Por todo lo dicho, parece claro que el Presidente no tiene conciencia de la profundidad de la crisis que atraviesa su gobierno que marcha, todo lo indica así, a un colapso en cualquier momento.


desco Opina – Regional / 5 de agosto del 2022

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