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¿Tiene un poder oculto el Jurado Nacional de Elecciones?



Más allá del panorama parlamentario y la suerte del gabinete Jara, durante estas semanas se están pulseando fuerzas entre otros poderes del Estado, niveles de gobierno y organizaciones políticas. En concreto, entre el Poder Judicial, el Jurado Nacional deElecciones (JNE) y los correspondientes Jurados Electorales Especiales, presididos por un juez superior designado por la Corte Superior de Justicia que corresponde a la sede del Jurado Electoral Especial, e integrados por un primer miembro, que es un fiscal superior designado por la Junta de Fiscales Superiores respectiva, así como por un segundo miembro, que es un ciudadano designado mediante sorteo en acto público.

Como ya lo descubrieran los miembros del Jurado Nacional de Elecciones en los inmediatamente anteriores procesos electorales, de pronto cuentan con una fuerza y poder de negociación ante el Poder Ejecutivo y otros actores de la política nacional que pueden aprovechar coyunturalmente para otras negociaciones. Nos referimos a su capacidad para  tachar candidatos y sacarlos de carrera, como sucedió con la candidatura de Alex Kouri, quien fuera candidato a la Alcaldía de Lima hasta que la ONPE y luego el JNE declararan improcedente su postulación, variando significativamente el escenario electoral. Pero también al tratamiento a futuro de procesos judiciales en curso.
La complejidad de los procesos electorales en esta oportunidad se ha incrementado notablemente por varios elementos que lo diferencian de los comicios anteriores: mayor número de postulantes, escenario de incertidumbre sobre el futuro económico y sus consecuencias en la distribución del canon, presencia de muchos personajes condenados, vinculados al crimen, narcotráfico en particular, otros acusados de terrorismo y una injerencia disimulada pero activa del Poder Ejecutivo y el Jurado Nacional de Elecciones.
Por un lado, tenemos un mayor número de postulantes en prácticamente todos los gobiernos regionales y municipios provinciales y distritales que, lejos de mostrar la amplitud de la participación ciudadana en los comicios, evidencian un panorama sombrío de fragmentación y aventura. Y es que finalmente, ante la ausencia de organizaciones políticas fuertes legitimadas y  consistentes, lo que se constata es, una vez más, la presencia de miles de buscadores de “éxito” sin más programa e ideología que el hacerse de un espacio del poder, que, una vez obtenido,  resultan en gestiones desastrosas, que sin duda afectan más que la gobernabilidad del país.
La primera consecuencia de este escenario, casi segura ya, es que se tendrá que proceder a la segunda vuelta electoral o ballotage para elegir presidentes regionales en la gran mayoría de circunscripciones. Sería sorprendente que alguno de los candidatos actuales pueda llegar con más de los votos requeridos en primera vuelta luego del enorme fraccionamiento político y la multiplicación de listas, alentada por la situación de crisis y corrupción que se ve generalizada en el país a partir de los casos denunciados en los gobiernos regionales de Cajamarca, Tumbes, Loreto y Ancash.
A partir de los resultados inciertos, pero hartamente previsibles de la primera vuelta electoral, esta situación provocará, en la mayoría  de los casos, que los ciudadanos votantes por los candidatos perdedores lo hagan luego contra quien obtuvo la mayoría relativa y así resulten ganadores personajes que en verdad cuentan con escaso respaldo y legitimidad, como ocurrió, por ejemplo, en Puno durante las elecciones anteriores entre los candidatos del movimiento RAICES, Juan Luque, quien obtuvo el 23.3 % de los votos válidos, y el candidato del movimiento AQUÍ, Mauricio Rodríguez, que con sólo el 15.2 % pasó a la segunda vuelta  y finalmente fue el ganador, en un escenario en el que los votos blancos y viciados superaron el 28%.
Poco es lo que se puede hacer a esta altura del proceso, que en el nivel municipal podría hasta provocar un terremoto pre electoral si se procede a anular la candidatura de Luis Castañeda, por falsedad genérica respecto a sus títulos y estudios, como ya ocurrió con uno de sus principales candidatos distritales. No hay que olvidar que son muchas las fichas que se mueven lejos del escenario público interesadas en darle diversos cursos al proceso electoral en marcha. Sabemos que las resoluciones del JNE son inapelables, lo cual no las libra de sospechas, que los partidos son muy débiles, no hay actores sociales significativos y los grupos económicos de poder se acomodan a las circunstancias. Esperemos que las buenas noticias vengan del lado de los ciudadanos.

desco Opina / 15 de agosto de 2014
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