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Necesario cambio de aire en Lima

La población de Villa María del Triunfo respira el aire de menor calidad a nivel metropolitano, según datos brindados por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología-Senamhi. Similares condiciones viven los vecinos de los distritos de Villa El Salvador y San Juan de Miraflores. Los principales contaminantes son generados por la combustión de vehículos motorizados y de la mediana y gran industria que se ubica en la zona, lo que se agrava producto del déficit de áreas verdes.

Esta situación trasciende a Lima Sur. Un estudio reciente realizado por el Ministerio de Salud señala que Comas, Carabayllo y San Juan de Lurigancho registran altos niveles de contaminación del aire, atribuibles a la actividad de ladrilleras, fundiciones clandestinas y de quema de baterías. Esto indica que no sólo se requieren intervenciones en el sistema de transporte masivo– que además de la racionalización de rutas considera emplear vehículos con emisiones menos nocivas- sino un esfuerzo en el ordenamiento de las actividades industriales contaminantes.

En ese contexto las iniciativas por parte del Gobierno Metropolitano en Lima Sur resultan aún insuficientes, al no trascender el «clásico» edil de la donación de arboles y asistencia para su cuidado o la creación de biohuertos en distritos como Pachacamac, Villa El Salvador, Villa María del Triunfo y Punta Hermosa. Las principales interrogantes giran en torno al abastecimiento de agua -que pone en juego la sostenibilidad- y a la escala urbana de la intervención. Por ahora, la propuesta de «verde urbano» de la alcaldesa de Lima tiene la dimensión de una intervención local, más que una de carácter metropolitano. Para dar este salto será crucial plantearse el reto de crear áreas verdes sostenibles asociadas a la generación de espacios públicos, siguiendo la pauta marcada por Villa El Salvador y su «Alameda de la Juventud», que combina el reuso de agua para riego del verde, con equipamiento cívico, de descanso y recreación, aportando en conjunto no sólo una mejora ambiental, sino también de ornato y de calidad de vida urbana.

La gestión ambiental metropolitana tuvo su acierto más importante en la decisión de Susana Villarán de dejar sin efecto las normas emitidas por su antecesor, que pretendía consagrar la ocupación industrial del Valle de Lurín. Si bien esto nos indica la voluntad de su gestión por enfrentar la compleja problemática urbano-ambiental de Lima, creemos que aun hay muchas tareas pendientes. En este sentido, el anuncio de que las lomas costeras de Villa María del Triunfo, Pachacamac, Lurín y Balnearios serán declaradas zonas de reserva ambiental requerirá de mucha coordinación entre la administración metropolitana y las distritales. Mucho pulso político y capacidad técnica serán necesarios para revertir una de las más fuertes tendencias de la expansión urbana actual: la ocupación de laderas calificadas por el Instituto Metropolitano de Planificación como «áreas de protección ambiental» y los irregulares cambios de zonificación en extensas áreas del Valle. Al respecto, DESCO publicó recientemente un estudio breve que muestra la expansión descontrolada de «nuevos barrios» en estas zonas y la presión que irresponsables empresas «urbanizadoras» realizan sobre los terrenos del Valle de Lurín, el último «pulmón verde de la ciudad».

desco Opina - Regional / 23 de febrero de 2012
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