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Tensión en la selva central



La convulsión social que hace pocas semanas atrás envolvió a Pichanaki, fue motivada por una serie de incumplimientos y olvidos de parte de las autoridades nacionales, en los que la empresa petrolera tiene poca o ninguna responsabilidad. Eso no significa, tampoco, que a diferencia de lo que ocurría con la Petrolífera SAC en el lote aledaño 107, Pluspetrol tuviera un buen desempeño. Desde un principio, sus encargados de hacer trabajo de acercamiento y sensibilización a los pobladores y sus organizaciones, mostraron serias debilidades; se les acusaba de incumplidos, de informales, de abusivos y soberbios, entre otros calificativos. Sin embargo, los trabajos de exploración de la Pluspetrol, la manipulación y la falta de la información, dieron los pretextos suficientes para que esto sea aprovechado de otra manera, y para que se azuce la movilización de algunos pobladores ante el temor del deterioro ambiental.
Entre los rumores atemorizantes –sin sustento técnico– se señalaba, por ejemplo, que los ojos de agua desaparecerían con los trabajos de exploración, que algunos predios colapsarían y que la contaminación estaría a flor de tierra. Esta manipulación de la información y el atizamiento de actos de violencia y represión policial, le han costado la vida a un poblador, ha dejado muchos heridos y provocado (para los agricultores de la zona) pérdidas de sus cosechas de papaya, piñas y paltos que estaban prestas a salir al mercado limeño. No es de sorprender, además, el violento comportamiento de la policía en los enfrentamientos, por ser un territorio sensible de narcoterrorismo (salida del VRAEM), y sus integrantes (de las dependencias locales y los refuerzos), más allá de este conflicto, han tenido siempre roces con la población civil de esta zona.  
Es importante tener en consideración que en una coyuntura donde el agricultor local está seriamente afectado por la plaga de la roya, cualquier dinero que llegue a los caficultores por compensación social sería bienvenido. Si bien estas compensaciones económicas se están dando, la empresa Pluspetrol enfrenta juicios por daños e incumplimiento de compromisos a terceros; punto a favor para quienes capitalizan el descontento. La convocatoria ha capturado la acumulación de demandas insatisfechas de la población de Pichanaki, distrito con un crecimiento poblacional desordenado y apresurado, que en los últimos siete años triplicó su demografía, y no es de sorprender que menos del 40% de la población urbana y rural esté representada por alguna organización.
El Frente de Defensa Ambiental de Pichanaki –ahora actor importante– nace el año pasado, estando inserto en pleno proceso electoral cuando muy pocos le hicieron caso; sin embargo, dejó sentadas varias acusaciones de colusión con la empresa contra algunos candidatos (de Junín principalmente); las imputaciones se centraron, sobre todo, en los que iban adelante en las encuestas.
Los convocantes no tienen la representatividad de las organizaciones sociales ni de las organizaciones de productores y mucho menos de las comunidades nativas, varias de las cuales han negociado compromisos con la empresa e incluso se han pronunciado públicamente en contra de las paralizaciones.
A excepción de Pichanaki, ninguno de los distritos donde se realizan los trabajos se ha sumado a la paralización, y si bien es posible que la conjunción de varios personajes que satanizan los trabajos haya dado sus frutos, no han podido proyectar sus pretensiones a toda la selva central. Hay quienes creen que esta protesta está siendo subvencionada por narcotraficantes y madereros ilegales molestos por la presencia de la policía y el mayor control del tráfico que ejerce el Estado desde hace algún tiempo en la zona.  
Por otro lado, es importante que se sepa que días antes de la paralización, toda la selva central tenía ya conocimiento de que las empresas de exploración petrolera suspenderían paulatinamente sus actividades hasta nuevo aviso, al haber culminado con la fase técnica que correspondía, porque se debían procesar los resultados de los estudios técnicos y también porque el precio en el mercado internacional de los hidrocarburos era poco halagüeño y no se justificaban las inversiones tanto en exploración como en compensaciones sociales. Por estos motivos, los más osados no dudan en señalar que quienes estarían más interesados en que esta concesión sea cancelada serían los de la propia empresa Pluspetrol, porque todo indicaría que financieramente les sería más rentable luchar por una indemnización del Estado peruano, que por el usufructo del contrato.
En Pichanaki fue celebrado como un triunfo rotundo haber logrado que la representación del Ejecutivo acepte la instalación de una Mesa de Diálogo, de la misma forma que fue criticada y señalada como un engaño la presencia ministerial que en su momento no aceptó sentarse a dialogar en una plaza pública.  Como es natural comprender en la zona, el tema central del debate del jueves 19 no fue la presencia de la Pluspetrol, sino el de los compromisos estatales para atender las necesidades locales, quedando claro que sólo coordinarán su ejecución con quienes tengan real representatividad de la población local. En ese contexto es evidente que el Frente de Defensa Ambiental de Pichanaki no encaja. La autoexclusión de quienes promovieron la paralización, ha beneficiado al Alcalde de Pichanaki, quien ha sabido liderar las conversaciones con la delegación del Gobierno Central, sin ninguna sombra que lo opaque ni cuestione su representatividad. Mientras tanto desde los medios radiales locales, los desengañados líderes de la paralización tratan de encender los ánimos para retomar las paralizaciones a partir del 22 de marzo, intentando una respuesta ante el alcalde distrital y las organizaciones representativas que en muy corto plazo organizaron una marcha por la paz que obtuvo el respaldo mayoritario.
Por último, la nueva convocatoria del Frente, que pretende ganar nuevamente respaldo para organizar un paro de alcance nacional, más allá de ser una propuesta pretensiosa es impopular, pero también nos hace ver que no es que la crisis se haya desinflado, ya que para nadie es un secreto que se está buscando llegar a acuerdos para que algunos líderes radicales se sumen a las protestas con lo cual se podría llegar a niveles de mayor conflictividad. En los medios locales se señala que la facción del SUTEP que representa a los maestros que no aprobaron el examen de selección, habría aceptado sumarse a la lucha y están a la espera de que grupos de construcción civil que demandan cupos en las obras del Estado, también aseguren su compromiso. Con ello se incorporarían nuevas demandas y la plataforma de lucha se distorsionaría tanto que sería poco manejable, incluso por parte de los mismos convocantes.

desco Opina - Regional / 6 de marzo de 2015
Programa Selva Central
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